Ivania Cruz es una de las principales voces de la residencia al régimen de Nayib Bukele. Toda su familia está en el exilio por una militancia política y un activismo social fuertemente perseguido en El Salvador actual, pero es ella quien encabeza la lucha. Su padre, Hugo Atilio, fue combatiente de la guerrilla durante el conflicto armado (1979-1992); su madre, Rosa Alma, fue parlamentaria del FMLN durante tres periodos y fue firmante de varias leyes de género ahora desmanteladas por el oficialismo; su hermano, Ever Stanley, fue uno de los primeros presos políticos del actual régimen y estuvo 23 meses en la cárcel; su marido, Rudy Mauricio Joya, es defensor de derechos humanos, y ella es la portavoz de familiares de presos políticos, miembro del bloque de resistencia popular y trabaja, desde su organización –Unidehc–, ofreciendo apoyo legal a personas presas y a familiares que quieren denunciar los abusos del régimen de excepción impuesto por Bukele hace tres años.

“Yo ahora digo que la resistencia ha ganado una vocera internacional”. Lo dice desde Gallarta, donde se quedó atrapada junto a su compañero Rudy el pasado 25 de febrero cuando estaban de visita invitados por Martin Etxea, la casa de acogida para defensores de derechos humanos de la zona minera. Pero todo comenzó antes, con la llegada de Bukele al poder en 2019. Entonces, el recién elegido mandatario comenzó una campaña de persecución contra sus antiguos compañeros de la histórica izquierda salvadoreña, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). “Mi hermano era el cuarto regidor de una de las alcaldías y fue detenido”, explica la abogada. Los primeros presos fueron políticos, luego llegaron los pandilleros, pero también sindicalistas, feministas, defensores de derechos humanos y todo aquel que molestara. Hasta llegar a los 86.000 detenidos y un hacinamiento en las cárceles del 300%. 

“La megacárcel del Cecot, que es la que muestra a todo el mundo, es la mejor que hay, hay higiene y tienen gimnasio. Allí metieron y exhibieron a los pandilleros que ya estaban presos y que cumplían condenas de por vida. Pero hay otros penales de los que no se sabe nada y allí están todos mezclados, presos políticos con delincuentes, hombres y mujeres, la situación es dramática”.

En ese contexto, Ivania fue propuesta para encabezar la lucha de los familiares. “Era un riesgo muy grande, porque mi hermano seguía en prisión, le consulté a mi mamá y me dijo: si mi hijo tiene que ser un mártir para que esto se sepa, que así sea”. La joven abogada salvadoreña puso el rostro a la resistencia contra Bukele justo cuando acababa de tener a su bebé, al igual que su madre décadas atrás, cuando llevaba a sus hijos a sus reuniones políticas. “Vivir en El Salvador era vivir siempre con la adrenalina puesta, pensar, ¿cuándo me va a tocar a mí? En aquella época tenía a la inteligencia del Estado detrás, vehículos frente a mi casa las 24 horas”. Y llegó el día. La policía allanó su casa cuando la pareja se encontraba en Euskadi y le tocó a su madre enfrentarse a los agentes. “Venían a por ellos, por suerte no estaban”, cuenta Alma.

Ambos están acusados de asociación ilícita, el mismo delito por el que encierran a los pandilleros. “En El Salvador te arman los casos por corrupción o por asociación ilícita, ahora resulta que soy una pandillera”, bromea. En su caso es por pertenecer a la Unidad de defensa de derechos humanos y comunitarios de El Salvador (Unidehc), una organización que Bukele considera ilegal. Ella se ha centrado los últimos años en tratar de sacar a mujeres detenidas de forma injusta; él esta volcado con los líderes comunitarios. Una lucha que deja huellas, invisibles a primera vista porque es ella misma quien no deja que se vean, pero no por eso menos profundas. “Yo no lloro delante de mi hijo, ni de mi madre, ni de mi esposo. Trato de que me vean siempre fuerte, pero es duro”. Solo tiene 32 años y mucha historia a las espaldas. “Luchar por los demás no me pesa, eso me da vida, no sé vivir de otra manera, pero no es lo mismo defender a otras personas que defenderte de tu situación, que tu familia se vea involucrada”.

