Tiene 65 años y lleva desde los 24 trabajando. Toda una vida.

Sí, ahora estoy en prórroga. Empecé en marzo del 82. Mi mujer, una amiga y yo, que éramos de Bilbao, sacamos la residencia, y nos fuimos a Nuestra Señora de Aranzazu, el actual Hospital Donostia. Entonces aún no existía Osakidetza. Nos fuimos los tres allí, yo, a Respiratorio y ellas eran médicos de familia. Estuve allí cuatro años y cuando acabé la residencia, me llamaron del hospital de Zumarraga.

La evolución en estas décadas de la sanidad ha sido brutal. Nuevos fármacos, nuevos tratamientos...

Más que la parte farmacológica yo destacaría la tecnológica. En aquella época, cosas como el escáner o las resonancias, ahora tan habituales, estaban en mantillas. Las técnicas de radiodiagnóstico han cambiado radicalmente. Como todo es progresivo, no nos damos ni cuenta. Pero si haces una foto de entonces y de ahora, el cambio es brutal.

Habría enfermedades para las que el pronóstico era fatal y que ahora son prácticamente banales.

La tipología del paciente ha cambiado mucho, y también las enfermedades que se ven en los hospitales. Entonces, en Respiratorio, era muy frecuente el asma. Ingresaban personas con grandes ataques de asma, incluso gente muy joven. O los EPOCs, y ahora prácticamente ya no ingresan. O ingresan más mayores. 

"Recuerdo en la primera época del covid, haber estado cuarenta días seguidos trabajando"

Por eso se habla tanto de la sostenibilidad del sistema sanitario.

Es que puedes morir un poco de éxito porque el problema ahora es que vivimos muchos más años y, con edades avanzadas y enfermedades crónicas, es más difícil obtener resultados brillantes. Aunque lógicamente al paciente que está mal no le sirve que le digas que el sistema está mejor que hace 40 años. En aquella época ingresaba en los hospitales de agudos gente con 20, 30 y 40 años. Ahora ya los que ingresan tienen más de 65 años, salvo excepciones. Y está claro que necesitas menos recursos sanitarios para mejorar una patología aguda, que una crónica.

En su especialidad, lo que ha pasado con la pandemia ha sido la madre de todas las batallas. ¿Ha sido la crisis más dura que le ha tocado vivir en estos 41 años en activo?

Para mí no. Fue el sida. A finales de los 80 empezaba a hablarse de una epidemia que aparecía en EE.UU, en homosexuales. En aquel momento no se sabía ni el origen. Ni se pensaba siquiera en un virus. Luego nos cayó encima porque ví morir a mucha gente joven de 20 años. El sida dejaba infecciones respiratorias muy graves y vi morir incluso a hermanos de una misma familia, ya que en Euskadi la causa fundamental del VIH era el consumo de heroína.

¿Fue peor que el coronavirus?

Sí, peor. El covid ha sido una pandemia terrible pero afectaba sobre todo a los mayores. Por eso, lo más duro que he vivido ha sido el VIH sobre todo en los primeros años hasta que aparecieron fármacos. Y eso que sucedió, algo como con el covid. Desde que lo empezamos a leer hasta que llegó, fue rapidísimo y nos arrolló como un tsunami. Caía gente a montones y no había nada que hacer. No había ni un tratamiento. Fueron pocos años, pero terribles. 

El covid le ha pillado en el hospital de Santa Marina.

En esos primeros momentos no había ni datos ni medios y no sabías cómo protegerte. Llegamos a trabajar hasta con bolsas de basura porque no había suficientes EPIs. De usar 100 batas pasamos a usar 1.000. Y hacías lo que podías. Cuando llegó, también en plan avalancha, de ocho que éramos en el servicio, cuatro compañeros cayeron enfermos. Recuerdo haber estado cuarenta días seguidos trabajando. 

Ustedes ya se presagiaban una epidemia de algún virus gripal.

Sí porque la gripe nos satura todos los años los hospitales, y estábamos pensando que algún día nos vendría una pandemia gripal. El virus de la gripe también muta y cada x años puede escaparse a las vacunas. Pero no esperábamos una pandemia de coronavirus, que era un virus de segunda. Como hubo dos SARS y no pasó gran cosa, nos pilló con el pie cambiado.

"Los médicos de familia son la base del sistema, sin ellos no funciona. A ver cómo hacemos para prestigiarles"

A usted le han tocado vivir los años dorados de Osakidetza, cuando se decía que era “la joya de la corona”. Sin embargo, ahora parece que está en entredicho.

Creo que estamos en un momento laboral más sensible en todos los oficios, donde se producen más reivindicaciones y más conflictos. Pero no solo sucede en el ámbito sanitario. Hay más descontento con todo, quizá porque hay más inseguridad en el futuro y más incertidumbre. Además, no tenemos fácil resolver los problemas actuales, el envejecimiento progresivo, los cuidados...

La falta de médicos de familia es actualmente otro problema gravísimo para Osakidetza.

Sí, en mi cuadrilla había muchos médicos de familia. En aquella época, los jóvenes que sacaban el MIR, la mayoría se dirigía a la Medicina de Familia. El trabajo psicológicamente es más duro que el nuestro. En el hospital te organizas mejor los tiempos. Por eso, yo he pedido una prórroga, pero ellos no. Sin embargo, son la base del sistema. Sin ellos, el sistema no funciona. No tengo recetas, pero a ver cómo hacemos para prestigiar esa especialidad.