Desde hace unas semanas, Gipuzkoa cuenta con su primer centro de día para reclusos en el territorio, un lugar donde “encauzar su futura libertad” a través de talleres de formación y asesoramiento con diferentes profesionales. “Gipuzkoa necesitaba un lugar de referencia para los presos que salen. Tratamos de hacerles la conexión entre la cárcel y la reintegración en la sociedad”, han explicado este martes José María Larrañaga e Irati Mañero, presidente y coordinadora, respectivamente, de la asociación Arrats, encargada de la gestión del centro Irteerak, financiado por el Gobierno Vasco y que por el que actualmente pasan ocho presos de segundo y tercer grado.

Muchos reclusos que disfrutan del grado de semilibertad en el territorio carecían hasta ahora de alternativas reales para “romper el círculo cárcel-calle-cárcel” en el que se encontraban metidos. “Las condenas no van siempre el mismo ritmo que las personas. Hay quienes necesitan seguir siendo atendidos y guiados tras salir de prisión”, cuenta Larrañaga. Por este motivo, desde hace un tiempo la asociación veía la necesidad de imitar a territorios como Bizkaia y crear un centro de día específico para ellos.

Este ya es una realidad en Gipuzkoa, en un municipio que para evitar posibles conflictos se mantiene en secreto, con un espacio de más de 300 metros que cuenta con un equipo multidisciplinar que realiza planes individuales para “volver a incluir a cada condenado en la sociedad”. De este modo, el equipo de la asociación –formado por 70 trabajadores, de los que un psicólogo, un educador, un trabajador social y un psiquiatra acuden a diario al espacio– ofrece “todos los recursos posibles”, desde talleres para ser autónomos hasta orientación laboral, trabajo terapéutico, asesoramiento judicial y formación.

Pero no solo eso, ya que el centro también se encuentra completamente equipado para dar respuesta a todas las necesidades que pudieran tener con una cocina, duchas, sala de estar, aula de informática y zona de ocio. “Las personas que vienen aquí son de perfiles muy diferentes. Hay gente que pasa aquí todo el día y otros que vienen puntualmente cada semana solo por el asesoramiento”, han contado desde la asociación sobre un centro de día que actualmente cuenta con ocho usuarios, siete hombres y una mujer, y que puede llegar a acoger a entre 15 y 20 personas.

“Nos adaptamos a las necesidades de cada momento. Se trata de un servicio nuevo que se va transformando en el día a día. Los propios reclusos han participado en la toma de decisiones”, revela Mañero, quien ha puntualizado que cada persona “elige siempre lo que quiere”. “Nosotros solo asesoramos y les ayudamos en el proceso, pero son ellos mismos los que deciden lo que quieren hacer”, ha añadido.

Así, seis de los usuarios actuales acuden al centro de forma voluntaria, mientras que los dos restantes lo hacen al estar condicionada su semilibertad a ello. “No dejan de ser personas que están cumpliendo condena y tiene que rendir cuentas por ello”, ha apuntado el presidente de la asociación.

Respuesta muy favorable

Este nuevo espacio ideado para su integración, no obstante, no siempre es bien recibido por los presos. “Cuando les decimos que tiene que ir a un centro de día hay cierta incertidumbre de a dónde les están diciendo que tienen que ir. No entienden que si están libres tengan que ir a otro sitio”, cuenta Mañero.

Sin embargo, esta primera preocupación da paso al agradecimiento una vez pisan el local. “La respuesta está siendo mucho mejor de la esperada. Falta explicar mejor a dónde vienen desde el centro penitenciario, porque una vez que ven los recursos que tienen aquí y el trato de los profesionales se muestran encantados”, resumen desde el centro.

Gracias a esta instalación, desde Arrats confían en que los datos de reintegración vayan al alza al igual que ocurre en territorios que ya cuentan con centros de día para reclusos. Además, tienen la esperanza de que esta ayuda pueda seguir dándose una vez los presos pasan a libertad completa. “En ocasiones se quedan en un pequeño limbo cuando siguen necesitando una ayuda. Creemos que estaría bien que pudieran seguir recibiendo servicios, algo que, en parte, también hacemos”, concluyen.