2 Miguel Ramos

Ramales de la Victoria ? La cueva cántabra de Covalanas, localizada en una ladera, muestra en una veintena de pinturas rupestres la técnica de una “escuela” de artistas que habitaron en el norte peninsular hace miles de años, y que también usaron en algunas de sus representaciones los moradores de Altamira.

El “tamponado” de puntos es ese método empleado en la Prehistoria para dibujar figuras, que se puede contemplar en numerosas cavidades del norte de España y que los expertos reconocen como “un auténtico arte”.

Situada en el Monte Pando de Ramales de la Victoria (Cantabria), Covalanas supone el ejemplo más representativo de ese estilo originario del Paleolítico, que se extendió desde el centro-oriente de Asturias hasta el occidente del País Vasco, explica a Efe el conservador y especialista en arte prehistórico, Raúl Gutiérrez.

Este enclave, Patrimonio de la Humanidad, es conocido como “la cueva de las ciervas rojas”, porque en su interior predominan los testimonios gráficos sobre este animal, además de conservarse dibujos de un caballo, un uro, un ciervo y algunos signos enigmáticos.

Los trazos de las figuras mediante contornos punteados guardan la frescura original de la tonalidad rojiza creada tras mezclar agua con óxido de hierro, previamente pulverizado. A continuación los artistas utilizaban sus dedos o las manos para impregnar las rocas, aunque también se ayudaban de tampones fabricados con huesos o con pequeños palos cubiertos de cuero. Los expertos ubican las pinturas a finales del periodo Gravetiense o principios del Solutrense, es decir, en torno a 22.000 años de antigüedad.

Tras el reconocimiento de la autenticidad de las pinturas de Altamira, los historiadores Hermilio Alcalde del Río y Lorenzo Sierra descubrieron en 1903 Covalanas. Y así la “cueva de las ciervas rojas” se convirtió en el segundo yacimiento documentado con pinturas rupestres en Cantabria. A sus pies se encuentra la cavidad de El Mirón, que carece de expresiones artísticas pero donde se han encontrado restos del Paleolítico superior por lo que se cree que era la escuela de los hombres que pintaron Covalanas.

La cueva tiene dos galerías con una única entrada. La conocida como “Galería de la música” no dispone de testimonios artísticos ni rastros de ocupación y su nombre procede de los conciertos que en los años 80 se organizaron en su interior. Mientras, la otra gruta de reducida dimensiones, con suelo rebajado y alisado para facilitar el acceso a los visitantes, aglutina la totalidad de las pinturas rupestres, que emergen de las paredes tras recorrer 65 metros hacia el interior. En la oscuridad, ahogada por lámparas de tuétano ?cuyo humo incoloro no ensuciaba las paredes?, los artistas del Paleolítico jugaban con las formas que presentan las rocas para dotar de volumen a las figuras. l