donostia - “Separar a un hijo de su madre es la opción más drástica”. Para evitarlo en la medida que se pueda, Verónica Pérez ideó Guraso, el programa de la Diputación de Gipuzkoa que da la oportunidad a adolescentes tuteladas que han sido madres a conservar a sus hijos. En este recurso les capacitan parentalmente y se hace mucho hincapié en “evitar que la violencia transgeneracional siga pasando, en que ellas no repitan los mismos patrones que han visto”. “Lo importante es el trabajo de prevención que se hace, enseñarles a educar de una manera diferente a lo que sus padres han hecho con ellas”, explica.
Las tres chicas que viven en el piso de Larratxo, en Donostia, tienen que responsabilizarse del cuidado de sus hijos y de gestionar la casa. “Tienen las tareas que puede tener cualquier madre en su casa con sus hijos, pero cuentan con nuestro apoyo”, explica Pérez, que cree que este programa previene futuros dramas. “A estas mamás ahora se les puede retirar el bebé, pero dentro de cuatro años tendrán otro y ya no van a estar tuteladas”, afirma.
Durante los talleres que realizan los educadores con las chicas se les hace reflexionar sobre el método educativo y se trabajan mucho las vivencias pasadas. “Se habla de cómo se sienten y de cómo creen que se sienten sus hijos”, indica. “Trabajamos el apego y los vínculos y están entendiendo mucho de su historia. Han experimentado ahora con sus bebés la mirada, cómo hacer sentir seguro a un niño, cómo contenerle”. Y también se les enseña todo lo que tenga que ver con el bebé, así como a preparar menús saludables o a gestionar el dinero.
Un día a la semana se realiza una asamblea de convivencia y, el resto de los días, durante las siestas de los bebés, se llevan a cabo talleres individuales, grupales y con parejas.
En el equipo también han tenido que realizar su trabajo “para no juzgar y entenderlas, porque son madres, pero son adolescentes”. “Hay que darles también esa cobertura, haciéndoles responsables de lo que les toca ahora, pero dándoles flexibilidad. Los adultos lo hacemos y dejamos a los niños con los abuelos, pues en este caso los abuelos somos nosotros”, explica Pérez.
La responsable de Guraso ha visto una transformación muy importante en las chicas. “Estaban muy perdidas, pero ahora se ven capaces de cuidar a sus hijos y tienen ganas de salir adelante. A nivel de autoestima han experimentado un cambio impresionante”.
Reconoce que la parte “emocional” es la más difícil de trabajar, porque ellas “no han sentido muchas cosas”. “Hay que ofrecerles ese sentimiento, generar esa confianza para que el bebé confíe en ellas. Estas niñas seguramente no han estado seguras con sus madres”, afirma Pérez, que está convencida de que con ayuda estas chicas conseguirán volar solas.
“Están muy agradecidas, porque este programa no existía y se han dado casos de chicas tuteladas embarazadas que se les ha retirado al niño. Se ha apostado porque estas jóvenes puedan ejercer de madres y puedan tener en un futuro la tutela de sus hijos”, defiende la responsable de Guraso.