donostia - El director de la Agencia de Residuos de Catalunya, Josep María Tost i Borràs, reconoció ayer que ninguna de las siete plantas de tratamiento mecánico-biológico (TMB) existentes en Catalunya logra inertizar los residuos, al tiempo que confesó que no conoce ningún otro ejemplo de planta que consiga este objetivo. No obstante, no dudó de la palabra de la Diputación y subrayó que si la institución foral asegura que el producto resultante de la TMB de Zubieta estará inertizado “no me cabe duda de que así será”.
Tost i Borrás compareció ayer en el seno de la Comisión de Estudio sobre la evolución financiera y las soluciones técnicas del Consorcio de Residuos de Gipuzkoa (GHK) invitado por Bildu para dar cuenta de la gestión de los residuos que se está desarrollando en Catalunya y en la que la Diputación ha encontrado un referente.
El director de la Agencia de Residuos de Catalunya explicó que el plan de residuos de la Diputación es un “modelo razonable”, aunque “no se puede comparar” con el catalán, ya que allí “ninguna de las platas de TMB hacen inertizado”. “La tecnología no es comparable. La inertización es una solución final que no nos planteamos en Catalunya, porque tenemos otras soluciones -cuatro incineradores y 25 depósitos controlados-. Además, lo que buscamos con las plantas de TMB es conseguir etanol y metanol”, explicó.
De esta forma, Tost i Borràs contradijo el discurso del experto Xavier Elias Castells, quien compareció hace unas semanas en las Juntas y aseguró que las plantas de TMB “funcionan sistemáticamente mal”, y en el caso concreto del Ecoparque de Barcelona son “una barbaridad técnica”.
Preguntado por los grupos de la oposición acerca de si conocía algún tipo de planta de TMB en el mundo capaz de inertizar la materia, tal y como defiende la Diputación que se hará en Zubieta, Tost i Borràs admitió que “no”, aunque subrayo: “No tengo ninguna duda de que si la Diputación dice que la planta de Gipuzkoa lo hará, así será”.
Tost y Borràs fue cuestionado también sobre la cantera Elena de Cerdanyola, una cantera arcillosa que fue utilizada como almacén de residuos y que ha resultado ser un desastre medioambiental, por la fuga de lixiviados que han contaminado el lugar. “La cantera Elena fue una prueba que salió mal”, se excusó, al tiempo que aseveró “no es comparable” al proyecto de Zestoa ya que en Cerdanyola “se llevaba fracción resto del Ecoparque de Barcelona sin un tratamiento previo”. “En Gipuzkoa si se impermeabiliza bien y se toman todas las medidas de seguridad oportunas no debería haber riesgos”, aseveró.
El director de la Agencia de Residuos catalana defendió que el “concepto clave” que han tratado de desarrollar en los últimos años ha sido “no tirar nada que tenga valor”, aunque asumió que tras “separar en casa y tratar cada fracción en una planta específica”, la solución que se da en Catalunya a la fracción resto es “la incineración o el depósito controlado”, es decir, el vertedero. Tost i Borràs defendió que una buena planificación de los residuos debe comenzar por “el fomento de la prevención y la sensibilización hacia el reciclaje”, ya que son “hábitos poco consolidados”. Para ello, abogó por “incentivar económicamente” las buenas prácticas. “Sin instrumentos fiscales no vamos a conseguir cambiar la realidad”, dijo.
En cuanto a la recogida selectiva, defendió que “debe ser de calidad”. Se mostró partidario del puerta a puerta, ya que a su entender es el “mejor sistema a día de hoy”, porque “con los contenedores no puede conseguirse una recogida selectiva mayor al 50%”. “Si Milán, con un millón y medio de habitantes, o Bruselas tienen el puerta a puerta, ¿por qué no implantarlo en Barcelona en un futuro?”, expuso, al tiempo que señaló que no conoce “ningún municipio que habiendo instalado el puerta a puerta haya dado marcha atrás”.
Así, explicó que en Catalunya son ya 120 municipios de un total de 947 (unos 300.000 habitantes) los que se han adherido a este sistema cuyo coste “es similar” al de los contenedores. Indicó que en los últimos cinco años los residuos urbanos han descendido un 17% y han conseguido situar la tasa de reciclaje en un 38%, “con el objetivo de llegar al 60% en 2020 -la Diputación fija este objetivo para cuatro años antes-”. De esta forma, “lo que llevamos a depósito controlado ha pasado de dos millones de toneladas a 900.000 kilos”, aunque reconoció que se siguen incinerando el 15% de los residuos.