Se cumplen exactamente 20 años desde el cierre de la fábrica Bilore de Zaldibia y aún hoy continúan las labores de desescombro de lo que son sus ruinas, un solar desaprovechado, y que sólo comenzó a rehabilitarse después de que una empresa local decidiese adquirir los terrenos en 2018. La demolición arrancó en enero de 2021, tras años de abandono total, pero los trabajos aún “van para largo”, admite el alcalde de la localidad, Ioritz Berra.

Euskadi declara objetivo “prioritario” recuperar las áreas degradadas

El caso de Bilore es significativo, pero no es más que un botón de muestra de una realidad que afecta a muchos municipios e infinidad de metros cuadrados en Gipuzkoa, salpicada aún de fábricas abandonadas, a menudo dentro de los propios cascos urbanos.

Euskadi declara objetivo “prioritario” recuperar las áreas degradadas

En este reportaje haremos un leve repaso por varios de estos lugares: Ingemar, en Usurbil; Luzuriaga, en Pasai Antxo; ArcelorMittal en Zumarraga; Corrugados, en Azpeitia; y la propia Bilore, en Zaldibia. Heridas sin cerrar aún. En vías de solución algunas, estancadas otras.

Euskadi declara objetivo “prioritario” recuperar las áreas degradadas

Es cierto que también nos encontramos otros casos de éxito rehabilitador como pueden ser Tabakalera en Donostia, que se cerró como fábrica de tabaco en 2003 y se reinauguró en 2015 como centro e icono cultura. O el centro cultural Niessen de Errenteria, un edificio de 1929 que en los 70 dejó de ser fábrica y en septiembre de 1997 se recuperó como centro cultural que también alberga un auditorio y la escuela municipal de Música y Danza.

Euskadi declara objetivo “prioritario” recuperar las áreas degradadas

En ambos casos, el fuerte apoyo institucional y la propiedad pública contribuyeron a su recuperación. No siempre es así.

Zaldibia, 20 años después

El drama que supuso el cierre de la emblemática fábrica de jabones y el despido de toda su plantilla es ya un vago recuerdo para muchos en Goierri. Pero la huella de lo que fue continúa allí, donde siguen de pie las ruinas de un edificio que albergaba oficinas.

Este municipio tuvo la “suerte”, dice su alcalde, de que una empresa local que precisamente se dedica a demoliciones y a la gestión de este tipo de residuos quiso hacerse cargo de los terrenos, sin ayuda de las grandes instituciones. En junio de 2022, esta empresa solicitó al Ayuntamiento un permiso para prolongar los trabajos de desescombro durante dos años más. Le fue concedido. Los trabajos continúan allí.

Según Berra, el principal problema para recuperar estos suelos abandonados “es la propia ley”: “No es de recibo que una empresa pueda eludir toda su responsabilidad y dejar abandonadas sus instalaciones, en este caso contaminantes”, bajo la figura del concurso de acreedores. En segundo lugar, lamenta la “falta de recursos que tenemos los municipios pequeños para hacer frente a estos marrones”. Zaldibia tiene 1.600 habitantes.

Berra cree que es necesario un “ajuste legal” y reclama la creación de un fondo a cargo de las propias empresas, durante sus años de actividad, para hacer frente a estas eventualidades. Las mismas empresas que “durante años se han enriquecido con esa actividad”.

Desde Sprilur, la sociedad pública de gestión de suelo industrial de Euskadi, comparten este análisis y señalan que “esto es algo que a nivel europeo se está trabajando”. Y recuerdan además que rehabilitar estos espacios y volver a “obtener la declaración de suelo apto para actividad económica” requiere de “una tramitación muy densa y amplia que afecta a diferentes Administraciones”.

El Consistorio querría que en esa área se desarrollase una actividad no contaminante. El Plan General de Ordenación Urbana contempla un uso terciario y la posibilidad de hacer viviendas en una parte que ocupa el viejo solar de Bilore. “Lo que quiere el Ayuntamiento es rehabilitar este lugar. Verlo libre de contaminación y de posibles accidentes que pudieran producirse ahí”, insiste Berra.

Ingemar envejece rápido

La situación de la vieja fábrica de mármoles y granitos Ingemar no ha llegado al nivel de deterioro que alcanzó Bilore, ni mucho menos, pero el riesgo de liquidación de una empresa es una amenaza grande, de consecuencias impredecibles, y el Ayuntamiento de Usurbil ha decidido condonarle parte de la deuda a los propietarios, algo más de 100.000 euros, y llegar a un acuerdo para cobrarla en diferentes plazos durante 60 meses. La fecha tope será octubre de 2028.

No han pasado ni cinco años desde que la dirección anunció el cierre de la planta de Ingemar en Usurbil, en abril de 2019. Desde entonces, sus instalaciones han sufrido un deterioro palpable y visible desde la carretera.

Este verano, la propia alcaldesa, Agurtzane Solaberrieta, admitió que no aceptar la quita planteada por el nuevo propietario podría llevar a la liquidación a la empresa y provocar que “no se pudieran cobrar nunca las deudas”, además de que “podría acarrear consecuencias mucho más perjudiciales”. En este caso, al menos el Ayuntamiento ha establecido una serie de garantías: en primer lugar, si se vendiesen las instalaciones a un tercero, el dinero obtenido iría directamente a zanjar la deuda con el Ayuntamiento, que además se reserva la garantía hipotecaria ante un posible impago.

