donostia - La fundación presidida por Imanol Apalategui desarrolla proyectos de desarrollo en seis ámbitos: deporte, igualdad de género, formación, salud, recursos naturales y obra social. Acciones que se basan en la formación de la población local a fin de que puedan desarrollar por ellos mismos su futuro.

Etiopía Utopía cumple su décimo aniversario. ¿Con qué salud llega la organización a su primera década?

-La cooperación al desarrollo es una actividad muy difícil porque estamos trabajando en países con culturas normativas y necesidades muy diferentes a las nuestras, y eso alberga una dificultad. Llegamos en buen estado y aunque somos una organización pequeña, ya se nos conoce en Gipuzkoa. Poco a poco estamos consiguiendo nuestros objetivos, en el sentido en que somos una organización que nos tenemos que dedicar a fortalecer las capacidades de las comunidades de allí mediante la trasferencia de conocimientos.

¿Cómo se articula una organización como la suya?

-Nos asentamos sobre cuatro bases: somos una organización dirigida por voluntarios, que tenemos que cubrir nuestros costes de estructura, que nos dedicamos a la transferencia del conocimiento para el fortalecimiento de las comunidades de allí y que queremos poner en contacto organizaciones de aquí con las de allí.

¿Cómo nace Etiopía Utopía?

-Yo a Ángel Olaran (misionero hernaniarra) le conocí hace 20 años y he estado en Etiopía 14 veces. En uno de los viajes me di cuenta de que el dinero les viene muy bien, pero que lo que realmente necesitan es conocimiento. Recuperando el viejo lema de si le das un pescado a un hombre le alimentarás un día; enséñale a pescar y le alimentarás toda su vida, creemos que la única forma de que se desarrollen es mediante la transferencia de conocimiento. Hasta entonces la cooperación que se hacía era mandar dinero y nosotros lo que queríamos era ayudar a que se desarrollen. Porque el dinero les viene muy bien, pero solo cubre las necesidades presentes, no las futuras.

¿Qué áreas trabaja la fundación sobre el terreno?

-Nos dedicamos principalmente a los temas de salud, de suministro de agua, la mujer y la educación. Tenemos un proyecto que llamamos MHM, que ya hemos desarrollado una primera fase y que nace porque más del 50% de las niñas dejan de ir a clase entre uno y cinco días al mes por el tema de la regla. Allí la regla es un tabú, supone mucha vergüenza, se sienten impuras, las madres no informan a las niñas... Además, las condiciones higiénicas en los colegios suelen ser un desastre. En esta primera fase hemos hecho unas labores constructivas para que tengan unos buenos aseos a los que puedan ir y hemos montado clubes de chicas en cada colegio.

Dan mucha importancia a los proyectos relacionados con el suministro de agua. ¿Por qué?

-El 90% de la población de la región de Tigray se dedica a la agricultura y con los problemas de agua y de lluvias que tienen, padecen muchas complicaciones para cosechar. Pueden alimentarse durante unos meses, pero luego abandonan los campos para ir a la ciudad. Wukro ha duplicado su población en 20 años, la situación es complicada y nosotros queremos ayudar a los pueblos que están alrededor para que no tengan necesidad de ir a la ciudad.

¿Cómo se trabaja con un recurso tan escaso como es el agua en África?

-Estamos haciendo una presa para regadío, también estamos intentando arreglar ríos para que las riberas no se desplacen. Ahora vamos a llevar a cabo una formación para hacer depósitos de cementos. También tenemos proyectos de recogida de agua en dos colegios que están en una zona muy apartada para que las niñas no tengan que abandonar sus clases para ir a por agua, entre otros.

También dan relevancia al área de la salud.

-Hemos formado a especialistas en cirugía para que sepan atender a los quemados, estamos formando al personal de enfermería para que sepan utilizar los aparatos de auscultación cardiopulmonar. Creemos que se avanza cuando se tiene el conocimiento y nosotros lo que hacemos es ayudarles en su desarrollo. Además, traemos a Euskadi niños que necesitan un tratamiento que allí no pueden recibir.

¿Cómo ha cambiado la situación en Etiopía en esta década?

-La situación de Wukro es complicada y eso que gracias al trabajo de Ángel han mejorado mucho las condiciones de vida allí. Pero queda mucho por hacer y hay muchas cosas que trascienden de nuestra organización.

¿Cuáles son los retos de futuro de Etiopía Utopía?

-No lo sabemos porque la situación en Etiopía es bastante complicada: tienen bastantes etnias, bastantes regiones, la situación política entre ellas es difícil y las relaciones con los países vecinos tampoco son muy buenas. El país está bastante desestabilizado a nivel interno. Pero nuestra intención es seguir siempre que haya una seguridad para trabajar allí.

Libran una guerra sobre el terreno, pero encontrar financiación tampoco parece una tarea sencilla.

-No lo es. Cada vez hay más necesidades, incluso en nuestra propia tierra hay un sur en el norte y hay un montón de organizaciones y mucha competencia para acceder al dinero. Cada vez vemos que hay más necesidades y que esa transferencia de recursos del norte al sur no resuelve los problemas que generan el hambre, la falta de agua, la falta de recursos sanitarios... Nosotros quisiéramos desaparecer a corto plazo porque el estado etíope haya cubierto las necesidades básicas de la población, pero es que es muy difícil. La situación en este tipo de países sí que ha mejorado mucho en los últimos años, pero la desigualdad ha crecido mucho, igual que aquí.