La escalada de violencia machista durante este verano, que ha llevado a celebrar una reunión de crisis tras un mes de julio funesto en el Estado con nueve asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas, vuelve a poner el foco en una tragedia cotidiana de la que Gipuzkoa no escapa. De hecho, en el territorio se dictan una media mensual de 32 sentencias condenatorias de ingreso en prisión por violencia de género, según se desprende de la memoria de la Fiscalía.

El Ministerio de Igualdad ha pedido estos días a la sociedad "estar especialmente alerta” tras un mes de julio en el que los asesinatos machistas se han triplicado con respecto al año pasado. Una cuestión que este periódico traslada a la abogada Cristina Ramos, experta en violencia de género, quien lleva 17 años defendiendo a las mujeres a través de la Asociación Clara Campoamor.

La letrada observa que esta lacra mantiene una constante a lo largo de todo el año. “Es algo que vemos en las guardias. Es verdad que por esta época del año puede haber más tiempo de convivencia, pero estamos hablando de una triste realidad que no responde siempre a un mismo patrón temporal”, asegura la abogada, que ve urgente abrir más juzgados de violencia sobre la mujer en Gipuzkoa para “desatascar el colapso que existe”.

La asistencia por delitos violentos no cesa. Un total de 299 mujeres han denunciado en el primer semestre del año haber sido víctimas de un delito contra la libertad sexual en Euskadi, lo que supone un 26,1% más que en el mismo periodo de 2022. Por territorios, destaca el aumento del 36,5% en Gipuzkoa, al contabilizarse 101, frente a las 74 de 2022.

"No son hechos aislados"

Paralelamente, los incidentes que se producen en el territorio dentro de una relación de pareja “no son hechos aislados” sino que se enmarcan “dentro de un proceso de control, dominio y sumisión en el que la mujer es sometida a la violencia física, psicológica, sexual o económica de forma continuada”. Así lo entiende la abogada, tal y como recoge un estudio jurídico criminológico sobre los 25 casos más graves -homicidios o asesinatos- cometidos en la CAV en las dos últimas décadas, un documento que permite extraer una valiosa información sobre el contexto en el que se producen este tipo de crímenes.

El informe concluye que es necesario “mejorar los mecanismos de protección” actuales. Y lo hace teniendo en cuenta “el importante número de víctimas mortales” sobre las que se había identificado previamente una situación de riesgo. Erica Vanessa Reyes no había denunciado a su agresor por malos tratos. La joven de 22 años, la última mujer asesinada en el Estado, fue localizada sin vida el lunes en su domicilio sevillano de Utrera con un fuerte golpe en la cabeza, elevando así a 32 el número de víctimas de la violencia de género en lo que va de año. Una lista negra que asciende a 1.216 desde que se toman registros.

La escolta vasca Carolina Martínez, al frente de la asociación de profesionales Safe Woman, que ofrece protección a mujeres víctimas de violencia de género, cree que sigue siendo necesario “mejorar el protocolo de prevención, porque no se puede prestar atención a esta realidad sólo después de los asesinatos”.

El cambio de rutinas y el mayor tiempo de convivencia en medio de conflictos familiares sí parecen ser factores que pueden influir en un recrudecimiento de la violencia por esta época del año. El estudio de las sentencias condenatorias por asesinatos machistas en Euskadi señala que son precisamente julio y agosto los meses más negros, y es el sábado el día de la semana que más crímenes se registran, la mitad de ellos delante de testigos. "Estamos hablando de meses en los que necesitamos una especial alerta", ha advertido esta semana la ministra de Igualdad, Irene Montero, que asistió el martes a la reunión del comité de crisis para tratar los asesinatos machistas.

Autor del crimen: oculto en un hostal

El autor del último crimen en Sevilla es presuntamente el marido de la víctima, un hombre de 43 años que se dio a la fuga y que fue localizado el lunes oculto en un hostal, según informaron fuentes próximas a la investigación. El abogado de la familia ha avanzado que pedirán "la máxima pena, posiblemente la prisión permanente", porque hay indicios de que mató a la joven "de forma consciente y deliberada", además de que no tuvo opciones de huir y recibió varios golpes, no solo uno. En este caso no había hijos menores de edad, pero esta misma lacra ha dejado huérfanas en Euskadi a casi medio centenar de víctimas en las dos últimas décadas.

La violencia de género, según figura en la memoria de la Fiscalía vasca, motivó la incoación de un total de 2.492 diligencias urgentes en Euskadi, 670 de ellas en Gipuzkoa, territorio en el que se han dictado 391 sentencias condenatorias de ingreso en prisión. En el conjunto de Euskadi el número de resoluciones se eleva a 1.030.

El “maltrato ocasional” se sitúa detrás de 350 casos registrados en Gipuzkoa, donde además 18 personas enviadas a prisión protagonizaron reiterados episodios de violencia física, psicológica y sexual. A este respecto, el exdelegado del Gobierno contra la Violencia de Género Miguel Lorente ha abogado esta semana por poner en marcha campañas específicas de verano contra la violencia de género, al igual que hace la DGT para prevenir accidentes de tráfico en la Operación Salida. "Aquí hay una falta de insistencia", advierte el responsable, "preocupado" por la intensificación del "negacionismo" de esta realidad, lo que genera "mucha inseguridad, miedo y desconfianza" en las víctimas.

Se constata en ese sentido un descenso del número de agresores que se suicidan después de haber asesinado a su pareja o expareja. Un 16% de casos el año pasado, "casi siete puntos menos" que hace cinco años, algo que el experto achaca a un aumento de la "justificación". "Cuando el agresor se suicida es porque percibe que la sociedad, su entorno a nivel familiar y laboral va a cuestionar su conducta, no quieren enfrentarse a esa crítica social", explica, al tiempo que precisa que, cuando en lugar de ese rechazo percibe "cierta comprensión o justificación" de los motivos, en lugar de suicidarse, "se entrega voluntariamente".

El comité de crisis reunido esta semana subraya que ante estos episodios de violencia los mensajes que llegan a los jóvenes "no pueden ser de relativización" y "mucho menos de negacionismo". El problema, según observa la abogada de la Asociación Clara Campoamor, es que, en ocasiones, la insistencia sobre los peligros “que pueden acechar en una noche de fiesta”, en ocasiones, llegan a provocar un efecto contraproducente entre la juventud.

“Se pone el foco insistentemente en el peligro que puede entrañar salir por la noche; todo ha pasado a llamarse agresión sexual sin saber exactamente si estamos hablando de un tocamiento o una violación. Por lo que percibimos en nuestro entorno, da la sensación de que se están radicalizando las posturas”, lamenta.