La esperanza de Pasai Antxo

Otra herida urbanística en vías de solución se halla en Pasai Antxo. La fundición Victorio Luzuriaga cerró sus puertas en noviembre de 1994. Y en marzo de este año, el Ayuntamiento adquirió el edificio de las antiguas oficinas situado en el distrito pasaitarra de Antxo y también las parcelas colindantes. Todo por 2,6 millones de euros. Sus propietarios eran el Instituto de Crédito Oficial (86,6%), la Diputación Foral de Gipuzkoa (6,04%) y el Gobierno de Navarra (7,36%).

Este edificio de 5.000 metros cuadrados está llamado a convertirse en un centro cultural que acogerá actividades de varias asociaciones culturales y sociales de Antxo y distintos servicios municipales, tal y como se acordó en el proceso de participación impulsado por el Ayuntamiento. En este caso, ha sido clave la subvención de seis millones de euros concedida al Ayuntamiento por el Ministerio de Cultura al Consistorio, que ha permitido no sólo abordar la compra, sino también hacer frente a las futuras labores de rehabilitación y acondicionamiento.

Zumarraga acaricia una solución

En Zumarraga, la marcha del gigante siderúrgico ArcelorMittal en marzo de 2016 generó un vacío importante cerca del casco urbano. Las instalaciones no muestran un deterioro tan notable a simple vista y en este caso, el propio Gobierno Vasco admitió este mismo verano que existe un “interés creciente” de varias empresas por instalarse en este espacio.

La propietaria del solar en este caso es la propia Sprilur, sociedad pública del Gobierno Vasco, que en junio ya reconoció negociaciones con la firma británica Plastic Energy, que estaría interesada en instalar ahí una planta de reciclaje de plásticos. La Diputación de Gipuzkoa y el propio Ayuntamiento han tomado parte en este proceso, y se prevé que este mismo otoño podrían emprenderse las primeras obras de urbanización y algunas demoliciones previas o labores de concretas de remedición de suelos.

El dilema de Azpeitia

El caso de Corrugados Azpeitia ha copado titulares hasta hace no mucho. La planta detuvo su actividad en 2013, cuando el grupo Gallardo anunció el despido de la plantilla. En febrero de 2021, cuando estaban a punto de cumplirse ocho años desde su cierre, el grupo empresarial Cristian Lay mostró al Ayuntamiento su intención de reabrir la planta, lo que dio pie a un enfrentamiento político encarnizado entre el PNV, favorable al proyecto desde la Diputación de Gipuzkoa y el Gobierno Vasco; y EH Bildu, que al frente del Ayuntamiento se opone a recuperar una actividad que considera sucia y contaminante en pleno casco urbano y se plantea a futuro la recuperación de ese espacio para su desarrollo urbano. Los tambores de guerra suenan ya débiles, pese a la sentencia que anula el decreto que impedía la reapertura de la planta. El Ayuntamiento ya ha anunciado que recurrirá el fallo del tribunal de lo contencioso administrativo número 1 de Donostia, pero la planta, abandonada, es un mamotreto que rompe la estética y requiere de grandes soluciones que aún hoy parecen lejanas.

Donostia

El viceconsejero de Sostenibilidad Ambiental, Aitor Aldasoro, ha afirmado esta semana que Euskadi no debe conformarse con descontaminar terrenos industriales, sino que debe apostar por la regeneración de suelos y por la recuperación de la biodiversidad en los espacios contaminados. Según los datos de Gobierno vasco, en los últimos 30 años, Euskadi ha descontaminado el 25% del suelo afectado.

Fuentes de la sociedad pública de gestión de suelo industrial Sprilur, participada por el Gobierno Vasco, aseguran que desde que se aprobó la nueva Ley de Protección de Suelo, a principios de 2021, se conformó el objetivo prioritario de recuperar áreas degradadas en Euskadi.

Sprilur, de hecho, desarrolló su propia estrategia de Suelo 2021-2024 y afronta un volumen de inversiones de 255 millones de euros que puede prolongarse según tramitación y desarrollo de obras, apoyados en presupuestos ordinarios, extraordinarios y planes interinstitucionales para el relanzamiento de zonas de actuación preferente. A través del Programa Berpiztu, se activan proyectos de regeneración: Planes Estratégicos Comarcales (PEC) en Oarsoaldea, Meatzaldea-Enkarterri, Ezkerraldea y Aiaraldea.

Según Sprilur, se están llevando a cabo en Gipuzkoa 19 proyectos de regeneración de espacios industriales para “dar una nueva vida a esos espacios en desuso y evitar así la artificialización y agotamiento de nuevos suelos”. Esos proyectos están en Pasaia, Lezo, Oiartzun, Zumaia, Zumarraga, Eibar (2), Zarautz, Irun (3), Zestoa, Lazkao, Bergara, Ormaiztegi, Legazpi, Eskusaitzeta-Donostia, Hernani. Algunos ejecutados, ya iniciados y otros en fase de tramitación o previsión.

Ejemplos de recuperación de suelos en desuso son Sidenor-Legazpi; la antigua Xey en Zumaia; la vieja ArcelorMittal en Zumarraga; la antigua Fundición Sarralde en Urretxu; el nuevo Edificio La Herrera en Pasaia; y la modernización y renovación de siete áreas industriales en Oarsoaldea.