Las altas capacidades, una cuestión que hasta hace poco ha sido prácticamente residual en la educación, están cada vez más en el foco. Poco a poco algunos colegios, ante la evidencia de que les llegaban alumnos con capacidades especiales y que, de alguna manera, pedían recibir una educación diferente, han comenzado por su cuenta a formarse en esta materia, como es el caso de La Salle San Luis, pionero en Donostia, o Mary Ward. Más tardía ha sido la incorporación a las altas capacidades de las instituciones. El Gobierno Vasco diseñó en 2019 un plan del que poco se supo en los centros escolares, más allá de crear un mapa de alumnos con estas características.

Es ahora cuando el Gobierno Vasco ha dado un verdadero paso adelante al poner en marcha un protocolo para la detección de las altas capacidades en el alumnado de los colegios públicos y concertados. Para ello, el Ejecutivo vasco ha dado una formación 'online' de unas cuatro horas de duración al profesorado. Sin embargo, no parece una cantidad de tiempo suficiente para una cuestión con tantas aristas, y su seguimiento ha sido dispar, según ha podido saber este periódico: mientras que en algunos centros esta formación ha sido obligatoria, en otros ha sido voluntaria, con lo que parte del profesorado no ha recibido esta formación.

Un protocolo de tres fases

El protocolo consta de tres fases. La primera lo lleva a cabo el tutor o tutora del alumnado de 1º y 6º de Primaria -se supone que estos tutores sí se habrán formado- y consiste en una serie de cuestiones que el tutor debe valorar. “El cuestionario se realiza a través de la observación y el análisis de las producciones del alumnado. Se valoran ítems relacionados con el ámbito cognitivo, las estrategias de aprendizaje, la creatividad y la imaginación, el ámbito socioemocional, las motivaciones y los intereses”, según se indica en una carta enviada por el Departamento de Educación a los centros. Este cribado ya se está llevando a cabo en los alumnos de 1º de Primaria, mientras que en abril comenzará el proceso con los de 6º de Primaria.

Algunas de las cuestiones que el profesorado debe valorar son las siguientes: “Su vocabulario y fluidez verbal son ricos para su edad”, “aprende con facilidad y rapidez, no necesitando la repetición”, “muestra aversión hacia tareas mecánicas o repetitivas”, “le gusta conocer y descubrir el funcionamiento de las cosas y el por qué de los acontecimientos”, o “a veces le cuesta aceptar las normas si no son previamente razonadas”. En total son 35 las cuestiones -o “indicadores”, como las denomina el Gobierno Vasco- con las que se hace ese cribado inicial, englobadas en seis apartados: ámbito cognitivo, estrategias de aprendizaje, creatividad e imaginación, ámbito socioemocional, motivaciones e intereses, y rendimiento académico.

Tras esta primera fase, a los alumnos con posible perfil de alta capacidad se les realizará una detección más “específica”, que precisa del consentimiento previo de la familia y que será llevado a cabo por el orientador del centro escolar. Consiste en pruebas complementarias de detección, la observación directa del alumno y una entrevista con la familia, a fin de comprobar si se trata de un perfil compatible con la alta capacidad. Esta segunda fase se llevará a cabo entre marzo y abril (1º de Primaria) y ya el próximo curso, entre septiembre y octubre, en los alumnos de 6º, que para entonces estarán en la ESO.

Los que hayan mostrado un perfil acorde con la alta capacidad pasan, en una tercera fase, una “evaluación psicopedagógica”, realizada por el centro escolar con el asesoramiento de Berritzegune (centro de apoyo a la formación del Gobierno Vasco), que determinará de forma definitiva qué alumnos tienen altas capacidades. Los alumnos de 1º de Primaria pasarán esta tercera fase a finales del actual curso, mientras que los alumnos que pasarán la primera fase acabando 6º de Primaria y la segunda fase ya al inicio del próximo curso en la ESO, pasarán la tercera entre noviembre y diciembre.

En el caso de los alumnos definitivamente diagnosticados con altas capacidades después de estas tres fases, el equipo docente “diseñará una respuesta educativa que se verá reflejada en el Plan de Actuación Personalizado”, señala la carta del Gobierno Vasco, aunque por ahora el profesorado no ha recibido una formación en cómo debe ser el plan personalizado en altas capacidades, y es una materia de la que, en general, no se tienen muchos conocimientos en la mayoría de centros escolares, tal y como pueden comprobar de primera mano los padres y madres de estos alumnos, así que este “Plan de Actualización Personalizado” se observa, por ahora, con recelo.

