La mano de Irulegi, aparecida en junio de 2021 en este antiguo poblado del territorio vascón, ha vuelto a la actualidad a propósito de un dosier de Fontes Linguae Vasconum, coordinado por uno de los dos expertos presentes del día de la presentación de la pieza, Joaquín Gorrochategui, que junto con Javier Velaza, el otro especialista que acudió entonces al Palacio de Góngora, desmiente cualquier tentación de polémica sensacionalista que enfríe la importancia del hallazgo.
“La inscripción de la mano de Irulegi es absolutamente singular y de una grandísima importancia”, manifiesta Gorrochategui (Eibar, 1953) catedrático emérito de Lingüística Indoeuropea en la UPV, que afirma que estamos ante “un unicum de la epigrafía panhispánica, porque reúne en este texto muchas cosas que no aparecen en ningún otro lado”. Por dicha importancia, por su inesperado hallazgo, “abre un camino”, y “cantidad de hipótesis” sobre un texto con “dificultades claras desde el primer momento”, que habrá que ir desentrañando y esclareciendo en lo posible, sobre todo si aparecen más inscripciones. En todo caso, “nadie puede negar que esto no tenga ninguna relación con el euskera”, y no están clarísimas las relaciones con el ibérico”, señala Gorrochategui.
La “evidencia”, comenta Velaza, (Castejón, 1963) experto en Epigrafía y catedrático en Filología Latina en la Universidad de Barcelona, “es que la mano de Irulegi está escrita en una lengua que no es ibérico, en territorio vascónico, y en una forma gráfica que no es ibérica”. A ello se suma otras constataciones, como el mosaico de Andelo, o la presencia de teónimos y antropónimos vascónicos en inscripciones latinas del siglo I, “pruebas de la existencia de una lengua vascónica”. En donde no entran ni Gorrochategui ni Velaza es en la relación de esa lengua “con el protovasco o el euskera histórico” pues Velaza cree que faltan datos para ello.
TRES PUBLICACIONES El contenido de este dosier, que se encuentra en internet, es el resumen de una jornada de estudio en la UPV, celebrada en febrero de 2023, en la que participaron Gorrochategui y Velaza. Reúne “opiniones de gente invitada por Ekaitz Santazilia, editor de la revista, y porel propio Gorrochategui, donde se confirma, según el catedrático emérito, “algo que ya vimos el primer día, la “dificultad” y singularidad de este texto.
Además, Gorrochategui, Velaza y el arqueólogo director en Irulegi, Mattin Aiestaran, acaban de publicar un estudio en la revista Palaeohispánica, del Instituto Fernando el Católico de Zaragoza, que también se encuentra en internet, y que Gorrochategui aconseja leer primero. Además está a punto de salir otro estudio en Antiquity, una revista académica inglesa.
Tres textos en revistas académicas devuelven actualidad a la pieza, que sigue movilizando el interés de la comunidad científica
Por lo tanto, no es que la pieza haya entrado ahora en el circuito científico; discurre por esa senda desde su hallazgo por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, y el trabajo de análisis de Gorrochategui, Velaza, Aiestaran y otros, en un ámbito de investigación sin seguridades absolutas, abierto a distintas teorías sobre la “prehistoria de la lengua vasca, su origen o la eventual relación de la lengua vasca con la ibérica”, según explica el propio Velaza. “Los que nos dedicamos a esto reconstruimos un puzle histórico. A veces tenemos muy pocas piezas, y lo peor es que no sabemos lo que tenemos lo que reconstruir. Cuando aparece una nueva pieza, hay que poder integrarla, y si no se integra, es que nuestra reconstrucción no era correcta”.
CONTEXTO HISTÓRICO A la espera de que se puedan encontrar nuevas piezas de ese puzle (nuevos hallazgos en Navarra), el estado actual de la cuestión, apunta, según Velaza, a que los vascones empezaron a escribir su lengua hacia el 150 o 140 A.C, y que “quizás dejaron de escribirla en el año 70 tras los conflictos sertorianos”. Este experto en Epigrafía ve en Irulegi un yacimiento con”extraordinarias posibilidades”, de momento solo “excavado al 10%”, y que junto con La Custodia en Viana que está excavando Javier Armendáriz, “en 5 o 10 años van a transformar nuestra idea sobre qué sucedió en las guerras sertorianas y cómo se romanizó el territorio que va desde el Ebro a los Pirineos”.
TRAZABILIDAD DE LA PIEZA
Sin temor al fraude
Una mano con impronta vascona
Joaquín Gorrochategui ha estado “un año dándole vueltas a la inscripción”. Explica que el texto tiene “varios niveles de interpretación”. El primero es el arqueológico. “Aranzadi y sus arqueólogos hicieron un muy buen trabajo en el momento de la excavación, con la filmación y documentación fotográfica, fundamentales”, que eliminan “cualquier tipo de fraude o de dudas sobre la autenticidad de esto”.
