La lucha para conseguir el desperdicio alimentario cero está en sus albores y en el inicio de esta era contra el despilfarro se busca que los alimentos se asemejen a los gatos y tengan, como dice el conocido refrán, siete vidas para que ningún producto acabe en la basura. Que finalice su vida en el cubo de basura es sinónimo de pérdidas para la sostenibilidad económica y medioambiental y aún queda mucho camino por recorrer, según expusieron ayer reconocidos chefs en la jornada inaugural del congreso internacional gastronómico Madrid Fusión. La prueba de que toda esta lucha no ha hecho nada más que comenzar queda reflejada en detalles como el enorme bodegón con toda clase de frutas que adorna el escenario Polivalente de Madrid Fusión, un detalle que no pasó por alto el cocinero Andoni Luis Aduriz (Mugaritz). Sin andarse con rodeos, el chef cree que “estamos al principio de todo este movimiento” contra el desperdicio alimentario porque, precisamente, el escenario donde se celebraba esta mesa redonda la adornaba ese gran bodegón que “ya me diréis dónde acaba luego”. Por eso, hizo un llamamiento a todos los actores (sociedad, instituciones o cocineros) para empezar “a girar la rueda” y crear “hábito entre la gente”.

Aduriz fijó el foco del problema en la comida que acaba en la basura en los hogares, fruto del estado del bienestar que ha ido “in crescendo”, viviendo en una burbuja de “realidad” que “es bueno pincharla”. Cree que se ha “perdido el foco” y ve necesario desarrollar más campañas que hagan ver cómo las “pequeñas decisiones” en “todos” los hogares acaban teniendo consecuencias para el “planeta y el futuro”.

Por su parte, el cocinero Sacha Ormaechea se mostró en contra de señalar qué sectores desperdician más para cargarlos de “culpabilidad”. Lo mismo, apuntó, no son culpables sino que actúan así por desconocimiento de qué hacer con los restos de los alimentos. “Vamos a hacer que la gente no se sienta culpable por no saber reciclar o no saber darle una séptima vida a un alimento. Vamos a empezar a educar sin culpabilizar a nadie”, señaló vehementemente.

También en su intervención distinguió entre las compras de mercado, donde “te enseñan a comprar y a valorar lo que tienes”, frente a las de supermercado, que “están muy bien, pero tienen el defecto de que te dejan a ti solo” la elección. Para finalizar, Sacha creó un eslogan: “Tirar alimentos es tirar placer a la basura”.

Desde Marbella, el chef de El Lago, Fernando Villasclaras, defendió las compras de kilómetro cero y conjuntas que hace para sus establecimientos porque eso les permite “comprar mucho más barato y desperdiciar mucho menos”. En misma línea se expresó la cocinera Elena Lucas (La Lobita) que lucha contra el desperdicio en su restaurante ubicado en el pequeño municipio soriano de Navaleno.

En el medio rural la compra de kilómetro cero es lo normal porque “nos nutrimos” de las producciones locales y se avanza en el objetivo de que cada pedazo de alimento consiga sobrevivir esas siete vidas y acabe en algún estómago que siempre será más agradecido que un cubo de basura.