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“Con un bikini o un bañador tienes que estar segura y cómoda porque no te lo compras para no levantarte”

Casi 50 años de historia en Donostia. Su madre abrió Begoña Bañadores en 1970 y medio siglo después Amaia Txabarria es un referente en la moda de baño

“Con un bikini o un bañador tienes que estar segura y cómoda porque no te lo compras para no levantarte”

DONOSTIA- El verano es esa época del año en la que se camina en la cuerda floja, entre la desinhibición y el pudor que a todo ser humano le supone mostrar el cuerpo.

Para que ese trance de bañarse y de pasear por la orilla de la playa sea todo lo placentero que debe de ser, cada persona tiene que sentirse segura con lo que lleve puesto.

Si alguien sabe de este tema es Amaia Txabarria. Su amama puso en marcha en Bilbao el comercio Aldagaray. En 1970 su ama dio el salto a Donostia para abrir las puertas de Begoña Bañadores y Amaia Txabarria lleva ya 27 años al frente de su negocio. Casi 50 años de historia en la capital de Gipuzkoa.

Siempre queremos comprar rápido y barato...

-Yo creo que cometemos algunos fallos, que algo hacemos mal. Centramos nuestra mirada en las pasarelas, y no hay una mujer igual que otra. No hay un pecho igual ni una cadera igual. Hay que saber cuál es tu copa, hay que ver que una talla de sujetador puede no ir acorde con la misma talla en la braga... Eso es imposible de adecuar comprando sin probar.

¿Por qué comprar un bikini no siempre es una experiencia grata?

-Yo siempre digo una cosa: enfoca donde menos tienes. Donde tú crees que tienes el problema, tiene que pasar más desapercibido. Los consejos no los dan las redes ni las grandes cadenas.

¿Una mujer llegar aquí y Amaia Txabarria sabe qué tiene que ponerse?

- Soy la tercera generación en venta de bañadores. Cuando viene una mujer, aunque le mire a la cara le hago una radiografía discreta y veo lo que le puede ir y lo que no. Por ejemplo pensamos que la braga alta en un bikini disimula, y no. Son para chicas “estupendas” entre comillas. Si soy pequeña, tengo mucho pecho y pongo una de esas, parezco un gato con botas. Hay que equilibrar.

¿Quién pone los límites?

-Hay que buscar tu medida. Hay una proporción entre pecho y cadera. Tienes que hacer tu propia versión, la tuya. No la que mandan los cánones de moda. Aquí nada va necesariamente con nada. Todo se hace según la necesidad de cada mujer.

Nos fijamos mucho en el diseño pero también tienen importancia los tejidos y la confección...

-Por supuesto. Luego está el cuidado que das a la prenda. Yo aconsejo, como lo hacía mi madre, que se use jabón de trozo para lavarlos. Aunque no nos bañemos todos los días tenemos que dar la vuelta al bañador, darle una frotadita y colgarlo. No hay que usar nunca bolsas de plástico para guardarlo, porque se va cociendo. Cuando lo llevas mojado lo metes en la toalla. En invierno, tampoco se guardan en bolsas.

A una clienta no se le puede decir que el bikini le sienta como a un santo tres pistolas...

-Sí, hay que decirlo. No hay que vender por vender, porque la mejor propaganda es la que hacen las mujeres en la playa. Si un bikini no le queda bien a una mujer se lo voy a decir, porque yo también voy a la playa. La culpa de vernos siempre mal la tiene en gran media la propaganda y el marketing. Parece que las gorditas no podemos ponernos un bañador, un bikini o un tankini, Y claro que sí, porque hay uno para cada cuerpo.

En moda de baño hay tendencias que cambian.

-Sí, claro, y tú las sigues y las adaptas. Si viene una mujer con mucho pecho no le puedes dar un bandó aunque esté de moda. Tienes que ayudarle para que cuando llegue a la playa vaya cómoda, porque no te compras un bikini o un bañador para sentarte y no levantarte. Tienes que estar a gusto y segura. Y da igual la edad, a los 16 o los 66.

Colores y modelos según la edad.

-Mira, hay una edad conflictiva, que estás como en tierra de nadie. Pero yo no doy nunca negro a partir de una edad, porque me parece que hace mucho más mayor. Hay colores alternativos, como el marrón chocolate, el azul marino o el verde oscuro. El negro es para la gente hasta los 30 o 35 años, que están divinas. Si vas de negro por la calle rompes con un collar, un pañuelo o con el lápiz de labios. En la playa no, en la playa vas como eres tú misma.

¿No hay forma de disimular?

