La increíble vida de Lina Codina, la ‘esposa maldita’ de Serguéi Prokófiev
Fue víctima de las iras de Stalin y condenada a 20 años de trabajos forzados en Siberia
Madrid - Para la periodista y escritora Reyes Monforte, “la realidad siempre supera la ficción”, y lo demuestra descubriendo historias que no suelen aparecer en la prensa, como lo hace en su último libro, Una pasión rusa, donde presenta la “alucinante” vida de Lina Codina, la que fue “esposa maldita” de Prokófiev.
“Por mi vena periodística la realidad siempre supera la ficción y hay muchas historias increíbles que creo que hay que contarlas”, explica la autora en una entrevista con Efe.
“En esta casa nació Lina Prokófiev esposa del genio compositor Serguéi Prokófiev”, decía la placa puesta por el Ayuntamiento de Madrid en la fachada del número 4 de calle de Bárbara de Braganza que despertó la curiosidad de Monforte. Una historia que la autora ha vertido en Una pasión rusa (Espasa), que resultó ganadora del Premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio.
Lo que más sorprendió de esta historia a Monforte, según reconoce, fue que no sabía que el destacado compositor ruso había estado casado con una madrileña, hija de Juan Codina y Llubera, un tenor barcelonés, y de Olga Nemiskaia, una aristócrata de Varsovia y también cantante de ópera.
Al empezar a investigar sobre Lina (Madrid 1897-Londres 1989), se encontró a “una mujer cosmopolita” que hablaba cinco idiomas y que había estudiado en Suiza, Italia y en Nueva York.
“Vivió en el paraíso, en los locos años veinte, con Ernest Hemingway y Coco Chanel, pero también en lo peor, en la Unión Soviética de Stalin”, precisa la autora.
“Su vida había sido una fiesta hasta que alguien apagó la luz y unos brazos de hierro forjado le rompieron la existencia”, escribe Monforte en el libro.
“La vida de Lina es como un folio en blanco en el que van apareciendo personajes famosos, guerras mundiales y la historia de Europa, sobre todo, y con eso va escribiendo su vida”, subraya Monforte.
Lina conoció a Prokófiev el día que este dio su concierto inaugural en el Carnegie Hall de Nueva York, en 1918, y los primeros años de matrimonio transcurrieron en el París de las vanguardias, donde la pareja formaba parte del círculo más exclusivo de intelectuales y artistas.
Todo iba muy bien en la vida profesional y personal de la pareja, aunque Lina había dejado en segundo plano su carrera de cantante para acompañar a su marido y para servirle de inspiración en sus mejores composiciones.
Tras triunfar en todo el mundo, a Prokófiev (1891-1953) le quedaba el objetivo de tener éxito en su país de origen. Así que decidió volver a la Unión Soviética con su familia, invitado “con todos los honores” por el dictador Stalin.
Su modernidad y un gran acervo cultura llevaron a Lina a ir en contra de los ideales del Gobierno socialista y, como consecuencia, pasar “del cielo al infierno”, como especifica Monforte.
Persuadido por Stalin, Prokófiev abandona a Lina y se casa, aunque sin divorciarse legalmente, con una rusa. Para justificarse, le escribe una carta a la que fue su compañera tras casi 20 años: “Quiero que sepas que te amo. Y quiero que me perdones por lo que voy a hacerte. Ni siquiera puedo explicártelo. Pero necesito estar con ella...”.
Poco tiempo después de la separación, Lina es acusada, falsamente, de traición al Gobierno de la Unión Soviética por ser una espía extranjera y condenada a 20 años de trabajos forzados en el gulag, en Siberia. Durante todo este tiempo, lo que la mantiene viva es “el amor” por Prokófiev y el deseo de volver a reunirse con él. “La vida de Lina fue una pasión absoluta hacía su marido y no importa lo que le hizo”.
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