El ingreso el pasado miércoles en el servicio de Urgencias del Hospital de Valdecilla (Santander) de una ciudadana que había pasado unos días en la antigua colonia –luego provincia de ultramar– española de Guinea Ecuatorial y en Camerún, sospechosa de padecer la enfermedad de Marburgo, activó el protocolo de emergencia y pone de actualidad esta zoonosis. Las muestras tomadas a la paciente, que permanece aislada en una habitación de alta seguridad biológica, fueron enviadas al laboratorio del Centro Nacional de Microbiología de Majadahonda (Madrid), que determinó que no se trata del virus de Marburgo.

La enfermedad, para la que no hay vacuna ni tratamiento específico, fue detectada en 1967 en la ciudad alemana de Marburgo –origen de su nombre– por técnicos de laboratorio que resultaron infectados cuando investigaban con monos verdes (Chlorocebus sabaeus) importados de Uganda.

A comienzos de febrero de este año, conocimos la noticia de la aparición en Guinea Ecuatorial de varios casos de fiebre hemorrágica de Margurgo, causada por el virus de Marburgo, con once muertos y medio centenar de personas bajo sospecha, que se dio por finalizado hace una semana.

Según datos oficiales de la OMS, entre febrero y mayo se registraron 17 casos confirmados en laboratorio y 23 casos pendientes de confirmación, el último el pasado 20 de abril.

En el pasado, se detectaron brotes y casos esporádicos de esta enfermedad en África Central subsahariana y Occidental, países como Ghana, Guinea-Conakri, Angola, la República Democrática del Congo (RDC), Kenia, Sudáfrica y Uganda. Se estima que en África ha causado la muerte de más de 3.500 personas, pero fueron episodios raros y esporádicos, que fueron contenidos en parte porque se produjeron en zonas aisladas.

La propagación a otras zonas suele ser el resultado del regreso de viajeros que estuvieron en África.

Dicho de una manera coloquial, con fines pedagógicos únicamente, el virus de Marburgo es pariente del virus del ébola y del cueva virus, todos ellos son filovirus.

Causan enfermedades clínicamente similares, caracterizadas por fiebre alta, dolor de cabeza intenso, malestar general y hemorragias repentinas y graves en los capilares, y puede producir la muerte en pocos días, con un período de incubación de dos a 21 días y una tasa de mortalidad entre el 50 y el 88%. Los síntomas aparecen de forma repentina. Los más comunes son fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y dolores musculares. A partir del quinto día, los afectados pueden desarrollar una erupción en el pecho, la espalda y el estómago, náuseas, vómitos, dolor torácico, dolor de garganta, dolor abdominal y diarrea.

Los síntomas se vuelven cada vez más graves y pueden incluir ictericia, inflamación del páncreas, pérdida grave de peso, delirio, shock, insuficiencia hepática, hemorragia masiva y disfunción multiorgánica.

La infección por el virus ébola, por cualquiera de las cinco especies descritas, es ligeramente más virulenta que la infección por el virus Marburg. Se transmite a través de los murciélagos de la fruta, zorros voladores (Rousettus aegyptiacus), al ser humano y se propaga entre éstos directamente.

Los filovirus son muy contagiosos. La transmisión entre personas se debe al contacto de la piel y las mucosas con líquidos corporales (saliva, sangre, vómito, orina, heces, sudor, leche, semen) de una persona infectada sintomática. Los seres humanos no transmiten la infección hasta que se desarrollan los síntomas, que persisten en los pacientes supervivientes durante el tiempo que se necesita para desarrollar una respuesta inmunitaria eficaz.

Teóricamente, los pacientes que sobreviven eliminan el virus por completo y ya no lo transmiten. Sin embargo, el virus del ébola puede persistir en algunos sitios inmunoprivilegiados (ojo, encéfalo, testículos).

El virus puede volver a surgir a partir de estos sitios y provocar secuelas tardías o recaídas y se sospecha la transmisión sexual desde los supervivientes a individuos susceptibles.

Doctor en Veterinaria