Llegó por fin el día y la hora. El Aita Mari, el barco de rescate con base en Pasaia, zarpa mañana viernes hacia aguas del Mediterráneo central, donde se desarrollará la novena misión humanitaria. La tripulación tiene previsto soltar amarras en el muelle castellonense de Vinaròs a primera hora de la mañana. Por delante aguardarán de cuatro a cinco días de travesía, en función de las condiciones meteorológicas, rumbo a la zona SAR, donde barcos civiles de salvamento como el guipuzcoano realizan su labor humanitaria llenando el vacío que los estados europeos dejaron tras interrumpir sus operaciones de búsqueda y rescate.

Son en total trece las personas embarcadas en esta nueva misión, ocho de ellas profesionales y cinco voluntarios, obligados a armarse de paciencia durante las últimas semanas, a la espera de contar con todos los permisos necesarios. De hecho, esta novena misión debía haber comenzado en octubre, algo que finalmente no fue posible tras la petición "extraordinaria" realizada por la Capitanía Marítima de Castellón, que solicitó aguardar algún tiempo para “conocer mejor" la postura del nuevo gobierno de extrema derecha en Italia.

El triunfo de Georgia Meloni no rema precisamente a favor de las embarcaciones civiles de rescate. Los buques encuentran crecientes dificultades a la hora de desarrollar su labor humanitaria. Un nuevo decreto italiano obliga, de hecho, a poner rumbo a puerto tras realizar un primer rescate, algo que puede comprometer el trabajo de barcos que en su travesía observen otras pateras, ya que según la nueva normativa estarían cometiendo una ilegalidad en el caso de socorrer a los naúfragos.