Abdoulaye Sarr trae un papel que tiene previsto leer, pero en el transcurso del encuentro cambia de opinión. “No pensaba contaros lo que me ocurrió, porque fue hace una semana. Es reciente y todavía me duele”. Este joven senegalés de 25 años reside en Gipuzkoa desde que se bajó de aquel autobús que llegó a la estación de Donostia en 2018, en lo que fue la antesala de una crisis migratoria con llegadas masivas de personas. Él era uno de ellos. Aquella mañana, entre medio centenar de subsaharianos procedentes de Algeciras, Sarr ni siquiera sabía en qué ciudad estaba. 

Llegó a Donostia como podía haberlo hecho a cualquier otro punto de la geografía, dejando atrás su pesada mochila de sufrimiento y desesperación, a bordo de una patera que a punto estuvo sumergirse para siempre. Cinco años después de aquello, su situación ha cambiado. “Hoy trabajo con jóvenes sin referentes”, explica el senegalés, que inicialmente fue acogido por diferentes oenegés, entre ellas SOS Racismo. El joven ha reconducido su vida y llevaba meses buscando piso. Se le presentó la ocasión irse de alquiler en solitario. “Hablé con la inmobiliaria, mandé las nóminas como me indicaron. Que me llamarían. A los tres días habían cambiado los requisitos: tenía que presentar no uno, sino dos contratos”, cuenta el joven, un tanto contrariado. 

Mari Carmen Jiménez, de 52 años, también ha vivido una experiencia similar. Confiesa que se ha sentido expulsada del mercado de la vivienda. “Tenía un trabajo y consideré independizarme. Durante un año fue imposible. Tenía ingresos, pero no había manera”. Esta mujer de etnia gitana llegó a preparar a conciencia “cómo iba a hablar y qué iba a decir en la inmobiliaria”. La única diferencia con el resto de la población, dice, “ser una mujer racializada”. Han transcurrido muchos años de aquella experiencia, pero esta activista de la Asociación gitana Nevipen asegura que perdura la discriminación. “Hemos llegado a ver anuncios en los que indican que no están permitidos perros ni gitanos, como si fuéramos animales. En otras ocasiones, se escuchan comentarios como: una casa tipo gitano. ¿Cómo es una casa tipo gitano?”, se pregunta esta mujer, al frente de una entidad integrada en la red Eraberean, la iniciativa impulsada por el Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno Vasco, para promover la presencia del principio de igualdad de trato y la lucha contra la discriminación en las políticas públicas.