donostia - Un día decidió que ya se había hartado, que quería vivir de forma diferente. Dejó su trabajo y pedaleó sin descanso durante dos años, desde Ushuaia hasta México. Durmiendo en la tienda de camping, en comisarías o en la calle, vivió una experiencia de la que volvió “cambiado” y en la que se sintió “libre y dueño” de su tiempo.
Al regresar retomó por un tiempo su profesión de periodista antes de, definitivamente, avanzar por el camino que quería seguir. Fernando Odriozola trabaja actualmente en la agencia de viajes Banoa, en la trastienda y como guía en aventuras que, para algunos, son iniciáticas y, para otros, casi una costumbre.
“Hay gente que se va a Salou pero también gente que se pira lejos. El mundo se ha hecho más pequeño. Antes volaba quien tenía mucho dinero, ahora no”, constata. “Vamos de turistas y nos molestan el resto de turistas, sin darnos cuenta de que el de al lado piensa lo mismo”, apunta.
¿Hay paraísos desconocidos o poco inmortalizados en los selfis? Odriozola dice que sí, aunque “cada vez hay que irse a sitios más remotos”. Otra opción: acudir a lugares que no están de moda. Por ejemplo en Kenia en vez de ir a los destinos más solicitados se puede ir al lago Turkana. “No hay nadie y es interesantísimo a nivel tribal”, afirma. “Hay destinos que siguen fuera de la aldea global y países que son muy visitados pero en los que quedan lugares poco conocidos”, recuerda Odriozola.
El menú es largo, pero el experto aconseja tomar en cuenta factores como la temporada del año en la que se viaja y el tiempo disponible.
Como guía en Banoa ha recorrido muchos países y compartido experiencias con mucha gente. Constata que, por el coste, los viajes más largos los realizan normalmente personas de cierta edad y sin cargas.
Pero la aventura hoy en día no tiene los mismos tintes de improvisación y de inherente molestia que antes. “Estés donde estés quieres llegar a un buen hotel, tener buenos servicios y wiifi”, apunta Odriozola. que avisa que no siempre todo puede estar bajo control, lo que protege la magia.
“Ese espíritu mochilero de ir a ver qué hay ya no existe. Hay mucha información para tener sorpresas”, añade este guía que sugiere, antes de comenzar este tipo de viajes, que cada cual responda a algunas cuestiones como “qué quieres ver, y cuántos días tienes. Luego entras en el detalle. Si no soportas el calor, vete a países frescos, y si no puedes estar en altura, pues no vayas al Tíbet”.
Sentido común también a la hora de elegir destino. “Si no conoces África y tienes tus dudas, una puerta bien agradable es Senegal. No te metas 20 días al Congo”. Entre los clásicos para “dar el salto a viajes que no sean de tumbona” se encuentra, por ejemplo, la India.
También hay que tomar en cuenta un aspecto clave, la convivencia. Hay viajes de todo tipo, algunos que exigen más momentos de vínculo y otros que posibilitan “andar más a tu bola”. “Quizá nos hemos vuelto más individualistas, dejas de compartir lo que compartías antes. Pero momentos complicados tiene quien se los quiere complicar”, añade .
Aunque la crisis se dejó notar en la demanda de este tipo de viajes, el sector actualmente “está bien”. “Siempre ha habido una bolsa de gente que opta por viajar así”. Hoy en día hay fieles y nuevos clientes, aunque esta opción, alternativa en un tiempo, “se ha socializado”.
La sobredosis de información ha hecho que “quizá la gente pierda la capacidad de sorprenderse”. Ahora “están muy pendientes de los selfis,. Se llevan la tablet y los cascos y le dedican mucho tiempo a eso en detrimento del disfrute del viaje”, afirma. Pero, positivo como es, asegura que todavía se goza con lo que “no vives en tu día a día de la oficina”.
Respecto a los destinos solicitados, afirma, “se tira más a Asia y África y se deja a veces de lado América Latina, porque consideramos que puede ser más parecida a lo que tenemos en casa y te llevas muchas sorpresas a nivel paisajístico, arquitectónico, de sociedad y cultura”, explica Odriozola que habla de Perú y Guatemala, “el país más indígena de América Latina, con 23 etnias, con mercados, volcanes, lagos y ruinas”. En la lista incluye, entre otros destinos, “cualquier rincón de India” y muchos de África.
Algunos viajes, reconoce, cuestan “un pastizal”. “Para ir a Alaska sabes que tienes que poner al menos 4.000 euros sobre la mesa, porque no hay forma de hacerlo más barato”. El precio lo marca, fundamentalmente, la duración del viaje y los vuelos. Hay destinos desde poco más 1.000 euros hasta más de 4.000.
desmontando mitos “La gente cree que África, como son países pobres, te resulta barato y es de lo más caro del mundo. Angola es uno de los países más caros. Alquilar un coche cuesta cientos de dólares al día y una habitación de hotel, más de 200 dólares por noche”, de ahí que resulte más accesible ir en grupo.
“Yo me iría a cualquier lado. Algunos sitios que me han sorprendido han sido Mozambique o Tanzania, pero también Siria o Yemen, aunque fíjate como están ahora”, apunta. Como destino curioso desde hace dos años Banoa ofrece un viaje a Corea del Norte con la parte norte de China.
En la actualidad Odriozola se encuentra realizando “la ruta Maya”, con México, Guatemala, Honduras y Belice, un viaje que estuvo de moda, pasó de moda, se está recuperando y resulta “muy placentero y muy interesante”.