Se mire por donde se mire, el cambio climático se sigue abriendo paso en el territorio. La lluvia y el tiempo húmedo de este jueves desmiente la tendencia que se viene observando. El año pasado fue extremadamente cálido en Gipuzkoa, donde el mercurio llegó a dispararse hasta los 42,8º en Arrasate, y también puso a prueba a localidades costeras como Hondarribia, con sus 29 noches tropicales. No son más que dos botones de muestra de una realidad tan tozuda como sofocante, como acaba de reflejar también el verano de 2023, que urge la adopción de medidas que se anticipen a consecuencias que pueden ser irremediables.

La temperatura media en Gipuzkoa ha subido un grado en las tres últimas décadas. Actualmente se sitúa en 14,5º, con cerca de un 20% más de horas de sol durante el pasado 2022, según recoge el cuarto informe elaborado por la fundación Naturklima, que han presentado este jueves el diputado de Sostenibilidad, José Ignacio Asensio, y David Zabala, director de Naturklima.

Está en juego nuestro futuro y la salud, el medio ambiente y la economía de nuestra sociedad. Es el momento de actuar”, ha remarcado el diputado, con datos de los que se desprende la necesidad de remar aprisa con destino a “una sociedad más sostenible”.

Calor, también en invierno

El calor durante 2022 fue algo más que una sensación térmica en Gipuzkoa. Se convirtió en una constante durante las cuatro estaciones del año. El invierno, especialmente diciembre, fue un periodo muy cálido, con un episodio extraordinario de temperaturas muy altas, y registros por encima de los 20 grados. Una anomalía que se reeditó en otras épocas del año. La primavera siguió el mismo patrón. Mayo superó por primera vez registros récord, por encima de los 30 grados.

Y, como cabía esperar, las altas temperaturas se recrudecieron en verano, con la máxima absoluta de 42,8º medida en la estación de Arrasate. La insolación fue superior a los valores normales, con cerca de un 20% más horas de sol, y un otoño en el que hubo más de lo mismo, especialmente octubre, “con una anomalía promedio que superó los 4º grados en todo el territorio”, según han revelado durante la presentación del cuarto informe, bajo el título Impacto y Vulnerabilidad al Cambio Climático en Gipuzkoa-Recursos Hídricos.

Una enorme diferencia de la temperatura en el pasado otoño con respecto a registros anteriores, algo que “jamás había sido observado en ningún otro mes”. Y hay más evidencias de la huella que sigue dejando el ser humano en una sociedad industrializada de ritmo frenético y consumista. Los indicadores climáticos arrojan más datos. El número de noches tropicales también resulta muy significativo. A este respecto, destaca el caso de Hondarribia, que registró un total de 29 madrugadas que todavía seguirán grabadas a fuego en las retinas de más de un vecino de la localidad costera. Gipuzkoa, de media, tiene actualmente dos noches tropicales más con respecto a 1971, y los días cálidos siguen la misma tendencia.

20 días con más de 32 grados

Durante 2022 hubo un promedio de 20 jornadas con temperaturas superiores a los 32 grados medidos en todas las estaciones meteorológicas. En Alegia y Añarbe se alcanzaron los 25 días, e incluso se superaron los 30 días de sofocante calor en las estaciones de Arrasate o Estanda.

Este progresivo calentamiento del territorio, con una mayor exposición de horas de sol, también lleva a aparejados otros cambios. En contraposición con lo que venía ocurriendo durante la última década -que estaba siendo algo más húmeda que los registros anteriores- en 2022 se rompió esa tendencia positiva. En concreto, se registró una precipitación un 20% menor a la del periodo de referencia (1981-2010). Goierri fue la zona más seca del territorio.

Esta información que proporciona Naturklima resulta crucial y estratégica “para anticiparnos y adecuar las políticas de mitigación para combatir el cambio climático”, según ha expresado Asensio, quien ha apostado por aunar esfuerzos entre todos los agentes implicados -sector público y privado, universidades y centros tecnológicos, ciudadanía y sociedad en general- “para que entre todos podamos adaptar las medidas de prevención y corrección pertinentes, y velar por el futuro y bienestar de las nuevas generaciones”.

El informe presentado se estructura en dos bloques. En el primero se realiza el seguimiento de los cambios de las variables del clima, tanto a nivel global, como en Gipuzkoa. Para lo cual se emplean 85 indicadores que revelan -tal y como ha quedado expuesto- el progresivo aumento de la temperatura en el territorio.

Evaluación de recursos hídricos

En un segundo bloque se analiza en detalle los efectos del cambio climático sobre ríos, embalses y acuíferos. Se valora, en suma, las necesidades hídricas para los diferentes usos del territorio. “Es imprescindible que tengamos una fotografía clara de los recursos hídricos que disponemos a corto, medio y largo plazo. Establecer las medidas pertinentes para garantizar en todo momento que el agua dulce esté disponible de manera sostenible”, ha indicado el director de Naturklima.

La falta de acceso a agua potable no es precisamente un problema que haya llegado a Gipuzkoa, que cuenta con uno de los registros pluviométricos más altos de Europa, pero constituye uno de los grandes problemas para la salud en el mundo, y en la medida en que se suceden las jornadas calurosas y secas a lo largo del año es un debate que también ha pasado a estar presente en el territorio.

Así, las proyecciones indican, de media, una reducción de los recursos hídricos en Gipuzkoa, que varía entre un -2,5% en el corto plazo (2011-2040) a un -30% en el largo plazo (2071-2100) dependiendo de los escenarios de emisiones.