Respecto a su origen, “hay muchos indicios que tienen coherencia para explicar que la pieza fue redactada en Irulegi o muy cerca”. Por la combinación del soporte de bronce escrito en semisilabario ibérico, que se da entre los vascones”, y por la presencia de un signo en forma de ‘T’, “que lo conocíamos en dos monedas de los vascones. Dicho signo, indica este experto, “sí aparece en la llamada escritura ibérica dual, escrita entre el siglo IV y el final del siglo III. Nunca, jamás en ningún texto ibérico, más de un millar, del siglo II, ni del I A.C., de cuando data la inscripción de Irulegi”. En la época donde se inscribe la mano de Irulegi, “que sepamos”, “solamente se utiliza en territorio vascón”.
LA INSCRIPCIÓN
Una posible ofrenda
La relación entre ‘sorioneku’ y ‘zorion’
Para Velaza la relación entre ‘sorioneku’ con zorion o fortuna “sigue siendo válida”. Tanto él como Gorrochategui admiten que resulta plausible pensar que una unión entre sori y on equivale a zorion. Lo chocante, desde el principio, es el sufijo, por la diferencia entre el punteado y esfrafiado. Por otro lado Velaza añade que la última palabra del texto de la pieza produce a ambos estudiosos “mayor sensación de hipótesis sólida” que hace un año. se trata de eraukon, con una posible correlación con el verbo vasco auxiliar eradun, que en su origen significaría dar, entregar u ofrecer”, algo “muy difícil de conciliar con un espejismo o una mera casualidad”.
Javier Velaza, uno de los expertos que ha estudiado la mano, destaca la dificultad de “reconstruir un puzle histórico” sin apenas piezas
Además la fortuna es un concepto “universal” y “antropológico”, y por ello idea también propia del mundo antiguo. Velaza desmiente que uno de los especialistas que ha participado en el dosier, Joan Ferrer, nigue el carácter vascónico de la pieza. “Él interpreta como nosotros que la inscripción de la mano está escrita en la lengua propia del lugar, vascónica. Pero como opina que esta sería hermana de la ibérica, intenta observar el texto a través del ibérico. Pero Ferrer dice que es vascónica”.
JAVIER VELAZA
Catedrático en Filología Latina
“No sabemos cuál es el texto al que debemos hacer más caso”
Desde la presentación de la pieza, señala Velaza, se ha procedido a una nueva limpieza, y eso ha ratificado todas las lecturas a excepción de una novedad “no demasiado significativa”, en el signo primero de la línea segunda. Dos de los puntos de la versión punteada han desaparecido, lo que viene a ratificar la versión esgrafiada. En todo caso, añade, la nueva lectura podría deducir el nombre de quien hace la ofrenda a sorion, entendido como divinidad o como concepto.
“En 5 o 10 años Irulegi y Viana van a transformar nuestra idea de cómo se romanizó el territorio del Ebro a los Pirineos”, señala Velaza
Para este experto, el “problema” muy difícil de resolver” es técnico. Determinar, entre el texto esgrafiado y punteado, a cuál se debe hacer “más caso”, “quién escribió mejor, el que esgrafió o el que punteó”, y si era la misma persona. Ese interrogante sobrevuela por ejemplo con sorioneku (versión punteada) o lo que “posiblemente” dice debajo: sorioneke (la versión esgrafiada).
Por su parte Gorrochategui se inclina por dar “más legitimidad a sorioneke”, como un dativo, una ofrenda a alguien, "puede que a la buena fortuna, o a divinidades atestiguadas en epigrafía latina doscientos años más tarde en Navarra y en Aquitania" que terminan con el sufijo heg. Misterio para ir desentrañando a futuro, “salvo que aparezcan cien textos vascónicos” para comparar, porque “si fuera en latín sabríamos cuál es el texto equivocado”, pero en este caso no, porque “no hay paralelos”, salvo “en cierto modo” el mosaico de Andelo, aparecido hace 30 años.
JOAQUÍN GORROCHATEGUI
Catedrático emérito de Lingüística Indoeuropea
“Cortar la mano al enemigo era un símbolo de inutilizarlo”
La mano de Irulegi presenta un texto esgrafiado (rayado, como si fuera un borrador) y un texto punteado. “Es el único así en toda la epigrafía paleohispánica. No hay otro”. Respecto a la forma del soporte, Gorrochategui, Velaza y Aiestaran proponen un significado con componente cruento: “Creemos, porque aquí sí tenemos ciertos paralelos, que esta es una mano cortada, bocabajo, que se corta a los enemigos vencidos. Puede ser por lo tanto una especie de petición o de ofrenda religiosa, a una divinidad o a alguien”.
“Hay muchos indicios de que la mano se redactó en Irulegi o muy cerca; por ejemplo, por ser de bronce escrito en semisilábico ibérico”, dice Gorrochategui
Otra mano de este estilo ha aparecido en Alcubierre, en Huesca, pero sin inscripción alguna y hecha de plomo, “como corresponde a una zona ibérica”. Hay textos romanos y griegos, añade Gorrochategui, que hablan de una costumbre en toda la Península Ibérica, donde “hasta los lusitanos ofrecían las manos de los vencidos a los dioses”. El propio César, en las Galias, “cuando tuvo que castigar a los galos vencidos les cortó las manos. Cortar la mano al enemigo era un símbolo de inutilizarlo, porque las manos servían para sujetar las armas”, incide este catedrático recién jubilado.
