Mikel Garciandia, vicario episcopal de la zona de Mendialde (norte) de Navarra, además de capellán del Santuario de San Miguel de Aralar, será el nuevo obispo de Donostia, según ha podido saber este periódico de fuentes diocesanas. Puesto que quedó vacante con el anuncio de la marcha de José Ignacio Munilla en diciembre del año pasado a la diócesis de Orihuela-Alicante. Munilla estuvo como administrador en Gipuzkoa hasta el 12 de febrero de este año, cuando tomó posesión de su nuevo cargo en Alicante, y fue sustituido por el arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Francisco Pérez, quien también ha actuado como administrador en la diócesis guipuzcoana desde el pasado 16 de febrero.

El anuncio del nuevo cargo de Mikel Garciandia, sacerdote originario de Etxarri Aranatz y euskaldun, se hará oficial con la publicación del nuevo destino en el Bollettino de la Santa Sede. El anuncio se esperaba para este jueves, pero según han confirmado fuentes eclesiásticas a este periódico, circunstancias ajenas a la Diócesis de Donostia han retrasado la comunicación oficial del nombramiento.

Sacerdote de la diócesis de Pamplona, es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Navarra, e hizo lo propio en Teología Fundamental por la Pontificia Universidad Gregoriana. Entre otras responsabilidades, ha sido vicario episcopal de Mendialde en la diócesis de Pamplona-Tudela, director de la casa de espiritualidad Santa María de Zamartze, y capellán Ministro del Santuario de San Miguel de Excelsis.

Ponente en congresos

Garciandia, autor de varias publicaciones y documentos, ha intervenido como ponente en diferentes congresos celebrados en el Estado y en varios países europeos. También es colaborador de la revista diocesana La Verdad, docente en la Universidad Pública de Navarra, y profesor en centros superiores de Estudios Teológicos y de Ciencias Religiosas de Pamplona. Toda su formación y experiencia se pondrá al servicio de una diócesis que trata de recomponerse tras doce años de mandato de José Ignacio Munilla, que han dejado atrás una comunidad fracturada.

La Iglesia guipuzcoana debe ser “menos jerárquica y autoritaria” en su organización, y explorar una vía “más democrática, abierta, sencilla y cercana”. Son algunas de las conclusiones recogidas por la propia Diócesis de Donostia en el proceso de reflexión abierto, dentro del itinerario “sinodal” que ha marcado el papa Francisco para alumbrar la Iglesia del tercer milenio. Es el escenario que encontrará el nuevo obispo, que deberá asumir el mando de una Iglesia en la que se percibe la necesidad de restablecer “la comunión rota, sanando las heridas del desencuentro y de la división” actual.

Tras la polémica gestión de Munilla, en las antípodas del mensaje conciliador del papa Francisco, ha aflorado en la Diócesis el deseo de retornar al espíritu del Concilio Vaticano II, según el espacio de reflexión abierto. Una Iglesia “que escuche a la sociedad” y vaya “acompasada a los tiempos actuales”, replanteando para ello muchas de las cuestiones sociales de candente actualidad, como la eutanasia, los modelos de familia o la homosexualidad. Cuestiones sobre las que tendrá que ir posicionándose el navarro, y que suscitaron un agrio debate en la era Munilla entre buena parte de los integrantes de la diócesis guipuzcoana. En su última misa, el pasado 6 de febrero, Munilla reclamó a los feligreses “acoger con los brazos abiertos” a su sucesor: “Antes incluso de saber su nombre, ofreced una colaboración leal y humilde. Lo contrario sería demostrar que las ideologías, además de ser tapaderas de heridas no sanadas, anulan la fe y el sentido eclesial”. Un sucesor que, tras ocho meses de incertidumbre, ya tiene rostro.