Bilbao - El catedrático y jurista Adrián Celaya ha podido ver cumplido uno de sus grandes objetivos vitales: que todos los vascos tengan un Derecho Civil propio inspirado en el Derecho Foral. “Padre y padrino” del actual Derecho Civil Vasco y una de las más importantes figuras del estudio de las leyes y principios forales, Adrián Celaya falleció ayer a los 98 años.

Estudioso, impulsor y divulgador del Derecho Civil Foral, Celaya trabajó incansablemente para lograr una ley civil vasca adaptada a la sociedad actual, por abrir ese Derecho específico a otros ámbitos y escenarios y por establecer unas bases históricas y documentales para posteriores estudios jurídicos. Además de crear las bases para el cultivo científico y universitario del Derecho privado vasco, Adrián Celaya profundizó en ese campo, tanto desde el punto de vista docente -con su cátedra en la Universidad-, como el judicial y el legislativo. Su impulso del estudio universitario del Derecho Foral y las tesis doctorales facilitaron que el Parlamento Vasco ejerciera la competencia que tenía en materia de Derecho Civil propio y aprobara la ley 3/92.

Andrés Urrutia, vicepresidente de la Academia Vasca de Derecho, explica que “después de publicarse la ley 3/92, que sirve de base a la Ley de Derecho Civil Vasco que acaba de entrar en vigor, se organizaron unas jornadas con juristas relevantes de diversos territorios. Adrián Celaya abrió el Derecho Foral a la relación o la conexión con otras realidades de Derecho territorial que era importante que se tuviesen en cuenta, toda esa labor luego se plasmó en la Constitución española y en el Estatuto de Gernika. La fórmula del Estatuto de Gernika del 10.5 sobre conservación, modificación y desarrollo del Derecho Civil Foral debe mucho a la mano de Adrián”.

Desde la Sociedad Bascongada de Amigos del País Celaya planteó la necesidad de crear una Academia Vasca de Derecho que fuese filial de la Bascongada y que impulsase los estudios jurídicos. Fue el primer catedrático de Derecho Civil y autonómico vasco y fundador de la única cátedra sobre la materia. También fue miembro del Consejo General del Poder Judicial.

Amplia trayectoria Adrián Celaya nació en Lutxana (Barakaldo) en 1917, pero se consideraba de Sestao con raíces familiares en Zeberio. Allí aprendió euskera de chaval y, aunque luego no lo practicó, de mayor volvió a recuperarlo de tal forma que el euskera fue una de sus grandes preocupaciones. Incluso fue el fundador de Euskerazaleak en una época -finales de los años 60- y un ambiente que no era precisamente el más propicio para ese tipo de iniciativas, pero su ilusión y preocupación por la lengua de su país pesó más que las circunstancias.

A lo largo de su vida Adrián Celaya recibió numerosos premios y distinciones, como el Manuel Lekuona, Manuel de Irujo, Lan Onari, Cónsul de Bilbao, Ilustre de Bizkaia, hijo adoptivo de Sestao... También fue presidente del Club de Remo Kaiku. Su primer trabajo fue como maestro, pero después de estudiar Derecho en Madrid, ejerció el resto de su vida laboral como juez y catedrático de Derecho Civil.

Llegó a la Universidad de Deusto en 1951, cuando llevaba cinco años como juez. Durante varias décadas impartió Derecho Civil aunque, como cuenta uno de sus alumnos, “en aquella época el Derecho Civil Foral del País Vasco no existía en los planes de estudio ni prácticamente se hablaba de él, pero mientras nos daba el temario de Derecho Civil común, Adrián procuraba hablarnos de una cosa que entonces sonaba un poco rara pero que era muy interesante: nos hablaba de paz, de convivencia, de reconciliación entre los vascos y de un Derecho Civil que había aquí”. A través del Instituto de Estudios Vascos de la Universidad de Deusto y después del Seminario, Adrián Celaya organizó la rama de Derecho y empezó los cursillos -inicialmente extracurriculares- sobre Derecho Foral.

En 1995, con motivo de la concesión del premio Manuel Lekuona, Gregorio Monreal escribió que “en el entorno de la Universidad de Deusto y de la Real Sociedad Bascongada, Adrián Celaya ha sabido reunir y animar a un selecto grupo de personas, suscitando en ellas el interés por los problemas de su país, no solo los concernientes al mantenimiento y vigorización del Derecho autóctono. A su entusiasmo y a la fuerza de sus convicciones obedecen, creo, algunas notables vocaciones investigadoras que vieron en la obra y en la dedicación de Adrián Celaya un espejo en el que mirarse”.

Sobre el inicio de su interés por el que sería el tema central de sus estudios y su trabajo, el propio Adrián Celaya explicó: “Desde que estudié la carrera de Derecho tenía una intriga, que los juristas entendieran muy bien, quería aclarar el sentido de un pequeño texto escondido en el Código Civil, el párrafo tercero del artículo 10, que hacía una referencia misteriosa a Bizkaia, como una extraña excepción en su sistema de conflictos. Inicié mi tesis doctoral para tratar de aclarar ese misterio, lo que me llevó directamente al corazón de nuestro Derecho Foral”.

“Un referente”. El consejero de Justicia, Josu Erkoreka, destacó ayer que Adrián Celaya fue un “referente” para todos los juristas en Euskadi, no solo por su “amplio conocimiento del Derecho, sino también por su gran humanidad y por su espíritu conciliador”. En un artículo publicado en Facebook, Erkoreka valoró la capacidad de Celaya para “concitar el acuerdo en torno a nuestras instituciones civiles”. Destacó su desempeño “en diferentes instancias” como juez, profesor universitario, vocal del CGPJ, presidente de la Academia Vasca del Derecho y prolijo autor”. Según Erkoreka, “supo esperar paciente al alumbramiento” de la Ley del Derecho Civil Vasco.