40 años del crimen de Gladys del Estal
GLADYS GOGOAN ORGANIZA EN DONOSTIA Y NAVARRA ACTOS DE HOMENAJE A LA JOVEN DONOSTIARRA ASESINADA EN | Tudela
El final de los años 70, el periodo conocido como Transición, fue un tiempo marcado por las protestas y la represión en las calles. Unos años convulsos que dejaron muchas víctimas, como la joven donostiarra Gladys del Estal, una militante ecologista que murió el 3 de junio de 1979 en Tudela como consecuencia de los disparos de la Guardia Civil en el transcurso de una protesta pacífica antimilitarista y antinuclear. El agente que disparó, José Martínez Salas, fue condenado a 18 meses de cárcel por un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte.
Para mantener viva la memoria de la joven ecologista, desde el colectivo Gladys Gogoan han organizado diversos actos en Donostia, Iruñea y Tudela. Gladys Gogoan está constituido por un grupo heterogéneo de personas: amigos de la joven, militantes ecologistas -muchos de ellos testigos de aquellos hechos-, abogados que intervinieron en el proceso judicial, organizaciones sociales, etc.
El primero de los actos en la capital guipuzcoana se celebrará el sábado a las 11.00 horas, con una marcha en bici que recorrerá las principales calles de Donostia desde el Boulevard hasta Duque de Mandas, donde se concluirá con un homenaje.
El domingo, por su parte, la organización se trasladará a Tudela. Coincidiendo con la Marcha Antipolígono que se celebra todos los años en las Bardenas, y que partirá al mediodía de Los Aguilares, esta edición la protesta estará marcada por el recuerdo a la activista donostiarra. De hecho, Gladys Gogoan ha organizado un autobús para acudir a esta marcha.
La sala Gladys
Finalmente, el lunes, día en que se cumplen los 40 años de su muerte, la Facultad de Informática de la UPV/EHU donde se licenció Gladys en 1978 será el escenario para el acto central del homenaje. Allí, se inaugurará una sala con su nombre que, además, contará con una obra de Xabier Laka, profesor de Bellas Artes. Al acto asistirán, además, personas que compartieron estudios y activismo con ella. “Con estos actos se pretende recordar a Gladys del Estal en este 40º aniversario y que sirvan, por un lado, para solicitar un reconocimiento por parte de las máximas autoridades del Estado del daño causado, reconocimiento de la injusticia cometida y reparación de su memoria”, apunta el colectivo. Asimismo, anima a la ciudadanía “a luchar por los motivos que llevaron a Gladys a Tudela hace cuarenta años: el ecologismo, el ecofeminismo, la lucha antinuclear o la oposición al polígono de tiro”.
La muerte de Gladys se produjo en un contexto de rechazo al polígono de tiro de las Bardenas, en funcionamiento desde 1951, y en un momento en el que el Gobierno central tenía entre manos un proyecto para construir una central nuclear en el soto de Vergara, entre Arguedas y Tudela. Además, meses antes de la muerte de Gladys, la central de Three Mile Island (Harrisburg, EEUU) sufrió un accidente nuclear que activó el movimiento ecologista europeo.
Así, la Asociación para la defensa del Medio Ambiente de la Ribera (ADMAR) y los Comités Antinucleares de Euskadi se pusieron de acuerdo en convocar en el Prado de Tudela un acto conjunto, festivo y pacífico el 3 de junio de 1979.
El acto transcurría con normalidad hasta que irrumpieron las fuerzas policiales y, durante una sentada pacífica en la que participaba Gladys del Estal, la Guardia Civil cargó y uno de los agentes golpeó a la joven donostiarra con su arma, que además recibió un balazo en la cabeza. El guardia civil que fue condenado por la muerte de Gladys, José Martínez Salas, fue condecorado posteriormente en dos ocasiones “por su entrega y labor en la Ribera navarra”.
Tras lo ocurrido, el Ayuntamiento de Tudela, junto a otros sesenta Consistorios, exigió la dimisión del ministro del Interior, del gobernador civil y de los mandos responsables, así como el desmantelamiento del polígono y la paralización de todos los planes nucleares. Sin embargo, nada de ello se cumplió, a excepción de la central proyectada para el soto de Vergara, que gracias a las acciones del movimiento ecologista y de personas como Gladys, se consiguió paralizar.