Cualquier mujer puede estar sometida a violencia machista en Euskadi. “No hay un perfil tipo, ni de víctima ni de agresor”, asegura Javier Óscar Fernández Cucó, jefe de las Secciones Centrales de Investigación Criminal de la Ertzaintza y Policía Judicial. Su experiencia a lo largo de los años ante la variada casuística le lleva a ser prudente y no trazar “ningún perfil definido”, algo que con frecuencia "suele estar relacionado con estereotipos".

A nivel estadístico, sí se va a poder contar en los próximos meses "con porcentajes", fruto del análisis de casos de la última década. “Ahora estamos trabajando con el material en bruto, dentro de una primera fase que es casi la más complicada, ya que es preciso depurar toda esa información”, explica Ismael Loinaz, doctor en Psicología y licenciado en Criminología.

Son cientos de miles de casos que exigen un análisis detallado a la hora de determinar cuáles son las valoraciones preliminares y las definitivas, con el fin de extraer valiosa información sobre estas últimas. “Un mismo caso de víctima-agresor puede haber sido registrado por 20 o 30 aplicaciones. No podemos trabajar con 30 aplicaciones de cientos de miles de casos a la vez. Lo que estamos haciendo ahora es depurar toda esa base de datos y a finales de este año sí contaremos con un perfil estadístico de la última década que de momento no tenemos”, avanza Loinaz.

Aun así, Fernández Cucó entiende que será complicado trazar un perfil definido. “La mayor parte de casos que nos llegaban a la Ertzaintza en 2007 eran de riesgo alto. Ahora, en cambio, en esa fase inicial la mayor parte son de riesgo más básico o bajo”, expone, con el fin de demostrar esa dificultad añadida a la hora de trazar perfiles.

Una realidad cambiante

El responsable del equipo de investigación del Departamento de Psicología Social de la UPV/EHU observa que “la realidad va cambiando. Antes parecía que no existían víctimas, pero conforme se aprobó la ley, comenzó a aflorar algo que permanecía oculto. Ocurre lo mismo con la violencia filioparental y sexual. La cifra ya existía, pero es gracias a todos estos sistemas de investigación como se va poniendo cara y va saliendo a la luz la realidad”.

En ese sentido, en los próximos meses, una vez que se estudie el perfil de la víctima atendida y el del agresor evaluado, “es posible que veamos esa evolución”, señala Loinaz, en relación con el cambio de ciclo apuntado por Fernández Cucó. “Es posible que antes solo denunciaran los casos más extremos, y ahora, aunque siguen existiendo, la mayor parte de victimizaciones responden a un riesgo menos elevado”, aventura el investigador.

El jefe de las Secciones Centrales de Investigación Criminal de la Ertzaintza reconoce que a la hora de valorar situaciones de riesgo, “hay casos de especial complejidad”. Por ejemplo, cuando la víctima no se reconoce como tal, o bien ella, o su agresor, tienen causas pendientes en el juzgado y no quieren tener ningún tipo de trato con la policía. “Son casos de especial complejidad cuando las víctimas proceden de lugares donde la policía es principalmente represiva, o aquellas que están subyugadas a la violencia machista a través de su cultura”, detalla entre una larga lista de situaciones.

Si las víctimas acaban retirando la denuncia, los equipos de investigación hacen "el mayor esfuerzo" para saber por qué ha sido así, si se han sentido coaccionadas para ello, o bien temen quedarse sin la custodia de los hijos. “El objetivo principal del equipo de seguimiento es conectar con la víctima, conectar con ella, ser honestos y conseguir su confianza”, sintetiza Fernández Cucó.

Cuanto mejor sea la relación con la víctima, la Ertzaintza contará con más información y, gracias a ella, una mejor protección. Los equipos de seguimiento tienen muy en cuenta el ciclo de la violencia que definió la educadora, escritora y psicóloga norteamericana Lenore E. Walker. “Es en la segunda fase del ciclo de la violencia, la de la descarga de la tensión, cuando la mujer nos pide ayuda y, de forma espontánea, relata todo lo que hay. Por eso es importantísimo atenderla desde el minuto uno, y tener muy en cuenta todo lo que estamos viendo y escuchando en esos momentos, porque puede que no se vuelva a repetir”, describe el responsable de la Ertzaintza.