Los animales no entienden de polémicas, ni disputas políticas. En cuanto este mediodía les han abierto la verja de Larraitz, dando paso a los pastos de Aralar, han girado inmediatamente a la derecha, al primer rincón de hierba fresca que han encontrado y se han puesto a comer. La verja de apertura de pastos la ha desatrancado, con una maniobra poco solemne, pero igual de efectiva, el alcalde de Itsasondo, Iñaki Aizpuru, representante de la Mancomunidad de Enirio-Aralar.
Aizpuru es el principal valedor de las tesis ecologistas y conservacionistas con las que choca el colectivo de los ganaderos de Aralar, ausentes la mayoría de ellos en esta tradicional fiesta que, a pesar de los pesares, sigue viva, y atrayendo a Larraitz (Abaltzisketa) a unos miles de personas que alimentan la feria y rinden tributo al paso del ganado. Un rebaño de once vacas y otros dos de unas 250-300 ovejas en total han vestido a este santo semidesnudo el primero de mayo de 2023. Apertura de pastos, sin ganaderos. O con unos pocos. Los que asistieron, muy jóvenes, eso sí.
45.000 cabezas de ganado, unas 19.000 solo en Aralar, pastan desde mayo hasta octubre en los montes de Gipuzkoa
La apertura de los pastos de Aralar representa una tradición pastoril muy arraigada. Se abre un periodo de unos seis meses en los que unas 45.000 cabezas de ganado, principalmente ovejas, pero también vacas y yeguas de unos 600 ganaderos, se desplazan a las praderas de diferentes montes de Gipuzkoa. No solo de la sierra de Aralar, donde pastan cada año unos 19.000 animales.
Van en busca de alimento y pasan el verano allí, pastando hasta octubre. Pero esta vez, al igual que el año pasado, la mayoría de los pastores y ganaderos habituales de Aralar han renunciado a la fiesta. Irán subiendo su ganado en los próximos días.
Califican de “teatro” este acto. Dicen que no tienen nada que celebrar, que la Mancomunidad de Enirio-Aralar les ha dado la espalda. Pero su grito suena ya más apagado. Los dos principales organizaciones sindicales agrarias de Euskadi, Ehne y Enba, además de la Asociación de Baserritarras de Aralar, rompieron relaciones con la mancomunidad en marzo 2021 y en los últimos años han hecho varias protestas y reivindicaciones. Aseguran fuentes de los ganaderos, que “los canales de comunicación” con la insitución pública que gobierna los pastos están rotos desde entonces.
El año pasado, los dos sindicatos acordaron una protesta conjunta en esta señalada celebración de la apertura de los pastos en la que no participaron, y este año, sólo una de las partes, Enba, ha visibilizado su malestar públicamente, tachando de “fracaso” en sus redes sociales esta legislatura de la Mancomunidad (2019-2023). Dicen que ha sido el periodo de la “paralización” de las infraestructuras ganaderas que estaban previstas. Los dichosos accesos de los pastores a sus chabolas: las pistas. Y otras muchas.
Ehne, por su parte, no ha hecho ningún pronunciamiento público esta vez en referencia a Aralar, aunque la semana pasada organizó una concentración para denunciar la falta de respeto que, en general, y de forma cada vez más recurrente, percibe el sector primario en su hábitat. Ehne y Enba no se han hecho la foto juntos en Aralar esta vez, aunque muchos de sus afiliados comparten penas.
"Resignación"
Fuentes de la organización agraria Enba constatan, más allá del malestar, la “resignación” ante el giro hacia una política conservacionista que consideran extrema y aboca a la ganadería extensiva hacia una lenta muerte. Echan en falta una gestión más activa del monte, más limpiezas, y la mejora de pistas, abrevaderos y chabolas. Las actuaciones actuales de la mancomunidad, en cambio, en sintonía con los colectivos ecologistas, pasan por minimizar el impacto en el monte e intervenir menos.
Casualidad o no, la web oficial de la Mancomunidad de Aralar es actualmente un calco de la página web del colectivo ecologista de Goierri Landarlan. Son páginas gemelas: mismo diseño y temas recurrentes. Solo cambia el logo.
Las inminentes elecciones municipales tampoco ofrecen signos de cambio en el rumbo de la mancomunidad, integrada por los municipios de Ordizia (presidencia), Beasain, Lazkao, Altzaga, Arama, Ataun, Gaintza, Amezketa, Abaltzisketa, Orendain, Zaldibia, Itsasondo, Legorreta, Ikaztegieta y Baliarrain. Pesan las mayorías.
Los colectivos ecologistas, de hecho, cuentan con algunos de sus elementos activos inmersos en listas electorales con visos de imponerse en municipios estratégicos dentro de la mancomunidad el próximo 28 de mayo. Los ganaderos, no. Y nada hace pensar que se vaya a producir un cambio en el orden interno. Si en 2016 las pistas que pedían los ganaderos recibieron el apoyo de nueve municipios, frente a cinco votos en contra y una abstención; hoy las tornas se han invertido. Y Aizpuru, protagonista quizá accidental en la apertura de pastos de hoy, seguirá siendo el hombre fuerte del ente comunado.
Aizpuru ha sido presentado por los ganaderos como “jefe de los ecourbanistas” y acusado de que “tiene como fin destruir el pastoreo de Aralar”. Pero es defendido públicamente por los colectivos ecologistas Landarlan y Aralar Bizirik, que en una carta abierta en un medio de comunicación llegaron a alabar en 2018 su “compromiso personal, que consideramos ejemplar”, dijeron.
La apertura de los pastos de Aralar mantiene, con todo, un encanto singular. Atrae a gente de todos los tipos y hace que un niño se ponga a aplaudir al paso de los animales hacia la montaña. Los puestos de venta de productos de artesanía, los talos, el deporte rural y los animales siguen funcionando en una fiesta que, sin ser lo que era años atrás, mantiene su atractivo.