Donostia - Aunque la lluvia es generosa con Euskadi y la red general de abastecimiento cubre extensas parcelas de la geografía vasca, perforaciones como la ejecutada en Totalán (Málaga) para buscar agua también se reproducen en la CAV. Ya sea para uso industrial o particular (de una persona o de un Ayuntamiento, por ejemplo), este tipo de pozos son una práctica más común de lo imaginado. Cada uno con unas características, pero todos “con todos los permisos por delante y cumpliendo con las medidas de seguridad requeridas”, agregan técnicos expertos en acometer este tipo de prospecciones.

Habitualmente se realizan en solares donde no es posible enchufarse a la red y alejados de algún río. Pero en todos los casos, insisten desde la Agencia Vasca del Agua, es necesario solicitar un permiso administrativo: primero para hacer el sondeo y luego, en caso de hallar agua y pretender explotar el pozo, para regularizar esa toma natural de agua. Así lo corrobora también Lourdes Ubieta, ingeniera técnica de Minas vinculada a Canteras Amantegi como responsable de Calidad. La empresa para la que trabaja, por ejemplo, tiene en funcionamiento dos pozos subterráneos -uno en Mañaria y otro en Burgos- para uso industrial. “Abunda el agua, sí, pero también aquí hay pozos. Es una posibilidad técnica más que aquí también existe”, apostilla.

Y siempre con el correspondiente proyecto de obra y todos los registros sobre la mesa, enfatizan fuentes de la Agencia Vasca del Agua. “Y si no se detecta la presencia de agua, se procede al sellado” de esa perforación. Un hecho que, al parecer, no ocurrió con ese boquete en el que se sospecha que cayó el pequeño Julen. La perforación fue hecha en diciembre y, según algunas informaciones, no se solicitaron las autorizaciones debidas. En cualquier caso, y hasta que esta cuestión quede resuelta, las voces expertas consultadas recuerdan la obligatoriedad de precintar y cerrar este tipo de agujeros.

“El tema de los acuíferos está muy mirado”, indica Ubieta a este periódico al tiempo que aclara que la longitud de cada pozo varía en función del nivel freático y del tipo de sustrato. “En el Duranguesado, por ejemplo, se tiene agua a 10 metros, en otros a 50..., pero es que aquí son terrenos de roca sana, pura y las perforaciones son más sencillas, pero allí?”, lamenta la ingeniera técnica de minas. - J. Fernández