Los residencias de Gipuzkoa son las que más contuvieron el impacto de la pandemia en Euskadi durante los meses más críticos, con una tasa de contagios del 27%, frente al 32,4% de Araba y el 38,9% de Bizkaia. Un blindaje que, pese a ello, no pudo evitar que la proporción de fallecimientos atribuibles al covid-19 en Gipuzkoa se situara ligeramente por encima de la media vasca. 

Entre marzo de 2020 y septiembre de 2021 fallecieron en centros residenciales de Euskadi 1.125 personas como consecuencia directa del coronavirus, 338 de ellas en Gipuzkoa, 578 en Bizkaia y 209 en Araba. Teniendo en cuenta que las defunciones por cualquier causa ascendieron en los centros del conjunto de la CAV a 6.940, el porcentaje de muertes atribuibles al covid se sitúa en ese periodo de tiempo en el 16,2%, porcentaje que aumenta en Gipuzkoa al 21,3%, por encima del 16,6% de Araba y del 14,1% de Bizkaia. 

Se trata de uno de los datos que se desprenden del informe Mortalidad covid-19 en residencias para personas mayores, un estudio monográfico que analiza desde diversos parámetros el impacto de la pandemia entre las personas que residían en 307 centros vascos entre marzo de 2020 y septiembre de 2021. En total, 19.411 plazas residenciales.

La investigación ahonda en la necesidad de contar con una “correcta medición” de las graves consecuencias de la pandemia, para lo cual el Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales ha contado con el apoyo especializado de la Fundación Eguía-Careaga-SIIS. 

El impacto de la segunda ola

El trabajo pone de manifiesto, en todo caso, la “capacidad de las estructuras residenciales” para adaptarse a medio plazo al enorme reto sanitario que supuso el covid-19, "controlando la aparición de nuevas infecciones y presionando a la baja” la letalidad de los casos de infección.

Pese a ello, el informe refleja la complicada gestión de la segunda ola pandémica, con el cuarto trimestre de 2020 como uno de los momentos más críticos en Gipuzkoa, con una tasa de mortalidad del 8,8%, que dobló a las de Bizkaia y Araba, inferiores al 4%. 

Las variaciones más intensas en la letalidad, según recoge el informe, corresponden precisamente al territorio. Con una tasa cercana a la de Bizkaia en el primer trimestre de 2020, este indicador siguió una pendiente claramente descendente durante el primer año de la pandemia, hasta situarse en niveles mucho más bajos que los del resto de territorios durante el primer trimestre de 2021. 

Uno de los aspectos que destaca el informe es, pese a todo, la capacidad de adaptación de los centros, lo que favoreció una “progresiva caída del volumen de fallecimientos”, con una eficacia superior con respecto al resto de la población mayor. 

En los 19 meses analizados, un total de 42.736 personas mayores de 65 años se había contagiado al menos una vez en Euskadi. Teniendo en cuenta todo el periodo de estudio, la población usuaria de centros residenciales supuso un 18,5% del total de las personas mayores afectadas.

El impacto de la pandemia fue muy fuerte en los centros durante la primera ola. El informe revela que durante aquellos primeros compases desconcertantes las personas usuarias llegaron a representar el 46% de todos los contagios en la población general mayor. Durante la segunda ola se redujo mucho el peso de la población residencial en el conjunto de los contagios, para situarse en un 15,2%. 

Debabarrena y Debagoiena, las más afectadas

Un total de 8.377 personas residentes tuvieron un diagnóstico positivo por SARS-CoV-2 entre marzo de 2020 y septiembre de 2021, lo que supone una tasa de contagio del 34,35% para el conjunto de la población atendida en estos centros en la CAV. En Gipuzkoa, la comarcas de Debabarrena y Debagoiena fueron las más afectadas, con tasas de contagio del 35,63%

El estudio también incluye algunas comarcas del territorio como Tolosaldea-Goierri (32,82%) y Donostia, con el 27,09%. En el lado opuesto, los menores registros corresponden a comarcas del territorio como Bidasoa, Buruntzaldea y Oarsoaldea, con el 21,21% y Urola-Kosta con el 16,18%. 

Una parte muy destacada de primeros contagios se producen en exclusiva entre marzo y abril de 2020. De hecho, el 42,1% de la población usuaria contagiada fue infectada por primera vez en esos dos meses. En concreto, el informe subraya el fuerte pico de abril de 2020, con una tasa que se disparó al 228%, muy por encima del 61,2% del mes anterior. 

En los meses posteriores, la tasa de nuevos contagios se reduce drásticamente, alcanzando el mínimo en junio con una tasa de 1,5%. Tras mantenerse en niveles bajos durante julio (2,2%), regresaron nuevos picos de contagios -41,7% en septiembre-, y un nuevo máximo del 66,4% en enero de 2021, en la recta final de lo que fue la segunda ola de la pandemia en los centros. A pesar de esa segunda cresta, la tasa de contagios vuelve a disminuir muy rápido hasta un mínimo del 2,5% en mayo de 2021.

La capacidad de adaptación de los centros tuvo un efecto directo en el descenso de personas fallecidas. De hecho, en la fase otoñal de la epidemia en 2020, el grueso de la mortalidad podía considerarse ya como no residencial. El 70,1% de las muertes en los centros asociados a un diagnóstico covid-19 se concentró entre el 8 de marzo y el 21 de junio de 2020. En la ola veraniega posterior el porcentaje apenas fue del 29,9%, cuando en el resto de la población se disparaba al 49,4%. 

La tendencia descendente de la letalidad entre la primera ola y la fase post-vacunación es claramente perceptible en algunas áreas comarcales, como la zona oeste de Gipuzkoa, con una tasa que bajó de 29,2% al 8,8%. 

Teniendo en cuenta el conjunto del periodo comprendido entre marzo de 2020 y septiembre de 2021, se observa una “importante cercanía” entre las distintas zonas comarcales, con variaciones entre el 18,3% y el 22,3%, que corresponde a Gipuzkoa oeste, seguido por el 20,8% de Gipuzkoa este, ligeramente por encima del indicador general del 20,1% del conjunto de Euskadi.