apesar de los numerosos casos de gastroenteritis, el bando del Ayuntamiento pegado en cada portal y el revuelo de medios de comunicación en el pueblo, los vecinos de Usurbil hacían ayer su día a día con total naturalidad. Los colegios han vuelto casi a la normalidad -en la ikastola Udarregi faltaban ayer 60 alumnos- y en el centro de salud apenas hay gente. Solo las farmacias, todavía con colas, y los supermercados, donde casi se han agotado las existencias de agua, mostraban señales de alarmismo.
No obstante, el tema estaba en boca de todo el municipio, y se buscaban posibles causas -algunas inverosímiles- al brote, más allá de la hipótesis del agua contaminada. “No creo que sea por el agua, porque con todo lo que bebo yo, estaría en el otro barrio”, comentó Miren Zabala, vecina de la localidad, entre risas, a pesar de que a comienzos de semana padeció la gastroenteritis junto a su amiga Maite Moto. “Yo empecé a sentirme mal el viernes de la semana pasada, pero ¿quién dice que no me contagié por el aire?”, se preguntaba su compañera, mientras Zabala respondía con nuevas suposiciones: “O que construyendo las villas o el supermercado que están haciendo aquí cerca hayan roto una tubería y nos hayan contaminado a todos”.
“Mi marido y yo bebemos del grifo todos los días y no nos estamos muriendo”, señaló Maria Ángeles Arribillaga, vecina de la localidad. La misma opinión compartía Josune Aranburu, quien, aunque trabaja en un centro de salud, no sigue las recomendaciones del Ayuntamiento y bebe del grifo “sin estar preocupada”. “Y si alguien lo está, que beba vino y se vaya de pintxo pote”, aconsejó bromeando.
sin botellas de agua Para encontrar señales de pánico ante el brote de gastroenteritis había que dirigirse a los supermercados de la localidad. “Hoy -por ayer- ha sido el boom total con la aparición de la noticia”, aseguró Loli, responsable de uno de ellos, quien indicó que en tan solo media mañana se habían agotado las existencias de botellas de agua. “En unas horas se han llevado dos palés y hemos tenido que pedir tres más para la tarde. La gente se lleva hasta las bebidas isotónicas”, aseguró sorprendida por el revuelo.
En las farmacias, las colas de personas eran menores en comparación a las que se registraron el lunes y el martes. “En dos días ha atravesado medio pueblo la farmacia”, contó la farmacéutica Itziar Oleaga durante un pequeño intervalo de tiempo mientras atendía a los clientes. “Nos pedían sobre todo suero y zumos para los niños”, continuó su compañera Maria Legarra, recordando que el único consejo que podía dar era el de mantenerse hidratado.
“Para mí que el origen está en la ikastola. Ahí es dónde se notó primero y seguro que los padres acabaron contagiándose a través de los niños”, expresó Andoni Almandoz, aún recuperándose de la gastroenteritis. “En mi familia no se ha contagiado nadie, lo que igual es todavía más preocupante”, bromeó Gorka Astiazaran, padre de dos niñas que acuden a la ikastola Udarregi.
En ella, su directora Marije Imaz aseguró que la situación es normal, aunque “por si acaso damos vasos de agua a los alumnos”. “Beber agua embotellada, usar toallitas para lavarse las manos y tener más o menos bien las defensas es suficiente para que no te contagien”, afirmó, por último, Astiazaran sobre el secreto para estar sano.