Que los problemas de salud mental hayan ‘salido del armario’ beneficia a las personas que los sufren?

Tiene que ver con el covid. Mucha gente no fue a trabajar y pensó que se estaba muy bien. Para otras personas fue una hecatombe, una fuente de conflictos por quedarse en casa. Sí que veo es una mayor preocupación por la salud mental de cada cual. Eso, en sí, puede parecer positivo. Pero no puede vincularse a una moda. Actualmente se trabaja en dos líneas. Hay malestares de la vida que no responden a un problema de salud mental. Igual que hay un bienestar emocional, hay un malestar, lo mismo que estoy contento a veces estoy triste, a veces tengo rabia y otras miedo. Las emociones tienen una función y son importantes. 

¿Cuándo es un malestar y cuándo un problema de salud mental?

A veces se puede patologizar ciertos malestares de la vida que no responden a problemas de salud mental, sino a problemas laborales o de otro tipo: trabajar muchas horas, con una gran exigencia... Es normal que se tenga estrés. Hay una parte de psicologización del malestar. Pero, en positivo, es verdad que hay mayor conciencia y las personas con problemas de salud mental vienen más a pedir ayuda.

¿Fundamental?

No importa si es un problema que pueda calificarse de pequeño, porque si no se interviene puede ir a peor. Si solo se necesita un apoyo, vale. Lo que pasa es que lo que ha salido a la palestra no han sido las personas con esquizofrenia, psicosis.... Han salido la depresión y otros trastornos importantes, que en la sociedad están, entre comillas, mejor vistos. Los trastornos mentales graves siguen en el armario, porque estas personas no piden. 

Pero, ¿cómo valora que se hable más de salud mental?

A mí me parece positivo que las personas se preocupen por su salud mental, que se responsabilicen. La salud mental no es cuestión solo de psiquiatras y psicólogos. Poner recursos en esta línea es, desde luego, necesario. Pero hay que considerar que los problemas de salud mental son transversales, afectan a jóvenes y adultos. Y, ¡qué decir de las personas mayores y lo abandonados que están!.

Transversal desde la infancia.

Tiene que ver con los espacios laborales y educativos. Lo que tendría que existir es un plan general de intervención en salud mental, independientemente de edades y espacios. Mientras no exista, cada persona pedirá auxilio donde pueda.

¿Tiene eso que ver con la detección precoz?

Lo ideal sería que la prevención se iniciara en centros escolares y familias. Ahí creo que se tendrían que poner recursos: apoyos al profesorado para trabajar en las aulas, incluir una asignatura o módulos sobre salud mental, trabajar las emociones... Esa prevención facilitaría mucho, pero no se puede limitar al ámbito educativo o sanitario, tiene que ver con la conciliación, con la situación económica y social etc. No es un problema sanitario o sociosanitario, tiene que tener un abordaje multidisciplinar.

¿Importan los ojos que miran?

Los retos que nos presentan las etapas vitales de nuestra vida producen malestar, y superarlos producen bienestar. Empoderarse, hacerte resilente contribuye a tener mejor salud mental. Cuando una persona supera un cáncer y vuelve a su puesto de trabajo la gente le demuestra su apoyo, le anima. Cuando alguien vuelve tras una depresión, ni se le pregunta qué tal está. Hay todavía un estigma social. Una de cada cuatro personas va a tener un problema de salud mental en su vida. Se prevé que la principal causa de baja en 2030 sea por este motivo. Pero eso no responde solo a los recursos personales y las capacidades para afrontar la vida, sino también al entorno.

¿Cuándo tenemos que pedir ayuda?

¿Cuándo tenemos que aceptar que solos no podemos? Cuando dejamos de funcionar. Cuando ya a nivel laboral, familiar, educativo o emocional, no funcionas. Si llegas a casa y sientes que has perdido la ilusión; igual necesitas ayuda. Si aceptas que necesitas ayuda y la pides, has avanzado la mitad del camino. Pero queda la otra mitad. Cuando hay un problema de salud mental el dinero influye a la hora de tener acceso a recursos de apoyo y ayuda, que no tiene que ser necesariamente ir a un psiquiatra. Hay distintas figuras que pueden ayudar a mejorar, a gestionar las emociones de otra manera. El gran problema es ese. Si tengo dinero no hay problema, si no lo tengo es otra cosa. La realidad es que esta diferencia se deja ver desde pequeñitos.