El sistema sanitario es la puerta de entrada de muchos casos de violencia de género. En Euskadi, a lo largo de 2022, 1.676 mujeres víctimas de maltrato fueron atendidas por profesionales sanitarios de urgencias y de centros de salud, es decir, cuatro cada día. “Una cifra insoportable”, dicen con una sola voz Maite Paino, una referente en programas de violencia de género en Osakidetza y Ainhoa Zabaleta, pediatra en el centro de salud de Pasaia-San Pedro. Ambas participaron en la jornada que puso el broche final a la campaña Generation Equality de activismo contra la violencia de género de la ONU.

En Euskadi, a lo largo de 2022, 1.676 mujeres víctimas de maltrato fueron atendidas por profesionales sanitarios de urgencias

Coinciden en que el personal sanitario tiene un radar muy fino para detectar estos casos, a pesar de la dificultad que entraña. “Creemos que hay un subregistro. Se ven más porque hay muchos pero está muy lejos de lo que es la prevalencia”, dice Paino desde la Subdirección de Asistencia Sanitaria de Osakidetza. “Hay muchas víctimas que acuden a la consulta y que no acabamos de codificar nunca. Cuesta mucho que los casos salgan a la luz. Cuando en unas Urgencias se ven unas lesiones claras, se establece la relación y se pregunta directamente. Con la Atención Primaria, hay una relación más constante, y lo importante es el seguimiento”, aclaran.

Se trata de violencia física, psicológica y sexual. "La más fácil de identificar es la física pero la mayoría es psicológica. Es la que está siempre. Pero también hay violencia económica, violencia sexual. Pueden venir a la consulta manifestando malestar, dolores crónicos, que no mejoran con el tratamiento, afecciones que no van bien, y no sabes lo que pasa para que esa mujer no mejore”, explica Ainhoa Zabaleta. “Por eso, la idea es que estemos activos, que sepamos cuáles son los indicadores de sospecha, cuáles los factores de riesgo, y que no tengamos miedo a preguntar. Porque, a veces las mujeres confiesan que nunca les han preguntado. Que ellas están viviendo ese drama, pero nadie se ha interesado nunca. Y ellas por miedo, o por vergüenza, no nos lo van a contar. Como profesionales debemos ser activos porque es muy importante la detección precoz”, subraya.

"Como profesionales debemos ser activos porque es muy importante la detección precoz”

Osakidetza cuenta con un completo protocolo de actuación y guías preventivas, pero “la violencia de género sigue siendo un tabú, es muy complejo de abordar y hay que saber cómo hacerlo. Abres una caja de Pandora que requiere de muchos recursos, de coordinación para que esa mujer tenga apoyos porque se puede abrir un proceso judicial complejo. Hay miedos por parte del profesional, de la mujer, inseguridad... Por eso a veces es más fácil hacer negación que enfrentarse con todo esto”, resalta Paino.

Coinciden en que no existe un retrato robot de la víctima. “La violencia de género la puede sufrir cualquier mujer, de cualquier status, a veces es más difícil de identificar si tienen estudios universitarios, buenos trabajos, o rentas altas. Esa es más difícil que pida ayuda porque se siente culpable, y tiene vergüenza”, indica Zabaleta.

“A veces es más difícil de identificar si tienen estudios universitarios, buenos trabajos, o rentas altas. Esa es más difícil que pida ayuda porque se siente culpable, y tiene vergüenza”

“Pero sí es verdad que hay contextos que generan una mayor vulnerabilidad. En la guía recogemos algunos factores que las convierten en más frágiles como vivir en municipios muy pequeños, mujeres con discapacidad, mujeres del mundo de la prostitución, féminas que sufren problemas de salud mental... eso hace que las posibilidades de ser víctima sean más altas”, indican.

Aseguran que “no hay que dejar nunca que lo que sucede entre cuatro paredes, se quede entre cuatro paredes”. “Como profesionales sanitarios, no podemos permitir eso. La población confía en nosotras, y están acostumbrados a acudir a su centro de salud, tienen confianza con enfermeras, médicos. Por eso es más fácil que accedan al ambulatorio a que vayan directamente a los servicios sociales o a la Ertzaintza”, revela Zabaleta.

Paino destaca que, pese al trabajo realizado, siempre hay margen de mejora. “En Osakidetza tenemos un fondo de armario de intervención, y cada año incorporamos elementos nuevos. Pero hay que hacer hincapié en que todos podemos participar en la prevención. Hay que trabajar con la comunidad para la detección precoz y para dejar la intervención en último lugar.”

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En corto


Protocolos. El objetivo de los protocolos y guías de Osakidetza para la violencia de género es implicar al personal sanitario en la detección precoz de los casos y ofrecer unos criterios de intervención, así como recursos que permitan una atención integrada a las mujeres que sufren este problema.