Antton Olaizola abrió ayer las puertas de su casa a un grupo de visitantes que querían conocer de primera mano cómo se cultivan y trabajan algunos de los productos que nos llegan a la mesa. “Me encargo de las 15 hectáreas del caserío y en ellas cultivo manzanas y kiwis”, explica Olaizola.

“Conozcamos el producto que comemos”

Unanue-Zar es un caserío dedicado a la fruticultura en Donostia que se sumó en 2015 a la iniciativa Ongi etorri Baserrira!, impulsada por Enba, para enseñar in situ cómo se cultivan las manzanas y los kiwis y el trabajo que hay detrás.

“Conozcamos el producto que comemos”

“Me parece importantísimo conocer la historia y el trabajo de las manzanas porque es un mundo muy desconocido y un producto muy cercano. A simple vista, en el supermercado, no parece dar mucho trabajo, pero cuando vienes aquí y ves todo lo que hay detrás de una manzana, te das cuenta del esfuerzo que conlleva conseguir un buen producto”, añade José Miguel Larrañaga, uno de los visitantes que ha participado en esta iniciativa desde 2015 y que hoy visita otro caserío de Ordizia.

“Conozcamos el producto que comemos”

“Este caserío pertenece a la familia Olaizola desde hace más de 150 años y mi padre es uno de los propietarios entre siete hermanos”, cuenta el agricultor. Además, es uno de los caseríos más antiguos de Donostia.

En el año 1979 el caserío empezó a caerse y se reconstruyó para hacer colonias para niños. Más tarde empezó a funcionar como albergue, pero en 2003 se quemó a causa de un incendio y el caserío ha estado vacío hasta 2018, cuando fue renovado completamente para construir el hotel que existe hoy en día.

Manzanas de Suiza y Holanda

“Antiguamente, los árboles desde que se plantaban hasta los 10-12 años de antigüedad no daban frutos”, pero hoy la situación es diferente, reconoce. Es “inviable” esperar tantos años para obtener resultados, por eso se utilizan otros métodos. “Ahora los árboles se han mejorado genéticamente para que empiecen a dar manzanas más rápido, pero también son más caros y envejecen más rápido, por lo que hay que cambiarlos cada menos años”, añade Olaizola.

Unanue-Zar es un caserío especializado en una variedad de manzanas holandesas rojas, un poco ácidas y el árbol es sensible al calor. “Nosotros nos hemos especializado en un tipo de variedad que en el resto del país no hay porque no les gusta el sol”, apunta Antton, añadiendo que esa es la razón por la que pueden vivir de la manzana. “No podemos competir con las grandes empresas que producen un montón en el Valle del Ebro, pero ellos no pueden plantar este tipo de manzanos sensibles al calor” explica.

Además, ahora han empezado a trabajar también con una manzana de Suiza calificada como la número uno de los supermercados. “Es una variedad difícil de cultivar, que se queda pequeña y no da muchos kilos, pero a la gente le encanta”, asegura el agricultor. La mitad de su cosecha va destinada a una cadena de supermercados, el resto se vende a mercados tradicionales, Merkabugati y fruterías.

Perdidas en la cosecha

En el último año está habiendo unos cambios de temperatura muy irregulares y se están superando récords históricos en temperaturas. “Esto conlleva que muchos agricultores pierdan parte de su cosecha y, por consiguiente, de sus beneficios”, asegura Olaizola. “En abril hubo unas heladas muy fuertes y eso, sumado al granizo, ha hecho que se pierda un porcentaje de la cosecha”. El pasado 18 de junio las temperaturas llegaron a alcanzar los 40 grados en Gipuzkoa y según cuenta Antton: “Ni con las redes que protegen las manzanas del sol y el granizo hemos podido evitar que se nos queme una gran cantidad de producto”. “Por eso es tan importante que la gente conozca el proceso completo de los productos que se come, el porqué de su precio y saber apreciar el trabajo que hay detrás de cada alimento”, añade Larrañaga.

Aunque también se aprovechan las manzanas que no se pueden comercializar por daños en su apariencia haciendo otros productos, como zumo de manzana y membrillo. Productos que los visitantes han podido degustar después de la visita por los manzanos mientras compartían un agradable almuerzo, antes de pasar a conocer los cultivos de kiwi.

“Es muy importante que los niños entiendan y vean de donde vienen los productos que comen y que vean cómo y quién lo trabaja”, añade Ivan Martínez, otro visitante acompañado de sus dos hijos pequeños.

Planta de kiwi

Tras el almuerzo para reponer fuerzas, los visitantes recorrieron el caserío hasta la zona de cultivo de kiwis. Antton Olaizola se adentró en el mundo del kiwi también en el año 89 y explicó a los visitantes qué es una planta dioica como sucede en el caso de esta fruta. “Tiene plantas macho por un lado y hembras por el otro. Las hembras dan frutos y el macho poliniza”.

“Me dedico a esto porque nuestros productos son los mejores. No porque yo lo haga bien, sino porque lo hace bien la naturaleza, con ayuda de nuestra tierra y nuestro clima”, concluye Olaizola.