La tendencia de llamar la atención en torno al cambio climático atentando contra obras de arte ha llegado a Bilbao; aunque, en este caso, más que contra el contenido, se ha vandalizado el continente. Dos activistas climáticos han vaciado un extintor de pintura roja frente a la entrada del Museo Guggenheim de Bilbao con el objeto de protestar por el proyecto de ampliación de la pinacoteca en Urdaibai. Los servicios de seguridad del museo han actuado con rapidez, reteniendo a los activistas hasta que ha llegado la Ertzaintza. Tras ser identificados se les ha imputado una falta leve. La pinacoteca interpondrá mañana una denuncia por estos hechos.

Los hechos se han producido en torno a las 15.00 horas, cuando un hombre y una mujer se han aproximado a la puerta del Guggenheim Bilbao y han vaciado un extintor de pintura roja en la entrada. Según han informado desde la pinacoteca, los responsables de seguridad del museo, actuando conforme al protocolo, han procedido a cerrar la entrada a los visitantes durante unos minutos mientras retenían a los activistas. La Ertzaintza se ha desplazado al lugar de los hechos para identificar a los autores y, tras imputarles una falta leve, han quedado en libertad. Mientras tanto, el personal del Guggenheim ha limpiado la pintura rápidamente.

A través de sus redes sociales, los ecologistas ha reivindicado la acción, manifestando su rechazo a la construcción de un nuevo museo en la reserva de la biosfera natural de Urdabai y la responsabilidad de las instituciones en la emergencia climática. En el post, los activistas han manifestado que “en un contexto de emergencia climática, continuar priorizando los pelotazos urbanísticos frente a la protección de la biodiversidad es abocarnos al caos climático”.

Desde el Museo Guggenheim Bilbao han declarado que “están preparados” para este tipo de actos vandálicos. “Siempre vamos a velar por que la visita sea óptima”, han asegurado fuentes de la pinacoteca, donde no son ajenos a la moda de atentar contra obras de arte. El último de estos actos se produjo el 4 de febrero en el Museo Louvre, donde dos mujeres arrojaron botes de sopa contra la Mona Lisa, protegida por un cristal. Aunque en los 27 años de historia nunca antes se han cometido actos vandálicos contra el Museo Guggenheim Bilbao, en 1997 cinco activistas de Greenpeace se colgaron en el puente de La Salve para reivindicar la protección de los océanos aprovechando la vistosa pinacoteca como telón de fondo.