‘Eppur si muove’. En un artículo publicado el pasado viernes 24 en el diario digital La Crónica de Salamanca, se lamentaban de la pasividad de la Junta de Castilla respecto a la “opa hostil” de Osakidetza en la Escuela de Enfermería de aquella Universidad, ofreciendo contratos para los meses de verano y tres años más, una oferta que no han podido rechazar la mitad de las alumnas que acaban de finalizar sus estudios y, en absoluto comparable con lo que les esperaba en Castilla y León, con más precariedad y sueldos considerablemente más bajos.

Nos felicitamos por la iniciativa, en esta ocasión en Salamanca. Quizás se haya extendido a otras universidades. Bien. Pero sólo es un primer paso en la reforma en profundidad que precisa nuestra Atención Primaria: inversiones en tecnología, en instalaciones y en personal, rediseño del modelo, introducción de nuevos perfiles profesionales, cambios de actitud frente a la especialidad y mayor autonomía de sus profesionales. Pero por algún sitio se empieza.

Carrera de gallos

Hace unos días en Legazpi se recuperó la versión más edulcorada posible, sin violencia alguna, de esta modalidad de espectáculo, que se remonta varios siglos atrás y que estuvo muy arraigada en muchos pueblos de España.

El juego era tan salvaje que un funesto personaje, poco dado a sensiblerías de ningún tipo, como quien fuera ministro de la Gobernación durante la dictadura de Primo de Rivera, y ministro de Orden Público en el primer gobierno de Franco, Severiano Martínez Anido, de triste memoria por su Ley de Fugas, lo prohibió en febrero de 1929 porque se trataba de “suspender exprofeso de las patas, pollos o gallos, para descabezarlos con la mano, o esgrimiendo palo, sable o cosa análoga, bien corriendo a pie, ya en caballería”. Una decisión entonces comparable a la del gobierno de Israel de ahora, prohibiendo la producción de foie gras de ocas y patos por el posible sufrimiento que se les inflige a las aves, mientras justifican los asesinatos de palestinos.

Solidaridad y emotividad

Con motivo de los incendios acaecidos en la Navarra media y organizado por la Dirección de Protección Civil del Gobierno Vasco, un convoy de vehículos de bomberos de Bilbao, Donostia y Gasteiz, con sus correspondientes dotaciones, de manera voluntaria y fuera de su horario de trabajo, se desplazó al teatro de operaciones, poniéndose a disposición del mando del operativo.

A los bomberos donostiarras les correspondió proteger el casco urbano y aledaños de San Martín de Unx. La prensa publicaba, a los pocos días, la carta de agradecimiento, dictada por la emoción, del vecino que les sirvió de guía por aquellas empinadas y estrechas calles. En otro punto, se refería a la moción de algunos concejales donostiarras en el Pleno municipal, respecto a las atenciones que, en su opinión, nuestros bomberos deberían prestar en otras localidades guipuzcoanas en caso de necesidad, moción guiada, más por la solidaridad que por la racionalidad que se exige a los gestores de la cosa pública.

El tema es casi tan viejo como la existencia del Cuerpo de Bomberos donostiarra (1867). Veamos algunos ejemplos. En noviembre de 1893, atendiendo la solicitud de auxilio, un equipo con su correspondiente material se desplazó en barco a Santander para colaborar en la extinción del incendio originado por la explosión del vapor Cabo Machichaco. Lo volverían a hacer, esta vez por carretera, con motivo del incendio de febrero de 1941, origen de la gentrificación de la capital cántabra. Fueron relativamente frecuentes, por incendios o inundaciones, las salidas de equipos y vehículos a las localidades de Donostialdea e incluso a otras más alejadas como Azkoitia, Ordizia, Tolosa, Urnieta, Zarautz o Zumaia, a solicitud de los alcaldes afectados, salvo en 1938, que se desplazaron hasta Vitoria por orden del gobernador civil. En enero de 1967, y por disposición de la autoridad provincial, una columna de tres vehículos y sus correspondientes dotaciones se desplazó a Santurtzi con motivo de la explosión de cuatro vagones cisternas de butano en el puerto franco que destruyó 295 viviendas, afectando a 778 personas.

Estas intervenciones originaban las protestas, más o menos airadas de algunos concejales, por el peligro que suponía para los intereses de la ciudad la falta de recursos ante una posible emergencia local, sugiriendo desde 1913, y en repetidas ocasiones posteriormente, que la Diputación debería asumir su responsabilidad al respecto hasta que, en 1986, se inauguró el Parque de Zubillaga en Oñati, primero de los establecidos por la institución foral.

Casi siempre, los beneficiarios trasladaban su más efusivo agradecimiento al Ayuntamiento donostiarra y en menos ocasiones, se ofrecían a hacerse cargo de los gastos originados. Significativa fue la cara dura del arcipreste de Tolosa, cuya parroquia se incendió en la madrugada del 1 de diciembre de 1951, devolviendo la factura alegando que la labor desarrollada por el equipo donostiarra fue insignificante, apelando a los profundos sentimientos religiosos del alcalde donostiarra y solicitando su condonación. Con el argumento de que “con la Iglesia hemos topado”, se buscó una solución política, o sea, que el cura no soltó la gallina y el servicio lo asumió el erario público donostiarra. Amén. Ignoro si expedientaron al interventor municipal que reclamaba el cobro por la vía ejecutiva, pero que fue al infierno por su exceso de celo y sus aviesas intenciones, de eso, estoy seguro.

Julian assange

Tras una década de confinamiento domiciliario y aislamiento carcelario, en breve será extraditado a EEUU para ser condenado a 175 años de cárcel. En este momento, las “noticias” sobre Assange dan cuenta del destrozo que le han provocado. Es un paria enajenado, un asperger deprimido al borde del suicidio.

hoy domingo

Guisantes y habas con jamón. Bonito con tomate. Cerezas, melón y fresas. Rosado de Lágrima Ochoa de Olite. Café. l