Un primer paso... con ‘peros’

El protocolo nace, por tanto, con ciertas dudas y evidentes carencias, aunque se trata de “un primer paso” en esta necesidad de atender a los alumnos con altas capacidades. Es una herramienta que antes no había, lo cual ya se puede considerar positivo, según señala Maider Belda, de Fundación Jasón, que trabaja con decenas de niños y niñas con altas capacidades: “La primera sensación es buena porque se empieza a tener en cuenta las altas capacidades, cómo detectarlas y meterlas en el sistema. Hay un mecanismo que antes no había, lo cual es un primer paso”.

A partir de ahí vienen los peros. Para empezar, cree que haría falta “una formación más completa para los profesores sobre la alta capacidad, porque en el primer cribado son ellos los que tienen que rellenar las preguntas en base a su observación de los niños, y la propia aplicación es la que filtra quiénes pueden ser de alta capacidad. Este cribado es súper importante, porque una cosa es entender lo que son las altas capacidades y otra rellenar bien esos test. Si no lo aplicas bien, se te pueden colar niños. En ocasiones, si no tienes experiencia en las altas capacidades, es difícil valorar cuestiones como si el niño hace preguntas inusuales a veces, casi siempre o siempre”.

Cree la psicopedagoga experta en altas capacidades que haría falta más “tiempo” para formar al profesorado y para hacer esta detección: “Para marzo ya tiene que estar hecho el cribado para los de 1º. Igual se necesitaría más tiempo. Se alargaría más, pero la detección sería mejor. También es verdad que es el primer año y que los siguientes años se hará cada vez mejor porque los profesores tendrán más cogido ese hábito”.

En opinión de Belda, sería mejor hacer las detecciones en 2º de Primaria, porque los alumnos ya tienen “la lectoescritura adquirida”, y en 5º: “Si detectas alumnos con altas capacidades en 5º, tienes 6º de margen para ir haciendo un plan específico o incluso para pensar en la posibilidad de acelerar, pero ahora se está empezando en 6º y acabando en 1º de la ESO, lo que no es muy práctico porque algunos pueden incluso cambiar de centro al pasar de un ciclo a otro”.

Dentro del primer cribado, la psicopedagoga -con una muy amplia experiencia en las altas capacidades- valora que haya cuestiones “dirigidas a la parte creativa y emocional”: “La propuesta de valoración me parece completa, otra cosa es cómo pasan las pruebas. Se ha tenido en cuenta que es un perfil relacionado con la intensidad emocional, ansiedad, estrés, perfeccionismo, posible desajuste social… pero no se ha dado una formación específica en ese acompañamiento para abordar lo emocional, lo cognitivo y lo social, todo a la vez”. Y ella sabe de primera mano que es algo que requiere de “mucha dedicación”.

Tampoco ha habido por ahora esa formación en acciones educativas específicas: “El protocolo se queda cojo si detectas y luego no pones verdaderas medidas en su trayectoria escolar. Entiendo que desde el Gobierno Vasco se hará una formación sobre cómo tratar a estos chavales. Espero que sea así”.

“Más horas” de formación

Una opinión parecida tiene María Ripalda, docente donostiarra experta en altas capacidades. En su caso ha dedicado “muchas horas” a la formación porque el colegio en el que trabaja, el Mary Ward, ha apostado por esta materia, así que ella sabe perfectamente que cuatro horas repartidas en un par de sesiones online son “insuficientes”. Señala que “menos es nada”, pero que se ha hecho la formación “aprisa y corriendo”. Ripalda siguió la charla y le pareció “buena”, pero considera que en poco tiempo se ofreció “mucha información metida a presión” y, en caso de no tener conocimientos previos en la materia, “era difícil de asimilar”.

Las 35 cuestiones o “ítems” del primer cribado pone sobre la mesa “las características de estos niños”, aunque “sin formación, puede que algunos profesores no sepan identificarlas bien”. Cree Ripalda que puede haber “bastante sesgo”. En cualquier caso, el protocolo “es bienvenido porque hace más visible las altas capacidades y abre las puertas a que los centros se forman más en ellas”, quizás una de las claves de todo este asunto, porque es evidente que el personal docente de los centros escolares tendrán que invertir más horas de formación para comprender las altas capacidades. A esto hay que añadir la posterior “respuesta educativa”, algo que a Ripalda le parece complicado “si no hay una formación adecuada, teniendo en cuenta que cada docente tiene en su clase 25 alumnos”.