donostia - La Diputación de Gipuzkoa presentó ayer el resultado de la amplia encuesta que la empresa Aztiker Soziologia Ikergunea realizó los pasados junio y julio entre la población guipuzcoana mayor de dieciséis años. Un total de 1.469 entrevistas que si hubiera que sintetizar en una frase que nos ofreciera la fotografía sociopolítica de la sociedad guipuzcoana, ésta sería “moderna, compleja e individualizada”. Una sociedad en sintonía con los estándares que se entienden como europeos; europeos del norte, habría que matizar, en valores como la “responsabilidad” o la “confianza hacia los demás”, donde nos equiparamos a países como Holanda o Suecia, a sensible distancia de la media española.
La encuesta lleva por título “Cultura política de la población guipuzcoana 2017” y ha sido encargada por la dirección de Derechos Humanos y Convivencia del gobierno foral. Se trata de una muestra muy ambiciosa, tanto por el universo sondeado como por el amplio interrogatorio del trabajo de campo -con entrevistas a domicilio-, que ha abordado ámbitos como los valores básicos de los individuos, el interés por los temas sociales y las vías de información, la implicación social y política, y la participación social y política tanto electoral como a través de las plataformas que ofrece hoy día internet.
El objetivo era rascar la superficie para descubrir la vena política, social y participativa de los guipuzcoanos, en la medida en que se persigue que el estudio sirva de herramienta “de reflexión y referencia” de la Diputación para las iniciativas dirigidas a fomentar la convivencia a lo largo del próximo año, explicó Maribel Vaquero, directora de Derechos Humanos.
cómo hemos cambiado No se puede pensar otra cosa al observar algunas partes del informe de Aztiker. La sociedad guipuzcoana que se refleja a través de la encuesta está en las antípodas de las dos características que la han significado en un tiempo no tan lejano, aunque lo pueda parecer. Hasta el adiós a las armas de ETA, si algo caracterizó el día a día del territorio fue su extrema politización, con una presencia que lo dominaba todo, atravesando hasta los asuntos más triviales. Y qué decir de la religión y el peso que tuvo en la sociedad guipuzcoana por lo menos hasta la llegada de la democracia.
Pues bien, tanto la política como la religión constituyen hoy día dos preocupaciones marginales en el ránking de asuntos vitales de los guipuzcoanos. En el gráfico que acompaña la información se observa el puesto que ocupan en esa clasificación: el penúltimo y el último lugar entre los trece temas de la vida diaria más importantes para los encuestados.
Lo que refleja este cuadro, que está elaborado con las puntuaciones del 1 al 10 de los encuestados sobre asuntos comunes de la vida de las personas, es una imagen típicamente occidental, la de una sociedad normalizada que sitúa en primer plano las preocupaciones personales ligadas a la salud, la familia y la autorrealización tanto profesional como intelectual. Como dicen los autores del informe, “prevalecen el bienestar y tener buenas relaciones familiares, y excepto cuidar el medio ambiente, aparece un grupo de frases ligadas con la dimensión personal. Más abajo, aparece el barrio y la comunidad. Las dimensiones de política y religión son, con diferencia, las menos importantes”.
católicos y ateos Llama la atención el empate entre los que se declaran católicos practicantes y no practicantes y los que se tienen por ateos o agnósticos. De hecho, es mayor el porcentaje de ateos que el de católicos practicantes. La edad de los que se esconden detrás de unas respuestas u otras permitiría dibujar el futuro, en materia religiosa, hacia el que camina Gipuzkoa.
Justo en el medio de los asuntos más importantes de nuestro día a día figura “tener una vida sexual satisfactoria”. Que cada cual intérprete si apuntala la mala fama de los vascos en cuestiones sexuales o, solo el hecho de que nos importe más que ganar mucho dinero también habla de nuestra evolución.
La política genera irritación (50,8%), desconfianza (46,1%) y aburrimiento (33,2%). Eso sí, casi el 60% está satisfecho con el funcionamiento de la democracia en Euskadi pero siete de cada diez es crítico con su calidad en España. Donde la mayoría es abrumadora (74,8%) es en apoyar una consulta para decidir el futuro político de Euskadi, y entre las opciones, el 48,2% lo haría por la independencia.