Cada año, las Naciones Unidas eligen un lema en el que centrar su campaña del Día Internacional de las Personas Mayores y el de esta ocasión está dirigido a los esfuerzos que realizan las mujeres mayores para contribuir a mejorar sus comunidades. Según recalca la campaña de la ONU, la pandemia del covid ha exacerbado las desigualdades que existían de base y ha intensificado los impactos socioeconómicos, ambientales, climáticos y de salud en la vida de las personas mayores, pero “especialmente en las mujeres mayores, que constituyen la mayoría de las personas de edad avanzada”.

Es por ello que este año se quiere reconocer las aportaciones de las mujeres mayores, promover la inclusión de sus voces y conocer sus necesidades y perspectivas para crear políticas que atiendan a los retos locales, nacionales y globales. Se trata de una tarea en la que las sociedades modernas han avanzado mucho pero en la que todavía queda por hacer.

La visibilización de mujeres mayores que hayan hecho grandes aportaciones para el devenir de sus entornos es también parte de este reconocimiento. Durante mucho tiempo, demasiado, las mujeres han estado a la sombra de sus compañeros varones en prácticamente cualquier disciplina. Y no porque no existieran grandes referentes femeninas, que las había. Ahora toca recuperar la memoria y poner sobre la mesa los nombres de aquellas grandes mujeres.

Empezando por casa

Elbira Zipitria es la prueba de que no hace falta ir muy lejos de casa para encontrar mujeres que hicieron historia. Pionera en la enseñanza en euskera, la natural de Zumaia fundó la primera ikastola en Donostia durante la Segunda República. Con todo en contra, durante la Guerra Civil tuvo que huir a Lapurdi, donde permaneció hasta el final del conflicto.

A pesar de regresar a una Euskadi bajo el yugo del franquismo, en la que el euskera era perseguido activamente, Zipitria se dedicó a enseñar el idioma desde la clandestinidad desde 1943. Durante los primeros años, lo hizo con grupos muy pequeños de niños y niñas, en viviendas particulares. Pero a medida que avanzaron los años llegó a formar a muchas profesoras jóvenes, capacitándolas para la docencia en euskera.

Elbira Zipitria

Impulsora de la enseñanza en euskera

Pionera que fundó la primera ikastola durante la Segunda República y luchó por preservar el euskera en el franquismo

Con todo en contra, formó a multitud de profesoras y las capacitó para la docencia en euskera hasta su jubilación en 1971


Tras años luchando contra la legislación franquista, que prohibía la apertura de nuevas ikastolas al no amoldarse a los requisitos del Régimen (que entre otras cosas obligaba a impartir la asignatura de Formación del Espíritu Nacional), Zipitria cumplió su último gran objetivo profesional a los 64 años. El 8 de septiembre de 1970, la pedagoga consiguió fundar la ikastola Orixe, bajo la denominación oficial de Escuela Parroquial de Santa María.

Un año después, Zipitria se jubiló, pero no sin antes haber dejado un legado que demuestra que las mujeres, sin importar la edad, han dejado aportaciones indispensables en sus comunidades incluso en épocas de dura represión, tanto por motivos ideológicos como por los roles de género.

En ese sentido, las contribuciones de las mujeres se extienden a todos los campos y a todas las eras. El de Donna Strickland es un buen contraste al caso de Zipitria. Puede que a muchos lectores no les suene su nombre, pero seguro que conocerán las cirugías láseres para tratar trastornos oftalmológicos. Strickland es la responsable de que esa tecnología exista.

Gracias a sus innovadores descubrimientos en tecnología láser, Strickland ganó el Premio Nobel de Física en 2018. Fue la tercera mujer en recibir el galardón, y la primera en conseguirlo en el siglo XXI. Además de la relevancia de sus aportaciones en el campo de la óptica, también tienen muchas aplicaciones médicas, como el tratamiento de la presbicia. Afortunadamente, las aportaciones de Strickland son ampliamente reconocidas a nivel internacional y las cirugías oculares ya han ayudado a mejorar la visión de multitud de personas a en todo el mundo.

Donna Strickland

Premio Nobel de Física 2018

Investigadora especializada en láseres, desarrolló la tecnología que permite realizar cirugías oculares

Es la tercera mujer a la que se ha concedido el Premio Nobel de Física y la primera en conseguir el galardón en el siglo XXI

Historias de resurgimiento

También existen casos en los que mujeres que, tras vivir experiencias absolutamente traumáticas, han sabido recomponerse y consagrar sus vidas a la búsqueda de la justicia. Kim Bok-Dong fue una superviviente. Cuando tenía 14 años, las autoridades japonesas obligaron a su madre, que no sabía leer, a firmar un documento para que Kim fuese a trabajar a una supuesta fábrica durante el esfuerzo de guerra de la Segunda Guerra Mundial.

El trabajo no era ese. Bok-Dong acabó siendo una “mujer de consuelo”, esclavas sexuales del ejercito japonés. Kim pudo volver a su hogar al finalizar la guerra en 1945. A su regreso, rompió el silencio y dedicó su vida al activismo, exigiendo justicia y reparación por las vejaciones sufridas por miles de mujeres japonesas en la guerra. Nunca dejó de trabajar por los derechos de la mujer y en 1993 llegó a testificar en la Conferencia Mundial de los Derechos Humanos realizada por las Naciones Unidas en Viena. Falleció en 2019.

Kim Bok-Dong

Activista por los derechos de la mujer

Consagró su vida a la lucha por los derechos de la mujer tras haber sido esclava sexual durante la Segunda Guerra Mundial

Testificó en la Conferencia Mundial de los Derechos Humanos de 1993 y nunca dejó el activismo hasta su fallecimiento, en 2019


Por último, están los casos silenciados, aquellos en los que hubo grandes contribuciones y no se reconocieron hasta mucho después. Sheila Minor fue una de las primeras mujeres en ser técnica en investigación biológica en el famoso Instituto Smithsonian de Washington D.C. Sin embargo, su nombre no ha trascendido hasta hace unos pocos años.

En 2018, una fotografía que databa de 1971 de una conferencia sobre la biología de las ballenas se hizo viral en Twitter. En la foto de grupo solo había una mujer, que era también la única persona de la imagen sin identificar. 

Sheila Minor

Bióloga investigadora

Fue una de las primeras mujeres en acceder a un puesto técnico en investigación biológica en el Instituto Smithsonian

Su nombre fue desconocido durante décadas, hasta que un hilo de Twitter volvió viral su caso en 2018

Más de 11.000 personas salieron a la búsqueda del nombre de la mujer misteriosa. Al final, el propio fotógrafo que tomó la foto pudo recordar el nombre de Minor, y confesó que había pensado que era una asistente administrativa.

Hay una deuda pendiente con la visibilización del trabajo de las mujeres mayores y este año es el momento de saldarla. 

Fotografía que se viralizó en Twitter en 2018 y en la que Sheila Minor era la única persona cuyo nombre no aparecía en el pie de foto. N.G.