La Iglesia católica atraviesa en Gipuzkoa una intensa crisis de fervor religioso. Las tres ceremonias más tradicionales de las familias -bodas, bautizos y comuniones- son cada vez menos frecuentes, con caídas, según los datos de la Diócesis de Donostia, del 42%, el 31% y el 24% en los últimos tres años.
Si en 2019 se celebraron un total de 362 enlaces matrimoniales, esta cifra se redujo el año pasado a 208. Otro tanto ocurre con los bautismos, medio millar menos en tres años, y las primeras comuniones, que experimentan también un acusado descenso, de las 2.632 de 2019 a las 1.992 del pasado año.
El alejamiento de las familias de la vida eclesial parece patente y, de hecho, solo durante el último año se han registrado 70 apostasías. La tendencia a la secularización del territorio conduce "hacia una pérdida de valoración y de credibilidad de la Iglesia por parte de cada vez más guipuzcoanos y guipuzcoanas".
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Así lo recoge la propia Diócesis de Donostia en el proceso de reflexión abierto. A pesar de que la iglesia católica en Gipuzkoa sigue teniendo una presencia social "importante todavía", se encuentra sumida en una pérdida de credibilidad debido, en buena medida, a "problemas internos de la Diócesis" que se han aireado públicamente "ofreciendo un gran antitestimonio".DIVISIÓN INTERNA:
Esta división interna se debe a "una gran diversidad en el modo de entender y vivir lo católico entre los fieles, especialmente el clero". Este hecho "marca la vida y misión de la Iglesia guipuzcoana, produciendo heridas y gran dolor", según la reflexión conjunta.
El documento incide en la necesidad de reformular las comunidades parroquiales porque la estructura diocesana actual "responde a un modelo social de cristiandad que ya no estamos viviendo". La organización eclesiástica actual está dispuesta de la siguiente forma: seis arciprestazgos, 207 parroquias y 19 centros pastorales con asistencia permanente.
La iglesia guipuzcoana tiene además un problema con la gestión de su plantilla, muy envejecida. Los 166 sacerdotes de la diócesis tienen una media de edad de 71,35 años. En este contexto, el lugar que ocupan los laicos es cada vez mayor, especialmente en las parroquias a las que pertenecen. Pese a todo, la presencia de los jóvenes "es muy minoritaria", por lo que hay grandes dificultades para el relevo generacional.