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“Cuando el régimen franquista llegó a Gipuzkoa mucha gente lo aplaudió y a otros no les pareció mal del todo”

Kortazar lleva meses buceando en archivos municipales, analizando quiénes y por qué fueron los elegidos para instaurar el régimen franquista desde que los nacionales tomaron Gipuzkoa en septiembre de 1936: “No fueron demonios traídos de fuera”

“Cuando el régimen franquista llegó a Gipuzkoa mucha gente lo aplaudió y a otros no les pareció mal del todo”

ormaiztegi - La exhumación de los restos de Francisco Franco ha vuelto a traer a la memoria la figura del dictador, que en Gipuzkoa, una sociedad eminentemente conservadora, encontró un buen caldo de cultivo para instaurar su régimen, según admite el historiador Jon Kortazar. ¿Quiénes fueron los elegidos para llevar las riendas? Kortazar ha estado buceando durante meses en los archivos municipales de varios ayuntamientos de Goierri y ultima la publicación del estudio que inició el año pasado gracias a la beca de Gerriko Elkartea de Lazkao.

¿Cómo se montó el aparato franquista en Gipuzkoa tras la llegada de los nacionales?

-Lo primero que se ve es cómo limpian los ayuntamientos. Es decir, existe una represión laboral en los consistorios. Pero lo importante es por qué eligen a quienes eligen. Qué perfil buscan. Quiénes eran.

¿Y qué ha encontrado?

-Hay que tener cuenta que Gipuzkoa lo toman muy pronto. Entran el 24 de julio de 1936 en los primeros pueblos de Goierri. En dos semanas toman casi toda la comarca, salvo Ormaiztegi, Gabiria, Ezkio e Itsaso, que permanecieron libres hasta el 20 de septiembre; y en dos meses cayó toda la provincia (Donostia, el 13 de septiembre). En ese momento, todavía no podemos llamarles franquistas, entre comillas, sino golpistas.

¿Aún no eran franquistas?

-No. Franco es nombrado definitivamente jefe del Estado de la parte sublevada el 30 de septiembre de 1936. Y cuando le nombran, además, no piensan que va a estar 40 años. Él igual sí, pero nadie más. La dinámica de Franco y su régimen es muy flexible al principio. No tenían claro qué proyecto político se iba a imponer.

¿Y cómo se refleja eso aquí?

-En esas fechas, en Goierri entre los golpistas hay un desdoblamiento del poder. Algunos ayuntamientos los nombran los militares y otros la Junta Carlista de Guerra, presidida por Fidel Azurza, que fue el primer diputado general franquista de Gipuzkoa, aunque dimitió enseguida. Se puso al frente de la Junta Carlista el 10 de agosto en Ordizia, que hasta tomar Tolosa fue la capital carlista.

Pensamos que el franquismo nos fue impuesto a los guipuzcoanos, pero usted no lo tiene tan claro.

-Se impuso por las armas, pero no fue una cosa que vino de fuera y nos impusieran los de fuera. Gipuzkoa en particular, y Euskal Herria en general, eran lugares muy conservadores. No voy a decir que todos estuviesen a favor del golpe de Estado, pero la derecha españolista en Gipuzkoa en febrero de 1936 sacó el 33% de los votos. Y ese sector ya estaba, y lo decía en su programa electoral, a favor de una solución autoritaria. En Goierri, además, tenían algo más del 40% de votantes a favor, mientras que los jeltzales representaban un 45%; y el Frente Popular, la izquierda, un 15%: al margen de Beasain y Ordizia, apenas existía.

Así que había caldo de cultivo.

-Cuando entraron los franquistas, mucha gente les aplaudió. No la mayoría, pero sí mucha gente que era de aquí; no venían de fuera. Otros muchos se pusieron luego a favor y a otros tampoco les pareció mal del todo, porque había miedo a que se extendiese la revolución. Que en eso había mucho de propaganda, pero bueno, mucha gente tenía miedo.

¿Miedo a la revolución?

-A que les quitasen las tierras, etcétera. Si te fijas, los concejales que trabajaron para el Estado franquista, antes fueron concejales durante la dictadura de Primo de Rivera, que fue un preensayo del franquismo. Bueno, la represión no fue tan dura con Primo de Rivera. Esa es la principal diferencia. No hubo asesinatos masivos, ni despidos generalizados, pero al final, en una cosa, fue un ensayo del régimen de Franco: unió en una coalición a toda la derecha, tanto monárquicos, como carlistas, monárquicos liberales, conservadores... Toda la derecha se puso a favor de la dictadura de Primo de Rivera y Franco copió esa idea.

