Impactantes marejadas, con olas de cuatro a seis metros, mantienen amarrado en el muelle de Vinaròs al barco de rescate humanitario Aita Mari. La novena misión en el Mediterráneo central sigue en dique seco. La tripulación aguarda a que amaine un temporal que se recrudecerá en los próximos días, a la espera de que pueda abrirse una ventana de buen tiempo a partir del viernes. “Hoy por hoy es una locura salir con olas de cuatro a seis metros”, ha reconocido este lunes el coordinador de comunicación de Salvamento Marítimo Humanitario, Mikel San Sebastián.

El mar sigue imponiendo sus reglas incluso antes de zarpar, algo hasta ahora no había ocurrido con ninguna otra de las misiones previas. El barco de rescate humanitario recibió la semana pasada el despacho de la Dirección General de la Marina Mercante, con la autorización para retomar la actividad de salvamento en el Mediterráneo, en la denominada zona SAR.

Las pésimas condiciones meteorológicas se han entrometido en los planes. De hecho, “hay algún barco en la zona estos días que las está pasando canutas”, aseguran los integrantes de la tripulación del barco guipuzcoano. En esas mismas aguas operan desde 2014 los buques civiles de salvamento, que llenan el vacío que los estados europeos dejaron tras interrumpir sus operaciones de búsqueda y rescate.

Menos salidas de pateras

Al menos, según señala la ONG, queda el consuelo de que las salidas de migrantes en pateras también se están reduciendo estos días. “Está entrando un frente muy potente para mañana martes en toda el área del Mediterráneo. Coincide que hay mala mar aquí y allá, y además se va alternando. Si fuera posible llegar en unas condiciones más o menos buenas, se podría planificar. Pero ahora mismo allí también está imposible”, reconoce el portavoz de la ONG.

Los días de espera en el muelle del municipio de Castellón permiten ultimar el inventariado de las provisiones y de los kits con ropa, mantas y otros enseres que entregan a los refugiados tras una operación de salvamento. “En un barco siempre hay trabajo de mantenimiento, y cuanto más tarde salgamos, mejor preparado estará el buque”, reconoce San Sebastián.

Con todas las reservas, porque siempre es aventurado hacer planes en el mar con más de tres o cuatro días de antelación, la tripulación cruza los dedos para que mejore el tiempo a partir del próximo viernes. De ser así, el Aita Mari podría zarpar durante el fin de semana en su novena misión.

Por delante, cuatro o cinco días de navegación que “se convierten en horas muertas en las que no hay nada que hacer” y que la tripulación quiere aprovechar para seguir realizando formaciones internas, con el visionado de vídeos de rescates de misiones anteriores.