El covid marcó los años 2020 y 2021. Resulta inevitable relacionar los dos años previos con la pandemia, así que había ganas de dejarla atrás. Pero 2022 también comenzó condicionado por el covid. A principios de enero la incidencia en Gipuzkoa era superior a 5.000 casos por cada 100.000 habitantes y los ingresos en las UCI vascas llegaron a ser 132. En la primera semana del año se registraron 26.000 contagios en el territorio. La mascarilla era obligatoria, al igual que el pasaporte covid.
Fue la última gran ola. A finales de enero la incidencia ya comenzó a bajar y esta tendencia positiva se mantuvo en febrero, lo que dio pie a quitar casi todas las restricciones. A mediados de mes la mascarilla solo era obligatoria en interiores. Dio tiempo a celebrar los carnavales y los eventos multitudinarios se fueron recuperando. El 20 de abril dijimos adiós a las mascarillas –salvo en centros sanitarios, farmacias y transporte– y fue casi como decir también adiós a la pandemia.
El covid no ha desaparecido, pero su incidencia es mucho menor y se puede convivir con él, como se hace con la gripe. Así que la crisis del covid acabó, pero llegaron otras. La invasión rusa de Ucrania trajo consigo la crisis energética. En este 2022 se han encarecido la gasolina, la luz y la calefacción. Y a su vez ha subido el precio en general de la vida, especialmente la cesta de la compra. Se calcula que hacer la compra en diciembre de 2022 es un 15% más caro que doce meses antes. La inflación superó el 10% a finales de verano. Para colmo, el euríbor también ha subido, encareciendo las hipotecas de tipo variable. La crisis económica se ha hecho notar en muchas familias. Ya en febrero se hablaba de la pobreza energética en muchos hogares y la situación no ha mejorado.
Para mitigar de alguna manera esta escalada de gastos para las familias, al menos un alivio: el precio del transporte público en Gipuzkoa bajó un 50% gracias a las ayudas de las instituciones, una medida que continuará en 2023.
Y una última crisis. La sanitaria. Esta no consecuencia directa del covid, aunque sí indirecta. Porque la pandemia mostró las carencias del sistema público de salud, tensando una situación que no era tan idílica como parecía de puertas afuera. Todo saltó a la luz pública a principios de diciembre, cuando Osakidetza cesó a la gerente y a la directora médica del Hospital Donostia. En unas horas, a estos despidos se unieron las dimisiones de varios cargos importantes, así que la OSI Donostialdea quedó descabezada. Las concentraciones de médicos durante varios días han servido para mostrr el malestar de la plantilla y el año acaba con todas las partes intentando sentarse a negociar por el bien de la salud pública, imprescindible siempre pero más que nunca ahora. Y de fondo, la sanidad privada, que sigue creciendo. Ahora tienen seguro médico alrededor de 100.000 guipuzcoanos, el doble que hace 20 años.
Turismo y desahucios
La recuperación económica tras la pandemia era uno de los grandes retos de la sociedad y, si bien muchos sectores han quedado tocados, el turismo se ha recuperado. En Semana Santa ya hubo “muy buena ocupación” en Gipuzkoa y el verano no pudo ser mejor. De hecho, el territorio vivió el mejor mes de agosto de su historia, con Donostia como epicentro de los visitantes estatales y extranjeros.
La otra cara de la moneda del turismo es la especulación con la vivienda, un problema que vienen denunciando asociaciones o plataformas como Stop Desahucios y que se ha vivido con mucha crudeza en este 2022. Ha habido vecinos desahuciados en Gros y hay más vecinos del barrio en riesgo de sufrir el mismo destino, al igual que puede suceder en unos años en El Antiguo. Fondos buitre como Blackstone o Azora van extendiendo sus tentáculos.
El doble de ‘sintecho’ que hace cuatro años
El drama de los sintecho se ha hecho más visible que nunca en 2022. Era una sensación palpable que se ha confirmado en la recta final del año con el recuento nocturno de Kale Gorrian, que arrojó un dato preocupante: en Gipuzkoa hay 272 sintecho, casi el doble que hace cuatro años –el anterior recuento–, cuando se contabilizaron 140.
Son varias las asociaciones que vienen demandando una mayor atención para estas personas sin hogar, por ejemplo Kaleko Afari Solidarioak, que ha seguido este año ofreciendo diariamente una cena a estas personas, un servicio cada vez más demandado.
La migración, que se ha cobrado otras tres vidas en el Bidasoa, el turismo, los desahucios y el transporte también han marcado el año
Muchos de los sintecho son migrantes, de los cuales algunos optan por seguir hasta Irun y de ahí tratar de pasar a Francia. La frontera se ha convertido en un lugar especialmente conflictivo y, tras un 2021 especialmente dramático, en 2022 se han producido tres muertes más en el Bidasoa, que jóvenes tratan de cruzar a nado para llegar al otro lado de la muga, con terribles consecuencias.
Mucho calor y poca lluvia
Se ha hablado, y mucho, del clima. Este año ha sido, durante muchos meses, inusualmente seco en Gipuzkoa y ha habido dos olas de calor con temperaturas superiores a los 40 grados: una a mediados de junio y otra en julio. Además, septiembre y octubre fueron también muy cálidos, además de secos. Hasta noviembre, apenas ha llovido.
Lo que no ha cambiado en 2022 es la violencia machista, que continúa presente en la sociedad y que incluso ha aumentado este año en comparación con los anteriores. A esta lacra hubo que añadir los pinchazos a mujeres, que sucedieron en verano en varias localidades guipuzcoanas con la recuperación de las celebraciones y las fiestas. Se llegó a crear una lógica alarma social que parece haber remitido.
El envejecimiento de la población también se ha hecho presente este año, cuando las instituciones han comenzado a abordar una cuestión clave: Gipuzkoa se hace mayor. Un dato: las personas con más de 100 años se han multiplicado por cuatro en el territorio en apenas dos décadas. La transformación demográfica es evidente y toca responder a este reto.
Y el transporte también ha estado de actualidad. No solo por el precio del carburante. También por los peajes. Desde el 21 de octubre, los camiones no tienen que pagar por circular por la N-I y la A-15, una situación provisional, ya que la próxima norma foral entrará en vigor en 2023 y, en el que momento en que lo haga, los vehículos pesados tendrán que pagar por circular en esas dos carreteras del territorio.