Donostia - Tras ocho años de obras y 511 millones de euros de inversión, el puente Constitución 1812, que une Cádiz y Puerto Real y que es uno de los más altos del mundo, se estrenará hoy, una jornada histórica para los que han visto crecer esta megainfraestructura, todo un hito de la ingeniería española.

Con casi cinco años de retraso sobre la primera fecha que se barajó para su inauguración, el puente Constitución 1812 impresiona por sus dimensiones hasta a los que día a día han trabajado en este proyecto diseñado por el ingeniero navarro Javier Manterola (autor del puente que une Gipuzkoa y Navarra por Endarlatsa) y que ha llegado a precisar hasta 650 operarios al día. Tiene una longitud de cinco kilómetros, de los que 3.092 metros transcurren salvando el mar, lo que le convierte en más largo que puentes tan conocidos como el Golden Gate y el de Brooklyn, en Estados Unidos.

Su anchura es de 36,8 metros para albergar dos carriles por sentido para el tráfico viario y una plataforma para un tranvía que prevé construir la Junta de Andalucía. Con una altura de 185 metros, que llega a alcanzar los 69 metros desde el tablero al agua, será el segundo puente marítimo de mayor gálibo vertical del mundo, después del de Verrazano Narrows de Nueva York y por delante del Golden Gate de San Francisco. Es todo un coloso en el que se han empleado más de 100.000 metros cúbicos de hormigón y 70.000 toneladas de acero y que, entre sus récords, tiene también el de ser la obra más compleja y costosa que ha llevado a cabo en los últimos años el Ministerio de Fomento.

"el límite" "Es el límite de lo que sabemos hacer", explicaba hace unos meses a Efe Fernando Pedrazo, director de esta obra que ha ejecutado Dragados y que se ha convertido en un reto y un "campo de aprendizaje" para la ingeniería española e internacional. El puente está integrado por cuatro estructuras: el viaducto de acceso a Cádiz, el tramo desmontable, el viaducto atirantado y el viaducto de hormigón de acceso a Puerto Real.

La construcción e instalación del tramo desmontable, una pieza de 150 metros y de más de 4.000 toneladas de peso, ha sido una de las grandes dificultades que ha afrontado este proyecto, cuyo precio se ha disparado desde los alrededor de 270 millones de euros en que fue adjudicada la obra de lo que en un principio iba a llamarse el puente de La Pepa hasta los 511 en que ha finalizado el que se llamará oficialmente Constitución 1812.

Este tramo desmontable fue una petición de los astilleros de Navantia para que el nuevo puente no fuera un obstáculo si en un futuro hipotético construye barcos o estructuras superiores a los 69 metros, algo que jamás ha ocurrido. La apertura de este tramo, que dejaría inutilizado el puente dos días, sería una operación que costaría 2,5 millones de euros e implica el dragado de la zona.