EKAITZ SANTAZILIA
Director de ‘Fontes Linguae Vasconum’
“Aprender a escribir no se hace para hacerlo en una sola pieza”
“El hallazgo es formidable por muchísimos motivos; es una pieza única, muy importante e interesante”, apunta Ekaitz Santazilia (Pamplona, 1987), profesor del departamento de Ciencias Humanas y de la Educación de la UPNA, y director de Fontes Linguae Vasconum, que transmite un “mensaje de tranquilidad y de completa normalidad”. Esta publicación académica del Gobierno de Navarra, semestral, incluye un dosier en el último número coordinado por Gorrochategui y el propio Santazilia, que se ha convertido en “una de las más consultadas de los últimos años”.
Según Santazilia, la pieza “nos ha enseñado muchísimas cosas, es la primera vez que aparece una mano así en el ámbito vascónico, y que tiene una inscripción, una frase entera, no fragmentaria, con adaptación de un signario ibérico al ámbito vascónico”.
El director de la revista recalca que el proceso académico y científico seguido con la mano “ha sido completamente normal” desde que apareció la pieza. “Un año en la historia de la ciencia no es nada, es muy poco tiempo, pero parece que la sociedad pide resultados satisfactorios ya”. El asunto, incide Santzilia, es que “no tenemos forma de comparar, y en este tipo de casos en cualquier ámbito científico, suelen surgir “más dudas que respuestas”, porque la pieza es única y “auténtica”, por lo que abre “muchísimas vías de investigación; eso es motivo de orgullo y de alegría”.
“Hasta ahora era casi imposible pensar en un hallazgo de este tipo. Ahora tenemos uno”, constata el navarro Ekaitz Santazilia
Para este profesor de la UPNA, “se multiplican las posibilidades de que aparezcan más textos escritos. “Hasta ahora era casi imposible pensar en un hallazgo de este tipo. Ahora tenemos uno; cabe esperar que pueda haber más. Es difícil pensar que una comunidad haya desarrollado o adaptado un sistema de escritura para escribir una sola pieza. Aprender a escribir en una lengua es algo muy costoso, que no se hace para hacerlo en una sola pieza”. La incertidumbre asoma al plantearse sobre todo quién la escribió y si estaba “imitando otros modelos”.
COMPARATIVAS “Para indagar en el pasado de las lenguas necesitamos documentación o grandes familias lingüísticas con las cuales poder comparar, y aquí tenemos una única pieza con una única frase. De momento da para lo que da”, comenta Santazilia. Así que hay que andar “con pies de plomo, “igual que si hubiera aparecido en Alemania o en Suecia”. Se trata de ir desentrañando la mano de Irulegi desde la dificultad de estar “muy lejos de comunidades con sistemas de escritura tan desarrollado y tan abundante como la ibérica”.
‘Fontes Linguae Vasconum’: una publicación que empezó en 1969
La revista, editada en Navarra, cumple 11 lustros de investigación evolucionando conforme a los tiempos
Fontes Linguae Vasconum nació en 1969 en un contexto que apuntaba cambios. “Empezaba a haber investigaciones sobre la lengua vasca y etnografía en Navarra, y el entonces director de Príncipe de Viana, José Esteban Uranga, acudió a Jose Mari Satrustegi, entonces cura en Urdiain, para poner en marcha una publicación que recogiera esa labor de Barandiaran o de la Universidad de Navarra. Así, de una reunión en la casa parroquial de Urdiain sugieron dos revistas: Fontes Linguae Vasconum, dedicada al estudio de la lengua vasca, y Cuadernos de Etnología y de Etnografía de Navarra. Las dos siguen publicándose hoy día”.
Para el actual director de Fontes, Ekaitz Santazilia, “el primer hito” de la publicación es “su permanencia”. “la revista ha ido evolucionando conforme la vascología, el estudio de la lengua vasca”. Empezó “prácticamente escrita por Jose María Satrustegi, con grandes contribuciones de Luis Mitxelana y otros lingüistas, muy dedicada a la publicación de textos antiguos en lengua vasca. En la medida que estos estudios se han ido incardinando en la universidad, con doctores e investigadores, “la revista se ha ido adaptando a esas necesidades y a las exigencias de la comunidad científica internacional”. Hoy, con acceso abierto, está indexada en los rankings de revistas científicas en una buena posición, explica Santazilia. “Hemos hecho un trabajo ímprobo para conseguir posicionarla en lugares de prestigio”.
El consejo de redacción comprueba que los artículos recibidos o propuestos cumplen todos los requisitos formales. Los que pasan el corte son enviados a la revisión de dos expertos anónimos, que desconocen el nombre del autor o autora del texto. Pasada la revisión, si los informes son favorables, el artículo se publica.