¿Y esos que pasaron a ser concejales eran elites, profesionales o gente humilde?

-La mayoría son profesionales. No jauntxos, pero sí una elite con un instinto conservador que forma parte de esa masa conservadora. Pero también participó gente humilde que estaba muy politizada hacia la derecha. Los carlistas, por ejemplo, no eran en general gente muy adinerada.

¿Y qué los alimentaba, la religión?

-La religión, efectivamente. Y luego también había una transmisión. Una clase interesada pensaba que el golpe de Estado de Franco era otra oportunidad de lograr lo que no habían conseguido en el siglo XIX. Pero, cuidado, no podemos decir que los engañaron. El carlismo se prepara contra la república, contra la democracia, desde el mismo 1931, desde el principio. Esos que fueron concejales en el franquismo, eran los que entre 1931 y 1933 completaban las listas de la derecha en Gipuzkoa. Es decir, eran la derecha autóctona, y con eso no quiero decir EAJ, sino la derecha españolista autóctona. Y muchos eran vascos que hablaban en euskera, aunque luego el euskera no tenía sitio en el proyecto de Franco.

Pero eso no lo sabrían.

-Claro que no lo sabían. Pero también es cierto que en 1936, a la hora de elegir un bando u otro, el ser vasco y el euskera no tenía ningún peso. Luego sí. En realidad, en un Ormaiztegi, por ejemplo, prohibir el euskera era impracticable porque la gente no sabía hablar otra osa, quitando a diez. Pero si soy alcalde o concejal y me dicen que lo tengo que prohibir... Pues no me gustaría, pero bueno, al final tengo un cargo de poder y prestigio gracias al régimen y?

Y, como se dice en euskera, gero, gerokoak?

-Eso es. Luego ahí hay un mito del carlismo vasco o euskaltzale... Es cierto que muchas personalidades del carlismo eran euskaltzales, también los que no eran carlistas. Como Serapio Múgica, que era liberal, pero muy de derechas. Pero es cierto también que esos carlistas euskaltzales no hicieron nada a favor del euskera, ni del autogobierno foral bajo el mandato de Franco. Es decir, se asimilaron totalmente. El ayuntamiento de Beasain era carlista, un ayuntamiento muy militante, menos el alcalde, que era un constructor, un jauntxo de Madrid; pero muchos concejales eran, la mayoría, militantes del círculo tradicionalista y no conozco ninguna acta que protestase por la prohibición del euskera. Seguramente les dolería en su interior, pero se asimilaron sin ningún problema. Y quien dice Beasain, dice Ordizia y dice Tolosa.

También habría excepciones.

-Hubo algunos casos, como el de Fernando Aramburu Olaran, que fue diputado general y dimitió; o le hicieron dimitir, porque envió a Franco una carta en protesta por la prohibición del euskera y la pérdida del Concierto Económico. También Julian Elortza, de Azpeitia, que había sido diputado general en 1930 y secretario de Eusko Ikaskuntza, y renunció desde el principio a colaborar con el régimen de Franco, que se había impuesto por la fuerza y no le gustaba. Pero son casos excepcionales.

Así que no había mucho margen...

-Es decir, una vez implantado el franquismo, las personas elegidas tienen mucho que agradecer al régimen.

Hemos hablado de cargos políticos. ¿Y los funcionarios?

-Los profesores se trajeron de fuera, sobre todo los funcionarios del Estado. Las provincias perdieron sus funcionarios, porque se perdió el Concierto Económico, pero los funcionarios municipales sí eran de aquí. Hay que tener en cuenta que hay una masa de derechas muy amplia, tanto en Gipuzkoa, como en Euskadi y España, que sin ser falangista ni carlista, se pone a favor de Franco. Su programa político es la victoria militar, porque eso nos ha garantizado la religión, nuestras tierras y nuestro prestigio y privilegios.

¿Entonces, todos contentos?

-Cuando se dice que en el régimen de Franco solo había falangistas y carlistas... Bueno, aquí carlistas, sí; pero falangistas, había pocos. Solo hay que ver que la Falange de Beasain se fundó en septiembre de 1936 y la creó uno que había sido republicano conservador, esto es, un burgués que decía esto es lo que viene ahora.

¿Eso pudo ser un ejercicio de supervivencia que harían muchos?

-Sí lo hicieron muchos. Como los que ahora defienden sus intereses de clase. Aquí hay dos factores: una masa de derechas muy amplia y también un importante peso específico del franquismo, especialmente en la zona este de Gipuzkoa: Urola, Tolosaldea y Goierri; no tanto en la zona oeste y Donostialdea. Luego hay que tener en cuenta que en las elecciones de 1931, en Gipuzkoa y Goierri gana la derecha monárquica sin definir, a favor del gobierno de entonces, que no eran carlistas, ni nacionalistas, pero bueno... Era una derecha genérica, una masa conservadora.

