“Un animal no es un regalo para nadie”
para los vendedores y amantes de los seres vivos, las modas o los antojos son el peor enemigo de las mascotas
Cuando un cliente va a Zoo Can, la tienda de animales del paseo Colón de Donostia a comprar un perro, lo primero que le dicen es que “el animal no se regala ni es para los niños, es para la familia”. Es básico plantearse realmente si uno tiene capacidad para cuidar de un animal ante de comprarlo, porque aunque se quiera, no siempre se puede. José Mari Aranburu, dueño de la pajarería Easo, opina que muchas veces el que no conoce este mundo tiene un capricho y se compra un animal, pero lo que “menos importa es lo que cuesta el animal, luego hay que atenderlo y sacrificarse mucho”.
Antes de adquirir una mascota, ya sea comprándola o adoptándola, hay que tener en cuenta posibles cambios laborales, personales y de domicilio. También el tipo de animal, puesto que cada uno es distinto. Por ejemplo, un perro requiere un horario, mientras que un gato puede ser más cómodo porque “tiene sus piedras y no exige esa constancia”.
No obstante, la mascota depende totalmente de su dueño y en el momento que no se le atiende, está desprotegido. La gerente de Zoo Can, Inés Carvallo, apunta que si se sale muchas veces de vacaciones, “no se debe hacer”. “Con un animal vivo sabes que siempre hay responsabilidad, gasto y necesita su tiempo”, recalca. “El que compra una serpiente o una iguana y está concienciado de lo que va a comprar y dónde lo va a comprar, es libre de hacerlo”, opina.
Víctimas de las modas
Pilar Rejano, dependienta de esta misma tienda, cuenta que un antiguo trabajador “tenía una tarántula y se pegó una llorera cuando se murió de vieja”. La araña ya tenía trece años. Apunta que hay de todo y que “la responsabilidad va con las personas”. Pero también existe la otra cara. Al igual que la cerda vietnamita y sus tres crías encontradas entre Tolosa y Altzo, víctimas de una moda, otras muchas especies se han visto perjudicadas. Por ejemplo los conejos, para quienes la Protectora ha tenido que habilitar una zona especial. De la Peña cuenta que “se pusieron de moda en las tiendas de animales, la gente los compraba y los metía en el salón”, un lugar inapropiado ya que se trata de roedores que necesitan morder para desgastar los dientes. “Los abandonan porque se comen los cables de la televisión pero es que el conejo no entiende de eso, ni de sofás de cuero”, apunta. Otro ejemplo son las tortugas, que “las echan a los ríos y es un verdadero problema porque son especies invasoras”.
“Hace muchos años que a la gente le dio por tener iguanas en casa. O el colmo de la tortura, tener un loro maravilloso en una jaula, cuando su capacidad es la de volar”, argumenta De la Peña. Ella opina que se está perdiendo el sentido común y que si las tiendas venden crías de ardillas, las compraría todo el mundo y luego dirían que se mueren mucho en casa y acabarían acudiendo a la Protectora. “Las modas están para la ropa, pero no para los animales”, sentencia.
Más en Sociedad
-
En imágenes: Final del II Campeonato de Mus de Grupo Noticias
-
El Gobierno español aprueba prohibir la publicidad de combustibles fósiles y aumentar los precios en la reventa de entradas
-
Euskotren reforzará su servicio de trenes nocturnos el 5 de julio por las fiestas de Pasaia
-
¡Llegan las colonias de verano!