Con una natalidad en declive y las defunciones aumentando, el saldo vegetativo empeora y el invierno demográfico se recrudece en Euskadi con 10.547 muertes más que nacimientos durante el año pasado. Mientras la natalidad cae en picado, menos de 14.000 alumbramientos en 2022, informó la semana pasada el Eustat, la mortalidad va in crescendo.

De hecho, las defunciones aumentaron un 4,7% en Euskadi en 2022 respecto a 2021 y un 12% con relación a 2019, último año prepandemia. De los 24.160 fallecimientos registrados, 12.314 fueron mujeres y 11.846 varones, según datos elaborados por el Instituto Vasco de Estadística.

Con estas cifras, el crecimiento vegetativo de Euskadi presenta un balance claramente negativo, ya que las muertes superaron a los nacimientos en 10.547 personas y todos los territorios pierden habitantes.

Así Bizkaia disminuyó su población en 6.286 vizcainos, Gipuzkoa perdió 3.363 residentes, y Araba experimentó una bajada de 898 vecinos. En cuanto a las defunciones distribuidas por los tres territorios, el crecimiento de decesos fue del 6,5% en Araba, del 5,1% en Bizkaia y del 3,3% en Gipuzkoa. 

VEINTE AÑOS DE SALDO NEGATIVO

Este fenómeno del saldo vegetativo negativo, es decir más fallecidos que recién nacidos, ha ido aumentando en los últimos años. Desde 2013, que es el primer año en el que se invirtió la tendencia (en 2012 había más nacimientos que muertes), este saldo negativo se ha multiplicado por 20. De los 574 que había en 2013 a los 10.547 actuales.

La peor crisis sanitaria del último siglo ha contribuido a acelerar el número de decesos porque el número de vidas que se cobró el covid también creció. En este caso, un 1,8% con relación al año anterior. En 2022 se contabilizaron 1.713 muertes por coronavirus, frente a las 1.682 del año anterior, y las 3.096 de 2020. La inmensa mayoría de fallecidos tenían más de 65 años.

164 MAYORES DE 65 POR CADA 100 MENORES DE 16

Con la natalidad en mínimos históricos, se constata que Euskadi registró el año pasado un nuevo máximo de envejecimiento, del 164% o, lo que es lo mismo, ya se contabilizan 164 mayores de 64 años por cada 100 menores de 16.

Esta cifra supone el mayor crecimiento desde el 2000, teniendo en cuenta que el año pasado se situó en un 158%. En otras palabras, Euskadi no envejecía tanto desde hace 22 años. La comunidad presenta además un índice de envejecimiento superior al estatal (133%) y ocupa el puesto número cinco en el ranking de comunidades con vecinos más veteranos.  

Los datos corroboran que el tsunami demográfico se ha consolidado plenamente. Porque al tiempo que la población vasca envejece, el nivel de reemplazo demográfico –con una tasa de natalidad de 1,24–, se aleja de los hijos necesarios para que los habitantes se mantengan, sin disminuir su volumen.

El déficit poblacional no anuncia ninguna mejoría. Porque aunque se prevé una recuperación parcial en este indicador en las próximas décadas, hasta llegar a 1,54 nacimientos a finales de siglo, esta cifra seguiría lejos de la tasa de reemplazo, cifrada habitualmente en los 2,1 hijos por mujer, que permite garantizar la renovación poblacional.