¿Qué posibilidades tiene actualmente Michelle de encontrar un empleo?

El hecho de ser una persona migrante complica mucho la situación. Viene con una mochila fuerte, y no conocer el entorno exige un periodo de adaptación. Ella apenas lleva un año aquí. La verdad es que están muy dañadas y muchas veces se complican los itinerarios en los que tratamos de embarcarles para que tomen las riendas de sus vidas.

¿En qué situación se encuentran cuando llegan al programa?

Suelen tener una autoestima muy baja. Además, por la situación que les ha tocado vivir, son constantes las citas con los abogados y la Justicia, lo que se convierte en una dificultad añadida a la hora de encontrar un empleo más o menos estable. Es complicado encontrarlo, y sobre todo mantenerlo.

¿Qué soluciones ofrecen desde Cruz Roja?

El programa Incorpora es una red de entidades en contacto con las necesidades del tejido social y empresarial del territorio. Se apoya a muchos colectivos vulnerables, pero Cruz Roja pone el foco en las víctimas de violencia de género. Además, se da la circunstancia de que algunas mujeres, como es el caso de Michelle, no tienen permiso de trabajo.

¿Partiendo de una situación así tiene cerradas por completo las puertas del mercado laboral?

En su caso, va a costar un poco más. Dentro del trabajo de prospección empresarial que realizamos para encontrar ofertas de empleo, personas como Michelle no van a poder entrar en esos procesos de selección. Pero a la espera de obtener la documentación en regla, se pueden ir preparando. Y para esos casos ofrecemos los talleres de empoderamiento.

¿Con qué objetivo?

Tienen que ir conociendo poco a poco el mercado laboral del entorno que les recibe. Lo que aquí encuentran es muy diferente a la realidad de sus países de origen. Se les entrena y prepara para cuando llegue el momento. Es una formación prelaboral.

¿La situación extrema de violencia que han vivido aflora, de alguna manera, en ese proceso de formación?

Claro. Se trabaja previamente temas como la autoestima, la responsabilidad y la corresponsabilidad en el hogar. La mayor parte son madres, muchas de ellas solteras y solas, sin apoyos para el cuidado de los hijos. Debemos prestar atención a todas esas cuestiones para que luego la inserción laboral pueda ser lo más exitosa posible. El taller se convierte, en ese sentido, en un desahogo porque muchas mujeres tienen la oportunidad de compartir experiencias de las que no habían hablado nunca.

Ofertas laborales

¿Y acaban encontrando empleos estables?

Desafortunadamente, el mercado laboral que tenemos es como es. Una vez que empiezan a trabajar no nos olvidamos de ellas, porque es habitual que a los tres meses vuelven a estar aquí. A pesar de que la reforma laboral ha introducido ciertas mejoras, las ofertas laborales que tenemos encima de la mesa no son las mejores, ni desde el punto de vista salarial ni de estabilidad. Habitualmente son sustituciones.

¿Qué trabajo realizan desde Cruz Roja con las empresas en esa búsqueda de nichos de empleo?

Visitamos las empresas para dar a conocer nuestro programa. Mucha gente sigue pensando que Cruz Roja es exclusivamente playas y ambulancias, y el plan de empleo es muy desconocido. Nuestro objetivo es trabajar con las empresas, que recurran a nosotras siempre que tengan falta de personal. Es un reto enorme. Vemos que no se nos está teniendo en cuenta.

Porque personal tienen…

Sin duda. Todos los años pasan por el programa Incorpora cien mujeres. Gente tenemos, otra cosa es que se adecúen a las necesidades del mercado.

¿A qué se refiere?

El mercado laboral actual es muy exigente, cada vez más, con unos requerimientos de formación y competencias muy altos. Por lo general estas mujeres entran en empleos de baja cualificación. La mayoría son inmigrantes que vienen con estudios de sus países pero no los tienen homologados. Nos movemos en los sectores de limpieza, de comercio, de cuidados…

¿El de los cuidados no es ya un nicho de empleo importante?

Sí, y en Gipuzkoa todavía más, ya que estamos hablando de una población muy envejecida. Es una labor que poco a poco se está profesionalizando, para lo cual hace falta formarse. En Gipuzkoa es un nicho de empleo claro y, de hecho, la salida de gran parte de las cien mujeres que pasan por aquí todos los años es precisamente los cuidados.