Desde el año 1937, antes incluso del final de la Guerra Civil, y durante buena parte de la dictadura, el régimen franquista utilizó a miles de prisioneros de guerra (con posterioridad también a presos comunes) como mano de obra esclava; bien para la reconstrucción de pueblos e infraestructuras que habían sido destrozados durante la contienda, bien para la construcción de nuevas carreteras, pantanos o vías férreas.

Entre aquellas víctimas de trabajos forzados empleadas como mano de obra esclava durante la guerra y el franquismo hubo prisioneros de todos los puntos de la geografía estatal por lo que, ni que decir tiene, también de todos los territorios vascos.

Entre ellos se encuentran los que, muy a su pesar, pasaron a formar parte de los destacamentos penales de Gernika y de Bermeo. Ellos fueron quienes tomaron parte en las labores para desescombrar y volver a levantar la villa foral tras se arrasada por el bombardeo fascista, en los trabajos para reconstruir la estación y la vía férrea de Gernika o en las tareas para ampliar la línea del ferrocarril desde Sukarrieta hasta la villa marinera de Bermeo.

Obligados a trabajar en unas condiciones infrahumanas, cientos de prisioneros de guerra perdieron la vida mientras eran utilizados como esclavos; una realidad muy poco conocida que la Asociación de Profesionales y Estudiantes de Criminología del País Vasco y el departamento de Planificación Territorial, Vivienda y Transportes del Gobierno Vasco han querido sacar a la luz “para que no caiga en el olvido”.

Con ese fin, las citadas entidades organizaron el pasado mes de febrero una exposición temporal en Bermeo; una muestra que tras haber sido adaptada puede verse desde ayer en el Museo Vasco del Ferrocarril que Euskotren tiene en Azpeitia.

Carácter “permanente”

Conformada por 16 paneles informativos y un audiovisual que muestra testimonios de personas que conocieron muy de cerca los trabajos forzosos del franquismo, la exposición instalada “definitivamente” en el museo azpeitiarra fue presentada por el viceconsejero de Infraestructuras y Transportes, Pedro Marco, el director del Museo Vasco del Ferrocarril, Juanjo Olaizola, y los directores generales de Euskal Trenbide Sarea, Ernesto Martínez de Cabrero, y Euskotren, Javier Seoane.

Todos ellos coincidieron en señalar que la muestra pretende “reivindicar la dignidad arrebatada a unos hombres que penaron su derrota trabajando como esclavos para el franquismo”; toda vez que “por desgracia, les tocó protagonizar un pasaje más de la memoria histórica que no debe caer en el olvido”.

Según explicó el propio Juanjo Olaizola, “tras la guerra, en la comarca vizcaína de Busturialdea muchos hombres que habían combatido por la República española, o que simplemente eran afectos a ella, además de presos comunes, fueron obligados por la dictadura a trabajar en la reconstrucción de los efectos producidos por la contienda”.

La reconstrucción de Gernika y su vía férrea tras el bombardeo, así como la ampliación de la línea entre Sukarrieta y Bermeo fueron parte de su tajo: “Ahí bregaron en condiciones deplorables, padeciendo además penas de destierro y desarraigo, porque la mayoría de reclusos eran traídos de Extremadura o Andalucía, entre otras regiones”. Todo ello, con la particularidad de que “a partir del año 1944 en las obras también trabajaron más de un centenar de ‘libertos’, que era como se denominaba a los presos que habían sido ya indultados o que habían cumplido condena. “Muchos de esos reclusos, desterrados de sus lugares de origen por la dictadura se quedaron a vivir en la comarca”.

A pesar de que la línea del ferrocarril hasta Bermeo fue inaugurado en 1955 y se hallaba en pleno funcionamiento, los prisioneros que se encargaron de su construcción tuvieron que seguir trabajando en labores accesorias hasta dejarlo definitivamente terminado.

“Una vez rematadas las obras el destacamento penal de Bermeo fue desmantelado en 1958 y los 30 presos que permanecían en él fueron trasladados a otros centros en Madrid y Murcia”, sentenciaba Olaizola, quien aprovechó la presentación de la exposición en homenaje a las víctimas de trabajos forzados para anunciar que los días 3, 4, 6 y 8 de diciembre la ciudadanía tendrá la posibilidad de viajar en los trenes históricos con tracción vapor del Museo Vasco del Ferrocarril.