-Sí, claro. Hay licras que se llevan por dentro, rellenos... Hay trucos para ayudar a las mujeres que han pasado alguna enfermedad, no solo a las masectomizadas. Cuando ayudas a una mujer que tiene un problema, la satisfacción es muy grande.

¿Y las mujeres masectomizadas?

-Yo nací en una tienda y moriré en una tienda. Mi madre me lo enseñó desde muy pequeña, cuando la operación era mucho más brutal. Yo me preguntaba ¿cómo va ir esa mujer a la playa? Y nos ingeniábamos para darle una solución. Solíamos rellenar la copa con espuma o de otras formas. Una vez llegó una mujer con mucho pecho y cuando le quitaron uno era difícil dar con una solución. Mi padre era cazador y vaciando algunos cartuchos conseguimos hacer un relleno.

Con la mayor naturalidad posible.

-Sí, y escapando del cuello vuelto y de llevar un cartel en el que diga que están masectomizadas. La mayoría de las clientas que tengo van con bañadores normales y se les hace una bolsita para la prótesis, cuando no se les ha hecho la reconstrucción.

¿La atención es importante?

-Por supuesto. Pero es una circunstancia de tu vida, yo estoy operada. Hay que pelear y luchar. Si quieres tienes que pintarte el ojo y el labio. A mi esas campañas del pañuelo rosa me hacen gracia, porque lo muestran de una forma... Hay maneras de llevar el pañuelo con mucho estilo, hay turbantes. No hay que llevar un cartel siempre .

Volviendo a la compra de bañadores. Hay gente que se compra 200 bikinis en un año y otra que se compra dos en cinco años.

-Hay de todo. Hay una clientela fija que viene todos los años y las que hacen sus montoncitos, las que van retirando y guardando los más viejos para la piscina o las que van poco a la playa y les dura más. Mi madre me decía: Más vale comprar una cosa buena que tres malas. Y además, los precios no son tan altos porque la gente que piensa que por ser diseñadora vas atracando. Este año el bikini más caro ha sido de 150 euros y el más barato de 66 euros. Además, yo no dejo un bañador colgando. Cojo de aquí o de allí hasta que queda bien.

Tu amama, tu madre y tú. ¿La evolución cómo ha sido?

-Tremenda. Cuando mi ama, que era muy lanzada, empezó a vender bikinis (ella también los llevaba), la gente se santiguaba. Me acuerdo que cuando las mujeres se animaban con el bikini decían que era porque el médico se lo había mandado, que era por prescripción facultativa. Luego empezaron a ponérselo con la excusa de que iban fuera y nadie les conocía.

Y se fueron eliminando piezas...

-Sí, después se pasó al topless . Pero es gracioso porque fue algo que empezamos las jóvenes que nos hemos ido haciendo mayores y hoy en día las chicas enseñan el culete y se tapan el pecho, mientras la gente mayor es la que sigue haciendo topless. La moda marca.

Pero no todo vale...

-Mi madre me dio un consejo. Ni vendas un bañador ni compres un tejido que tú no te vayas a poner, porque no lo vas a poder defender.

La pregunta típica ¿bikini o bañador?

-En bikini estamos todo el año, porque la braga y el sujetador es un bikini. Yo defiendo el bañador: es sexi, insinuante, esconde y hace trampas. Pero en bikini estamos muy cómodas y nos da el sol. Cuando se usa bikini dar el paso al bañador es complicado, porque te tira de aquí y de allí. El tankini es un término medio. Yo lo empecé a hacer por una chica operada del estómago que llevaba bolsa. Te lo puedes subir y bajar. El trikini no me gusta mucho. Es para tener uno si tienes muchos bikinis y si tienes un tipazo.

¿Y este año que se lleva?

-Como tendencia, mucho el bañador. Aunque el bikini siempre está ahí. Pero, siempre, hay que adecuarlo a ti y no a la moda. De colores, este año de todo: lisos y estampados.

¿Un último consejo?

-Tener muy en cuenta el tamaño del sujetador. Con un zapato todas tenemos muy claro cuál es nuestra talla pero con el sujetador nadie sabe si tiene copa A, B, C, D, E, F e, incluso, G. Lo que no tomamos en cuenta es que el pecho empieza detrás de la axila y que no tenemos la misma forma de mama. El pecho, para colocarlo bien, hay que llevarlo delante del aro. Meter la mano y arrastrarlo hacia delante, que el aro quede detrás de la mama. Es una manera más de prevención porque en la axila están los ganglios y la verdad es que el sujetador lo llevamos muchas horas cada día.