¿Y esa masa no se deshizo con la República?

-La República fue un experimento de democratización y politización de la masa que no llega a todos los pueblos, sobre todo a los más pequeños. La República lo intentó, pero no pudo romper las redes clientelares que había. Esa derecha claro que se deshizo con la república, pero la masa conservadora existía.

¿Y se alió con el franquismo?

-Los no politizados le hicieron caso a su instinto conservador y fueron franquistas de conveniencia; y luego había una masa más militante, también de derechas, que era carlista. Aquí también hay matices. Se podría decir que nadie fue franquista al 100%, quitando a Franco, pero si empezamos con esos matices, no podríamos explicar por qué estuvo Franco 40 años en el poder.

¿Somos autocomplacientes en nuestro discurso?

-Fernando Mikelarena Peña, un investigador navarro, dice que por parte de Navarra hay cierta autocompasión al decir que les engañaron. Nadie quiere aceptar que los navarros, en general, no todos, evidentemente, nos sublevamos; y muchos eran nuestros abuelos y abuelas y eran unos reaccionarios y muchos lo hicieron convencidos.

¿Y en Gipuzkoa?

-Beasain, por ejemplo, fue un pueblo muy de izquierdas; eso lo daban los resultados electorales. Pero, ¿qué pasa? Que había también una minoría muy convencida, que de hecho entrenaba con armas en los alrededores de Sasieta. Convencidos de que eso que venía era bueno. En Ordizia la mayoría eran abertzales, pero los carlistas tenían un gran apoyo. En Alegia igual. Es verdad que en Goierri la mayoría no era favorable al golpe de Estado, pero sí había un 40% que, de una forma u otra, sí lo apoyaba.

Que no fue una conquista, vamos.

-Una conquista sí fue, pero desde dentro. Las provincias vascas eran conservadoras. Luego ha habido una evolución propia, que es legítima. Muchas veces hay también una corriente en la izquierda española que deslegitima a los vascos, diciendo: vosotros fuisteis carlistas. Pues es cierto que en España la represión en 1936 y 1937 fue mucho más fuerte que aquí: en Castilla La Mancha, Andalucía, Extremadura...

¿Quizá porque aquí había más andamiaje y allí menos?

-Allí ya lo había también, pero la confrontación social era mayor. Aquí no era tanta. Por eso la represión fue mayor allí, y luego sucedió que aquí la gente podía escapar.

¿A Francia?

-A Francia o a Bizkaia; y Asturias, al principio. En 1936, por ejemplo, echaron a mucha gente de la fábrica CAF de Beasain. Y luego, cuando se calmó la cosa, en 1940 y 1941, mucha gente de CAF vuelve a la fábrica. Digamos que está bien salvar España, pero querían trabajadores buenos que sacaran el negocio adelante y al final da igual si son rojos o negros. Pero en Jaén y Córdoba, ¿a dónde ibas? No podías huir. En Donostia, se calcula que el 60% se fue, muchos a Bizkaia, que aguantó un año más en el lado republicano.

La evolución que ha hecho la sociedad a posteriori no es objeto de su estudio, ¿pero se atrevería a hacer un análisis?

-Euskal Herria ha vivido procesos de industrialización muy rápidos y eso provoca un cambio en la sociedad. En la década de los 50 y 60 Gipuzkoa deja de ser una provincia de nekazaris y se convierte en una provincia industrial, moderna, y eso trae, a menudo, ejes de confrontación en la sociedad. Ahí hay muchos aspectos para la reflexión. Lo que sucede es que, ejes que hoy en día parecen muy fijos, entonces no valían. Por ejemplo, hoy diríamos que un españolista está en contra del euskera, pero en los 30, una parte importante de la derecha españolista era euskaltzale. En el siglo XX hemos sido una sociedad que ha cambiado mucho y eso ha traído una evolución que, vista desde hoy, parece que esta muy lejana. Pero está cerca.

¿Y nos cuesta reconocerlo o lo hemos olvidado?

-No es que hayamos renegado, es que no conocemos nuestro pasado. Por un lado, porque la sociedad ha cambiado rápido y todo se nos ha quedado muy lejos. Y luego parece que esto es una cosa muy académica, que no se ha socializado. Lo que sucede es que la historia que se conoce de Euskal Herria es la de los últimos 30 años y, sobre todo, una historia impulsada. Y en los años 30 la gente no pensaba como ahora. Los ejes para dividir la sociedad no eran los de hoy.