En Emaús las ventas de textil de segunda mano aumentaron un 22% entre 2019 y 2022, año en el que vendieron un total de 157.849 prendas, habiendo recibido 1.300 toneladas de textil. La apuesta por la economía circular, por un consumo más sostenible, va consolidándose y la carestía de la vida contribuye, asimismo, a que sea cada vez mayor el número de personas que decide adquirir ropa de segunda mano. 

Estos son los datos más próximos, pero a nivel global el mercado de segunda mano de ropa, calzado y accesorios representa entre el 3 y el 5% del sector de la moda, con una nada desdeñable cifra de negocio próxima a los 120.000 millones de dólares, triplicando las cifras de 2020 y con unas perspectivas de crecimiento cifrada en el 40%.

Un camión deposita textil en los almacenes de Irun Arnaitz Rubio

Considerando que la industria de la moda es la segunda más contaminante a nivel mundial, se impone como necesaria apuesta de futuro abogar por una forma de consumo de la moda menos lesivo para la humanidad en su conjunto.

Cada ciudadano o ciudadana de Gipuzkoa tira a la basura 4,75 kilos de textil al año y solo el 14% de la ropa que se deposita en los contenedores puede ser reutilizada a nivel local.

El Ekocenter que Emaús gestiona en Irun, la unidad central en la que se realizan las tareas de recogida y clasificación del textil, es el mejor ejemplo de que se puede y se debe hacer un esfuerzo para alargar la vida de la ropa, pese a que la calidad de la moda rápida no lo ponga fácil. 

Marian Parga, responsable de la línea textil de Emaús, ofició como guía de NOTICIAS DE GIPUZKOA en su visita a las instalaciones de Irun, insistiendo en la importancia de dar impulso a lo que es una apuesta de futuro.

“Tenemos que aprender a no tirar ni ropa, ni muebles, ni ningún objeto que se pueda utilizar”

Marian Parga - Responsable de textil de Emaús

Y es que, subrayó, en 2025 el residuo de textil pasará a contar con su propio contenedor para sumarlo a los que la ciudadanía tiene ya incluidos en su rutina de reciclaje.

Emaús lleva mucho tiempo inmerso en la tarea de dar nueva vida a la ropa y en breve sumará dos nuevos establecimientos en Hernani y Errenteria sumándolos a los que ya funcionan en Garbera y en la calle Easo, de reciente puesta marcha, y al resto de establecimientos con los que contaba con anterioridad.

La ruta del textil

Las prendas que Emaús recoge en los puntos habilitados a este fin por las distintas mancomunidades y aquellos situados en las empresas que así lo han demandado, se llevan en camiones hasta las instalaciones del barrio de Ventas.

Quien así lo prefiera, puede llevar sus prendas a las tiendas de Emaús, en las que por “hacer la donación” recibe un bono de descuento del 10% para la adquisición de textil.

Los camiones, que realizan las recogidas son pesados al llegar a la planta, en la que las jaulas con las prendas, que pueden transportar también objetos de pequeño tamaño (como libros o electrodomésticos de tamaño reducido), se vacían para después pasar a la cinta de clasificación.

La cinta de clasificación en pleno funcionamiento Arnaitz Rubio

Las personas que trabajan en la cinta van clasificando las prendas por categorías. La categoría uno es la que incluye prendas “con etiqueta o de marca” y la categoría dos, prendas más usadas pero en buenas condiciones. La ropa que no se halla en situación de poder ser reutilizada, se destina al “reciclaje y valorización energética”.

En Emaús, por ejemplo, con el textil que no vale para ser utilizado como prenda de vestir “se hacen trapos”.

La clasificación se hace también por temporadas e, incluso, hay apartados especiales como el de trajes de baserritarras.

En Garbera, Factory de Donostia y el Ekocenter comercializan las prendas de calidad uno y el resto de establecimientos la de calidad dos, “que supone la mayoría de la ropa, porque la moda rápida está haciendo que baje su calidad”.

Toda la ropa que acaba en tienda pasa por un proceso de desinfección en una sala antes de ser colocada en las perchas donde puede ser adquirida a precios muy accesibles.

La compra se puede realizar por prenda o a peso. En este último caso en el Ekocenter de Irun cada kilo de textil se paga a 16,95 euros.

Si se opta por la compra por prendas se puede encontrar, por ejemplo, calzado a 5,50 euros (7,50 euros en el caso de las botas), tres euros los bañadores, 12 euros los abrigos o cinco euros las blusas, faldas, pantalones o jerséis.

El cálculo de los precios se hace siempre “a la baja” para garantizar el acceso de un gran número de personas a esta ropa y con el objeto de lograr que “el Ekocenter de Irun pueda seguir abierto”.

Marian Parga en la tienda del Ekocenter de Irun Arnaitz Rubio

“Es muy importante prolongar el ciclo de vida del textil” insiste Parga, que explica que Emaús, pese a la disminución de la calidad de la ropa y, en consecuencia, de las posibilidades para incorporarlas a la tienda, trata “de una manera o de otra incrementar el porcentaje de reutilización”.

Respecto a la compra de ropa de segunda mano parece que, por distintos motivos, la tendencia va cambiando. Parga lo explica de alguna forma por factores culturales , ya que tienen contrastado que en Irun, donde la afluencia de ciudadanos franceses es importante, la venta funciona a otro ritmo ya que, como en muchos otros países europeos, comprar prendas de segunda mano es algo totalmente habitual.

“Tenemos que mentalizarnos en no tirar ni ropa, ni muebles, ni ningún otro objeto que se pueda utilizar”, insiste Parga. “Queremos incentivar tanto la compra de prendas de segunda vida, como la gestión más responsable de toda esa ropa que ya no usamos. El cambio de armario de primavera es un buen momento para incorporar este hábito sostenible. En vez de tirar, o seguir guardando tantas prendas sin darles uso, démosles la oportunidad de ser disfrutadas por otra persona; y esas prendas que vamos a comprar esta temporada, tratemos de que sean de segunda mano”, abunda. 

Hay una escalón que parece algo más complicado de superar: la compra de ropa de segunda mano para niños y niñas, cuando precisamente son estas las prendas que llegan con menos usos por el rápido crecimiento de quienes las usan.