donostia - ¿Cuáles son los primeros síntomas que no deberían pasarse por alto?

-En primer lugar, el deseo de iniciar una dieta sin que exista ninguna razón médica. Ningún niño o niña debería hacer una dieta de adelgazamiento que no tenga un motivo médico. Es relativamente habitual que ante un caso de sobrepeso antes de la pubertad se planee hacer una dieta sin consultarlo. Es algo negativo, porque el 100% de los casos de anorexia nerviosa comienzan a partir de una dieta.

¿Hay otros síntomas?

-Sí, cuando se observan comportamientos anómalos con la comida. Hay que estar muy atento antes esos chicos o chicas que empiezan a seleccionar alimentos decantándose exclusivamente por productos light, cuidando de manera obsesiva lo que comen y haciendo ejercicio de una manera desmesurada. En el caso de la bulimia hay que prestar atención a las conductas de consumo excesivo de comida, cuando aparecen muchos envoltorios en el cuarto o desaparecen los alimentos de la despensa.

¿Existe mucha desorientación entre los padres y madres?

-Cada vez menos. Creo que están muy alerta ante este tipo de situaciones, en buena medida, gracias a las campañas de información. El problema es que en muchos sentidos los trastornos de la conducta alimentaria se parecen a las adicciones.

¿A qué se refiere?

-Las pacientes no lo ven como un trastorno, del mismo modo que las personas que tienen una adicción al principio pueden pensar que su consumo no es peligroso ni problemático, y que les puede venir bien para conectar con los amigos. Muchas veces el trastorno de la conducta alimentaria no se vive como un trastorno en sí, de tal manera que lo primero que hay que hacer es intentar hacérselo ver a la persona que lo sufre. Es algo previo al comienzo del tratamiento.

¿Mientras no acepte la enfermedad no hay manera de iniciar la rehabilitación?

-Es imposible. Es imprescindible que la persona caiga en la cuenta de que tiene un problema.

¿Cuesta mucho que caigan en la cuenta?

-A veces más y a veces menos, pero cuanto antes se comience con el trabajo mejor.

Negación, reservas... ¿Es la mente la que frena el proceso?

-Los trastornos de la conducta alimentaria generan círculos viciosos. Tienden a perpetuarse así mismos. En la medida que una persona comienza a restringir su alimentación, o comienza con el ciclo de atracones, vómitos y ayuno, al final se generan círculos viciosos que tienden a potenciar el problema. Si pasa mucho tiempo, resulta más complicado sacar a la persona de ahí.

¿Cómo se pueden romper esos círculos viciosos?

-Lo primero es intentar fomentar lo que llamamos la conciencia de enfermedad. La manera de romper esos círculos viciosos tiene que venir de una mejora en la alimentación. Es algo primordial. Si no cambia la alimentación ni el estado físico, es muy difícil que la terapia de resultado.

¿La presión social que conduce a la obsesión por la delgadez es el único problema?

-No, en realidad, no solo es eso. No basta con cambiar el índice de la masa corporal de las modelos de la Cibeles para que este problema desaparezca. El deseo de delgadez es un recurso que utilizan las adolescentes para superar problemas más profundos que tienen que ver con su autoestima, su inseguridad en las relaciones o un exceso de autocrítica y autoexigencia.

De modo que la clave está en mirar hacia dentro de uno mismo...

-Claro. Estos conflictos surgen cuando aparecen dificultades que estos chicos y chicas tienen que resolver en su tránsito por la adolescencia. Muchos de sus problemas, tanto con las drogas como con la conducta alimentaria, tienen que ver con desafíos y dificultades no resueltas que se afrontan durante esa etapa de la vida. Hay tránsitos que se dan sin problemas, pero otros son muy dificultosos y de ahí pueden surgir los trastornos adictivos y las conductas impulsivas.

¿La solución pasa por el conflicto con los padres y madres?

-Es necesario porque al final la autonomía tiene que ver con cierta ruptura. No se puede saber quién es uno si no se diferencia de los demás. El o la adolescente tiene que distanciarse de sus padres. No de una manera absoluta, pero debe establecer su identidad por oposición a los valores, creencias e ideas de sus padres.

¿Cuando surgen los trastornos de conducta alimentaria hay padres y madres que se empeñan en arreglar las cosas en casa sin recurrir a la ayuda de un especialista?

-En ocasiones así. Al principio pueden llegar a pensar que es una mera cuestión de pactar con la paciente aspectos de la dieta, o llevarle al endocrino. Inicialmente el trastorno va progresando de una manera lenta y se puede confundir con comportamientos normales. Eso es en el caso de la anorexia. En el caso de la bulimia lo que ocurre es que las personas que lo padecen lo llevan en secreto. Tienen atracones y conductas de purga (vómitos) pero consiguen mantenerlos ocultos durante muchos años hasta que sus familias se enteran.

¿Es una enfermedad que se esconde?

-Sí. Los atracones y vómitos se viven muchas veces con vergüenza por parte de los pacientes. Se mantienen ocultos. En el caso de la anorexia nerviosa el problema es que puesto que hay una restricción de la alimentación y un adelgazamiento, a veces incluso se celebra ese control de la comida. No es que la enfermedad se mantenga en secreto sino que no se valora como una conducta patológica hasta que la restricción dietética es muy intensa y la delgadez muy grave.