"Mi mamá y me dijo: si mi hijo tiene que ser un mártir para que esto se sepa, que así sea"

Cuestionada reelección

Bukele cumple este domingo el primer aniversario de su segundo mandato. Recientemente ha sido detenido Fidel Zavala, portavoz de Unidehc que el año pasado denunció varios casos de muertes en las cárceles y señaló al temible director general de Centros Penales y viceministro de Seguridad Pública, Osiris Luna. Está encerrado también por asociación ilícita, otro pandillero. Y hace unos días fue capturada Ruth López, conocida abogada y jefa de la Unidad Anticorrupción y Justicia de la ONG Cristosal. El aniversario también se da en el contexto de la reciente aprobación de la ley de agentes extranjeros, que da autoridad al régimen para fiscalizar, sancionar y clausurar organizaciones que hayan recibido dinero del exterior. Y que, según los críticos, servirá para acallar las voces críticas. Todavía más.

Pero desde que Ivania, Rudy y su familia están exiliados han pasado más cosas. Las denuncias de corrupción contra el régimen se acumulan y El Faro, medio muy crítico que ha tenido que trasladarse a Costa Rica por amenazas, ha sacado a la luz varias entrevistas con expandilleros que confirman sus vínculos con Bukele. Era un secreto a voces, pero esta parece la prueba definitiva, una relación que se remonta a cuando el actual mandatario era alcalde de San Salvador, en 2015, y que le ayudó a ascender a la presidencia. Una relación que terminó rompiéndose y que, según ha denunciado El Faro en otras investigaciones, dio paso al estado de excepción. El pretexto era acabar con las maras que atemorizaban a la población salvadoreña desde hace décadas, pero tres años después, la estrategia genera cada vez más controversia.

“En San Salvador puede haber sensación de seguridad, pero hay mucha represión. Y las comunidades están totalmente militarizadas. El Salvador se está convirtiendo en un país para turistas, Bukele quiere dar imagen de un país pacificado para atraer el turismo. Su imagen es para el exterior. Pero en las comunidades están desalojando a la gente para construir edificios, apartamentos, residencias, hay todo un negocio inmobiliario ahí”, explica Rudy, recién llegado de Ginebra de exponer su caso ante la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (ACNUDH).

"En San Salvador puede haber sensación de seguridad, pero hay mucha represión. Y las comunidades están totalmente militarizadas"

“Y en las comunidades hay una realidad, los pandilleros siguen ahí. Hoy no están haciendo cosas delictivas, lo que hacen es trabajar para el gobierno, de informantes, hacen el trabajo de control del territorio”, denuncia. En las comunidades, los abusos de violencia sexual por parte de militares también están empezando a ser habituales. Además, los defensores también hacen preguntas a modo de reflexión: “¿Cómo se detuvieron a tantos pandilleros sin disparar una sola bala? ¿Se entregaron voluntariamente? Es raro”. La estrategia de seguridad de Bukele cosechó un importante apoyo de la población en un inicio, tras años de sometimiento al terror de las maras. Sin embargo, según Rudy, la percepción está cambiando.

“Mucha gente dice; ¿no era el gobierno el que iba a traernos seguridad para que las pandillas no nos estuvieran matando o extorsionando? Las pandillas siguen ahí, trabajando para el gobierno, mientras a nosotros nos obligan a desalojar nuestros territorios y se llevan presos a nuestros hijos”, asegura el abogado, que aporta un dato: “En las últimas elecciones el ganador fue el absentismo, solo votó el 42% de la población. Eso nunca había pasado”.

Oposición inexistente

Desde que Bukele llegó al poder, la oposición ha sido arrinconada y todos los poderes del Estado en están en manos del oficialismo. “Ha habido una regresión tremenda, estamos en uno de los peores momentos de nuestra historia. Yo lo vivo con mucha frustración, porque el partido (FMLN) ya no tiene ni representación en el parlamento. Cuando yo era diputada, teníamos un grupo parlamentario de mujeres, en el que estábamos diputadas de todos los colores haciendo fuerza común por las mujeres. Ahora todo eso ha desaparecido y todas las leyes que aprobamos han sido vaciadas de presupuesto”, lamenta Alma entristecida, lejos del país por el que ha luchado durante toda su vida, y con un sentimiento de derrota.

"Ha habido una regresión tremenda, estamos en uno de los peores momentos de nuestra historia"

Los avances de los que habla son la ley contra la violencia de género, contra el matrimonio infantil y contra la trata. “Yo digo que los huesos de nuestros mártires han de estar removiéndose, porque ahora ni la dirección del partido hace nada. Estamos fregados. Ahora la oposición no son los partidos, son las organizaciones sociales. La oposición a Bukele se llama bloque de resistencia popular”, dice, ahí sí, con orgullo. Y el rostro de esa resistencia es principalmente femenino.