El ser humano arroja cada minuto lo equivalente a un camión lleno de plásticos al océano. 160.000 toneladas de pellets al año, 12 millones de toneladas de botellas, envases, papel film… que provocarán que en 2050 haya más plásticos que peces en el mar. La llegada de la marea blanca, millones de pellets, a las costas gallegas y asturianas procedente de un contenedor que se cayó desde un buque al mar hace casi un mes frente a la costa norte de Portugal, ha puesto sobre la mesa un problema de “orden mundial”.

Así lo advierte el portavoz de Greenpeace en Galicia, Manuel Santos, que argumenta los datos registrados por la ONU, e insiste en que “los microplásticos dominan el mundo de forma silenciosa”.

Estos residuos que se usan como materia prima para elaborar, mediante su fundición, todo tipo de productos y que se transportan en barco en ingentes cantidades a lo largo de todo el mundo. Este material no es nuevo en las costas del Estado, pero está de actualidad por su llegada masiva a las costas del norte procedente del vertido del buque Toconao al mar hace casi un mes frente a la costa norte de Portugal.

Se estima que en ese contenedor viajaban más de 26 toneladas de pellets repartidas en 1.050 sacos, muchos de los cuales se han roto provocando una marea de bolitas diminutas de plástico, de apenas unos milímetros de diámetro, y cuya recogida y retirada es, por tanto, muy difícil.

Por su forma, aves y peces se las comen al confundirlas con huevos, y las que no se retiren se acabarán desintegrando en microplásticos que se “colarán” por todas partes. Es por ello, que este tipo de vertidos tiene múltiples consecuencias. Santos advierte que los primeros afectados son los organismos marinos: peces, crustáceos, aves... “las van a ingerir confundiéndolos con alimentos, eso provoca problemas gástricos, laceraciones, e incluso la muerte… si la cantidad es elevada”, sostiene el experto.

Pero no solo provocan problemas a corto plazo. De hecho, la investigadora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Marinella Farré, advirtió la pasada semana que este tipo de materiales pueden llegar a tardar hasta 70 años en desaparecer del mar.

Es por eso que insistió en que “es una carrera contrarreloj. Cuanto más se mezclan (los pellets) con la arena, más cuesta retirarlos. Cuanto más tiempo se tarde, más sacos se abrirán”, lamentó la investigadora, quien avisó también que los que están flotando “se pueden ir recubriendo de un biofilm, aumentar su peso y bajar en la columna del agua”.

Así las cosas, como refrenda el delegado de la ONG medioambiental, Manuel Santos, “los microplásticos se irán descomponiendo cada vez en pedazos más pequeños”, e irán siendo filtrados por moluscos, y con eso pasarán además a la cadena alimentaria humana. Aunque los efectos de la ingesta de estos microplásticos “no se sabe aún, hay muchas probabilidades de que los pellets sean tóxicos para el ser humano”, subraya.

De hecho, pone sobre la mesa que “comemos cantidad de microplásticos con todo, no solo con productos de mar, sino también con agua embotellada… los microplásticos dominan el planeta silenciosamente”. Así lo refleja también un estudio, que acaba de publicarse en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, realizado por investigadores del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia (EEUU) que sostiene que el agua embotellada puede contener cientos de miles de pequeños trozos de plástico no identificados hasta ahora.

Pellets, ‘bombas tóxicas’

En la actualidad, insiste Santos, hay miles de millones de pellets en el mar. “Esto es la punta de iceberg”, y avisa sobre su toxicidad: “Actúan como esponjas, atraen y concentran contaminantes que están en el mar”. De hecho, asegura que “hay pellets que llegan a tener un millón de veces la concentración de muchas sustancias tóxicas en el mar, por lo que se convierten en mini bombas tóxicas que van a ser ingeridas por los organismo acuáticos, y se liberan dentro de su organismo”. En consecuencia, forman parte de la cadena alimenticia humana.

Es por ello que el delegado de Greenpeace insiste en la necesidad de dejar atrás los derivados del petróleo. Desde el film hasta botellas de plástico. “Una botella tarda 500 años en descomponerse, el impacto no es solo para hoy, todos los plásticos que se han echado en el océano hace décadas aún están ahí”.

“Nuestro sistema económico está hegemonizado por los combustibles fósiles. El plástico está presente en todas partes, todo es petróleo y gas”. Aunque Santos marca distancia con lo que supuso el Prestige para las costas gallegas, sostiene que “volvemos a lo mismo, la dependencia de estos combustibles fósiles”, cuando en la cumbre del clima, la COP28, se acordó por unanimidad dejarlos atrás en las próximas décadas, por primera vez en la historia. “Admitieron que hay que abandonar los combustibles fósiles, porque sus dimensiones van mucho más allá que una gasolinera”, subraya Santos.

Coto al plástico

Y el plástico, derivado del petróleo, es uno de los primeros que debería reducirse, y en muchos casos eliminarse. Y es que la gran mayoría de plásticos son de un solo uso, “no los necesitamos”, sostiene.

Por ello, aboga por “empezar por ahí; es fácil de eliminar”. Recuerda que es lo mismo que ocurrió con las bolsas de plástico en los supermercados. “Cuando se empezó a regular es cuando se han empezado a abandonar”.

Opina que es la sociedad civil la que “siempre va por delante de los organismos y gobiernos, que necesitan la presión popular para hacer lo que hay que hacer”. Por ello, como nota positiva apunta que “la pérdida del contenedor por lo menos espero que valga para ver que hay que poner coto al tema de los plásticos”.