Vamos tarde. Los efectos del cambio climático son incontestables y es necesario actuar en conjunto, personas, empresas e instituciones, para abordar los desafíos de la transformación hacia un modelo sostenible. Jorge Fernández, investigador del Lab de Energía y Medioambiente de Orkestra, se muestra optimista con respecto al futuro, pero también exigente de cara al compromiso de cumplir los objetivos marcados en la Agenda 2030. “No podemos quedarnos quietos. Para lograr que en el largo plazo la transformación sostenible sea una realidad hay que moverse en el corto y medio plazo”, asevera.
Uno de los ejes de la Agenda 2030 es la lucha contra el cambio climático, ¿en qué punto estamos en Euskadi en ese sentido?
En el plano medioambiental, desde hace años, se ha avanzado en Euskadi en el desacoplamiento del crecimiento del PIB con respecto a las emisiones de CO2, lo cual para una economía muy industrializada como la vasca, es un logro muy importante. Esto significa que generar valor económico cada vez implica menores emisiones de gases de efecto invernadero. Y seguimos avanzando en este sentido, gracias a una mayor eficiencia en la industria y en toda la economía y a un mix energético cada vez más limpio.
Teniendo en cuenta que la industria en Euskadi tiene un peso de casi el 25% del PIB, lograr la transformación energética en este sector es fundamental…
Para que la transición hacia una industria sostenible sea exitosa, debe garantizarse no solo la mejora en los indicadores medioambientales, sino también la sostenibilidad económica y social de la transformación. Esto quiere decir que la adaptación de la industria vasca debe llevarse a cabo maximizando las oportunidades empresariales y sociales que genera esta profunda transformación y minimizando el coste de la transformación para las empresas y, en última instancia, las personas. En los próximos años, las empresas industriales deberán tomar decisiones, en algunos casos complicadas, sobre sus fuentes de energía y sobre sus modelos de negocio y sus estrategias corporativas.
El apoyo institucional es fundamental.
Las instituciones públicas deben garantizar un entorno económico, administrativo, legal e institucional que sea favorable para la transformación sostenible de las empresas y las industrias. En el caso de Euskadi, el apoyo de las instituciones públicas a proyectos relacionados con la descarbonización que tienen impacto sobre múltiples cadenas de valor industriales en Euskadi, como el Corredor Vasco del Hidrógeno o el Basque Net-Zero Industrial Super Cluster es muy importante, así como otras estrategias y planes de acción orientadas a facilitar la transformación digital de las pymes, la ecoinnovación y la introducción de soluciones más circulares en empresas y cadenas de valor, o el desarrollo de un ecosistema potente de tecnologías y servicios medioambientales innovadores.
Hemos avanzado, ¿pero queda aún camino por recorrer?
Sin duda. El cambio climático está relacionado con la emisión de gases de efecto invernadero y con su concentración en la atmósfera. No basta con ser más eficientes en el uso de la energía y los materiales: hay que reducir las emisiones netas. Para ello, en los próximos años habrá que seguir avanzando en el triple eje más renovables-más eficiencia-menores emisiones que, esencialmente, es la base de la estrategia vasca, y también europea, para afrontar el problema del cambio climático.
¿En dónde podemos mejorar?
Hay que incrementar el peso de renovables, algo en lo que Euskadi puede mejorar incrementando la capacidad instalada de renovables eléctricas (eólica y fotovoltaica) en grandes instalaciones y en instalaciones de autoconsumo y comunidades energéticas en los sectores residencial, comercial e industrial. Es importante concienciar a la ciudadanía de la necesidad de avanzar en el despliegue de las energías renovables, asumiendo un coste por ello. Y habrá que introducir energías renovables muy especialmente en el transporte. También hay margen para mejorar la eficiencia energética y en el uso de materias primas en todos los sectores, con nuevas tecnologías y materiales, nuevos procesos productivos y logísticos más circulares. Finalmente, hay que avanzar en la reducción de emisiones netas en sectores como la generación de energía eléctrica, la edificación, el transporte y la industria. Decir que la futura Ley de Transición Energética y Cambio Climático de Euskadi, que complementa los marcos normativos estatal y europeo, sentará las bases legales y creará herramientas y canales para dar una mejor respuesta a todos estos retos.
¿Es optimista con respecto al futuro?
Soy optimista porque sabemos cuál es la solución al problema del cambio climático, tenemos una visión clara sobre la magnitud del reto, disponemos del conocimiento, las herramientas, la tecnología y las capacidades empresariales para afrontar la situación y minimizar los riesgos y los impactos negativos. Y también porque la transformación sostenible está generando y generará múltiples oportunidades de cambio para generar a su vez valor económico y valor social. En Euskadi, hay un tejido empresarial e industrial en diversas cadenas de valor que puede aportar nuevas soluciones. Las instituciones públicas vascas también están alineadas con esta transformación sostenible y están trabajando en estrategias, planes de acción y políticas que buscan poner en valor el potencial empresarial, industrial y de innovación.
Ahora que la Agenda 2030 llega a su ecuador, ¿cómo prevé que estaremos dentro de siete años?
Siendo optimista y también exigente, debemos aspirar al máximo avance y cumplimiento posible, en el contexto de Euskadi, de las 169 metas que estableció Naciones Unidas en 2015 y que, en la Agenda Euskadi 2030, se agruparon en cinco grandes esferas: personas, planeta, prosperidad, paz y partenariado. Esto implica, por un lado, un conocimiento profundo por parte de la ciudadanía, de estos objetivos y de su significado tanto en el ámbito local como en el ámbito global. Y, por otro, que los principios de sostenibilidad medioambiental, económica y social estén totalmente incorporados en el proceso de toma de decisiones de todos los agentes que componen la sociedad.
Todo ello supone oportunidades, pero también compromiso.
La transición hacia un planeta sostenible supone oportunidades, que debemos aprovechar, pero también costes y sacrificios. La ciudadanía debe ser consciente de esto. Durante mucho tiempo, la energía limpia será un bien relativamente escaso y relativamente caro, y tendremos que dedicar muchos recursos a invertir en infraestructuras y tecnologías sostenibles. Todos los agentes (empresas, instituciones públicas, ciudadanía) deberán cambiar su comportamiento y la forma de hacer determinadas cosas. Hay corresponsabilidad, todos somos responsables de llevar a cabo con éxito esta transformación.
Desde el Laboratorio de Energía y Medio Ambiente de Orkestra, ¿cuáles son las principales líneas de trabajo que llevan a cabo actualmente?
En línea con la misión y la visión de Orkestra, en el Lab de Energía y Medioambiente analizamos todos aquellos aspectos energéticos y medioambientales que inciden en la mejora de la competitividad económica y empresarial de Euskadi, al servicio de la evolución social y sostenible del territorio. Nuestra investigación está, por tanto, orientada a avanzar en la transformación sostenible de nuestra economía y nuestra sociedad, en la línea que sugieren los ODS de Naciones Unidas. Este año, concretamente, vamos a prestar atención a temas como el diseño del mercado de electricidad, el impacto de la crisis energética, la economía circular, el hidrógeno o la ecoinnovación.