La misma imagen se repite cada año por navidades o con motivo de algún cumpleaños. Alguien decide hacer realidad el sueño de otra persona y le regala un dron. Pero, una vez que se tiene uno entre manos surge la pregunta: “Y ahora, ¿qué puedo hacer con él?”.

La empresa donostiarra Sqadrones, pionera en Euskadi en operar estos aparatos, trata de inculcar entre particulares y empresas que un dron “no es un juguete”, es una aeronave y como tal, su normativa es la del sector aeronáutico. “La llave para hacer volar un dron no es tener un dron, sino tener una buena documentación”, cuentan Enrique García Menchero, exinspector en AESA (Agencia Estatal de Seguridad Aérea); Fernando Linares, ingeniero industrial; y Kevin Ubarretxena, ingeniero aeronáutico, rodeados de decenas de estos aparatos en las instalaciones de su consultoría en el edificio Enertic de la capital guipuzcoana.

Los tres forman un equipo “de 360 grados” sobre conocimientos de drones que aplican tanto a la formación de pilotos como a su manejo. La grabación de producciones audiovisuales, la inspección técnica de viaductos o antenas de comunicación, el seguimiento marítimo o la intervención en emergencias son solo algunas de sus funciones.

Las posibilidades de uso de un dron -“tanto para hacer el bien como para hacer el mal”- son casi ilimitadas, pero el espacio aéreo y las condiciones para hacerlos volar no. En Gipuzkoa es casi imposible poner en marcha uno de manera legal, ya que prácticamente todo el territorio está regulado. De hecho, desde Hondarribia hasta Lasarte-Oria “no se puede hacer volar ni siquiera un juguete”.

“La gente se piensa que con una formación de cinco horas se hacen pilotos y ya pueden volar en cualquier lugar”, recalca Minchero, apuntando que las condiciones para hacerlo en ciudad son todavía mayores. Al permiso del Ayuntamiento hay que sumarle que el aparato no supere los diez kilos de peso, que tenga un paracaídas y que el piloto disponga de una radio conectada a una emisora aeronáutica. Gracias a ella, es consciente en todo momento de la circulación aérea y puede retirar el aparato en caso de que un helicóptero de Osakidetza, que puede volar sin autorización, surque el espacio.

Una consideración que, según los expertos, nadie toma. “Se dice que un dron no hace nada, pero para un avión o un helicóptero es una pelota de acero. Un mínimo golpe puede hacer que la aeronave se estrelle”, indica Ubarretxena, quien conoce de primera mano los peligros que suponen estos aparatos al ser piloto de helicópteros de lucha contra incendios.

Pero tener un dron, haber realizado un curso de pilotaje, tener permiso para volarlo y llevar consigo una radio aeronáutica no es suficiente. Como mínimo, por cada dron hay que tener 35 documentos entre registros en AESA, licencias, controles y prácticas de vuelo. Una cifra que aumenta en caso del tamaño y las características del aparato.

“Cuando me enseñaron lo que pide AESA para hacer volar un dron vi que es exactamente lo mismo que para pilotar un helicóptero”, asegura Ubarretxena, mientras Linares apunta que un dron entra en la categoría de aeronave, por lo que su normativa es la de la aeronáutica.

Por lo tanto, si las condiciones para hacer volar un dron son tan restrictivas, ¿por qué la gente sigue regalando estos aparatos y aparentemente no pasa nada? “El problema es que la tecnología ha evolucionado más que la normativa. El aficionado compra el dron para grabarse haciendo surf o escalando una montaña y no pasa nada. El problema llega cuando presentan toda la documentación para solicitar una grabación y les falta algo”, explica Minchero.

La sanciones por volar un dron en un espacio restringido o por no tener toda la documentación van desde los 6.000 euros mínimos hasta los tres millones en caso de producirse un accidente de gravedad. Sin embargo, las multas solo pueden darse en el mismo momento en el que se está llevando a cabo el vuelo. Si la denuncia llega por unas imágenes antiguas, el piloto puede escusarse en que él no dirigía el aparato. Para demostrar que el propietario era el que lo hacía volar o para conocer el historial del dron, la Policía suele encargar la inspección al propio equipo de Sqadrones.

“La mayoría de las grabaciones son ilegales”

Más allá de su uso recreativo -en los últimos años se están disparando las carreras en circuitos cerrados-, los drones son una herramienta ideal para acceder a espacios limitados y ayudar en tareas de emergencia.

Sqadrones trabaja en inspecciones industriales, en seguimiento marítimo y en reconocimientos topográficos, pero también en grabaciones audiovisuales. Muchas productoras, para rodar con drones documentales o películas en Gipuzkoa cuentan con esta empresa donostiarra.

Para manejar un dron en un rodaje es necesario que una persona se dedique exclusivamente a pilotar la aeronave, a la par que otra hace lo propio con la cámara. Una tercera, además, debe estar al tanto de la emisión radiofónica. “Es mucho trabajo y por eso la mayoría de las grabaciones que se ven en televisión son ilegales. Un fotógrafo de bodas, por ejemplo, ve el dron como una cámara más y no lo es”, explica Linares.

La consultoría también se dedica a formar a los cuerpos de seguridad en el manejo de los drones y a apoyarlos ante determinadas emergencias. Sqadrones ha actuado en incendios forestales indicando la dirección del humo gracias a la presencia de sus aparatos y ha colaborado en “asuntos confidenciales” con la Ertzaintza.

Entre las labores que pueden desvelar, los expertos comentan seguimiento a personas de manera furtiva y la captura de imágenes para descubrir piscinas y viviendas ilegales, así como fiestas en barcos en alta mar.

Un control que ha generado que muchos ciudadanos vean con malos ojos estas aeronaves. “Hay gente que dice que están hechos para hacer el mal. Por ejemplo, el ejercito americano utiliza enjambres de drones, en los que cientos de aparatos pequeños llevan cargas explosivas y son lanzados contra sus enemigos”, cuenta Ubarretxena.

No obstante, para los miembros de la consultoría, los usos negativos no pueden superar a los positivos: “Los drones evolucionan a un ritmo impresionante, nunca podremos saber qué es lo que van a hacer mañana”.