“La conciliación es un derecho, pero sobre todo es una necesidad imperiosa”
Catalunya se plantea la reforma horaria como colofón de un debate plural, “un gran acuerdo” que ha derivado en un Pacto firmado en 2017
DONOSTIA - Alexis Serra Rovira llega a Donostia para compartir su experiencia como coordinador para el Impulso de la Reforma Horaria en Catalunya, un tema que guarda una relación directa con la conciliación y con que podamos vivir todas y todos bastante mejor.
En Catalunya el debate sobre la reforma horaria lleva activo desde 2014, ¿en qué punto se encuentra en la actualidad?
-Una vez empezada la legislatura, el actual Gobierno retomó el compromiso de dar cumplimiento al Pacto para la Reforma Horaria firmado en verano del año pasado. Por la aplicación del 155 hasta la configuración del nuevo Gobierno no se ha podido desarrollar dicho pacto. Ahora estamos trabajando para crear la Oficina para la Reforma Horaria, un instrumento político que cuelgue del departamento de Presidencia por su característica transversal, que tiene el objetivo de empezar a trabajar en las concreciones.
A grandes líneas, ¿qué se acordó en el Pacto?
-A grandes rasgos lo que implica el Pacto, que es un gran acuerdo con 110 organizaciones e instituciones, desde sindicatos a la patronal, las universidades, los ayuntamientos y muchas organizaciones de ámbitos sectoriales, es trabajar para racionalizar los horarios. De forma muy, muy resumida se trataría de avanzar los horarios para poder tener mejores mecanismos de conciliación laboral, familiar y personal, para dormir más y mejor, para tener más tiempo para uno mismo y desarrollar distintas actividades, para comer en horas más saludables...
¿Cómo se trabaja este tema?
Hemos intentado, a partir del consenso y nunca desde la imposición, avanzar los horarios para asemejarnos más al conjunto de Estados de Europa que los tienen bastante más racionalizados que los que tenemos nosotros.
¿Qué incidencia tendrá la reforma en materia de conciliación?
-La incidencia tendría que ser muy importante, porque el de la conciliación es uno de los ejes básicos por los que en Catalunya se está trabajando para la reforma horaria. Hay varias iniciativas que salen del propio Pacto y el Gobierno tienen el compromiso de empezar a andar en ellas. Todo aquello que supongan mecanismos para que los trabajadores y trabajadoras puedan salir un poco antes del trabajo, puedan optar por quedarse algunos días en su casa con el teletrabajo, puedan acumular una bolsa de horas para gestionar su vida personal... Todo ese conjunto de materias forman parte del discurso y objetivos de la reforma horaria.
¿La conciliación hay que considerarla como un derecho o como fruto de un pacto en el seno de las empresas?
-No es solo un derecho, es una necesidad que sin lugar a dudas está yendo a más en todos los rincones del mundo. La gente cada vez valora más la gestión de su propio tiempo y que sea compatible con tener un gran rendimiento. Claro que es un derecho, pero más una necesidad imperiosa que va a caer como fruta madura. Estoy convencido.
¿La implicación de 110 organismos e instituciones evidencia la importancia de la Reforma Horaria y que requiere un acuerdo amplio?
-En su momento se debatió si era mejor legislar desde el Parlamento o buscar el camino del consenso. Al final se optó por esta vía por varias razones. Una de ellas es que este debate no es fácil, porque una cosa es el marco teórico y otra empezar a trabajar en las concreciones. Además, en Catalunya hoy por hoy no tenemos todo el conjunto de competencias que desearíamos para abordar una reforma horaria integral. Se optó entonces por coger la vía del diálogo y llegar a grandes acuerdos a través del pacto político.
¿De qué plazo hablamos?
-En el Pacto se deja muy claro que nos damos hasta 2025 para acabar de implantar la reforma. Hay quien lo ve demasiado lejos y hay quien cree que es el tiempo necesario para hacer los cambios que sin duda habrá que hacer, que no son menores.
¿Cómo se ha articulado la participación de los distintos agentes?
-Ha sido un proceso largo. El debate comienza en enero de 2014 a partir de la iniciativa de un conjunto de personas que ya están trabajando en el tema, desde distintas vertientes. Esta gente inició un debate al que el Gobierno, inmediatamente, quiso sumarse para empezar a sensibilizar. A partir de aquí la implicación que ha tenido el Gobierno ha sido a través de dos procesos: uno de participación, que supuso a finales de 2016 trabajar en varios municipios recabando la opinión de la gente sobre cuál debería ser la nueva organización horaria, y otro vía agrupando sectores, función pública, escuelas, comercio y al mundo del deporte. Se trabajó con representantes de cada sector y con el Gobierno, sindicatos y la patronal. De esas mesas se sacaron algunas conclusiones y acuerdos que son los que han derivado en el Pacto. Ahora el Gobierno tiene el mandato de implementar los acuerdos y acciones firmados.
Este reto, que usted define como social, ¿lo puede asumir en solitario Catalunya?
-Es innegable que en Catalunya este debate surge por el interés de los propios ciudadanos. Mirábamos hacia arriba, a todos los países de Europa y veíamos que tenían otro tipo de organización horaria con la que la gente es más productiva que los catalanes y las personas que viven en el conjunto del Estado. Ahí se inició un debate que supone un elemento de transformación de país. Entiendo que Catalunya con este planteamiento quiere hacer una transformación y modernización de su sociedad, porque la finalidad es conciliar mejor, ser más productivos, que los chicos y chicas rindan más en clase... Es política social pero también transformación.
¿Debe ampliarse el debate?
-Yo diría que lo que afecta a Catalunya en lo que se refiere a organización de horarios también afecta al resto del Estado. A veces uno piensa que estaría muy bien que los gobiernos del Estado hubieran iniciado un debate que no se ha activado. Más allá de una comisión parlamentaria, que se puso en marcha hace unos años y que se quedó en un cajón, no se ha incorporado este debate a la agenda política.
En consecuencia, ¿es esta una iniciativa exportable a Euskadi y otros lugares?
-Yo creo que sí. El hecho de que la gente de la Diputación de Gipuzkoa me haya invitado a venir es una oportunidad para explicar cómo hemos trabajado el tema y cómo lo vamos a hacer a partir de ahora. Todo lo que puede ser exportable para nosotros será un beneficio para el conjunto de la sociedad vasca, del mismo modo que vengo a este congreso para escuchar, tomar apuntes y ver en qué medida la sociedad vasca quiere avanzar en este sentido.
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