Madrid ? Muchos de los problemas emocionales de la vida diaria, como la tristeza, la rabia o la ansiedad leve son cada vez más contemplados como un trastorno mental y tratados con pastillas. Sin embargo, está demostrado que la medicación no ayuda especialmente a superarlos, solo a crear síndrome de abstinencia, según se ha manifestado el psiquiatra americano Allen Frances durante una entrevista sobre su reciente manual ¿Somos todos enfermos mentales?

En palabras del experto, “es importante identificar y tratar rápidamente trastornos psiquiátricos graves, pero hay que ser conscientes de los problemas más leves, que son una parte inherente de la condición humana”. En el Estado, actualmente existen muchas preocupaciones sobre la economía familiar y sobre el futuro, lo que genera tristeza y ansiedad, pero estos “son problemas sociales que deben arreglarse con soluciones sociales, y no identificar a los individuos que reaccionan a ellos como médicamente enfermos”, explica a Europa Press. De hecho, se ha comprobado que a estas dificultades rutinarias, la tasa de respuesta al placebo es “casi tan alta como la respuesta positiva del paciente a la medicación real”.

Las mejores soluciones para este tipo de problemas son “el paso del tiempo, la resistencia humana, el apoyo de la familia y de todos los que están alrededor, el cambio en las circunstancias, un estrés reducido y la práctica continuada de ejercicio físico”. “De esta forma no se necesita recurrir a pastillas, evitando el estigma social y los fuertes efectos secundarios que causan algunos tratamientos”, añade.

No obstante, el experto aconseja acudir al psicólogo si estos desórdenes emocionales no se superan con los remedios anteriores, ya que hacer terapias y depositar confianza en alguien ajeno al entorno más cercano puede servir para liberar tensiones”. A su juicio, “esta inflación diagnóstica se debe a que en Psiquiatría no existen tests biológicos que permitan identificar el origen genético de las patologías, son arbitrarios y subjetivos, lo que impide determinar el límite entre la normalidad y el trastorno mental”. Asimismo, “en medicina general ha habido un diagnóstico excesivo de diabetes, hipertensión, osteoporisis, entre otras patologías, porque la línea que marca el límite es demasiado inclusiva”. Frances sostiene que el abuso de diagnosis es llevado a cabo “tanto por profesionales sanitarios como por las industrias farmacéuticas”.

Un claro ejemplo de esta práctica fue la elaboración del DSM V (manual sobre diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), en el que los especialistas convirtieron en desórdenes de la mente el duelo, la pérdida de memoria natural propia de la vejez, comer demasiado, los cambios bruscos de humor, y la preocupación sobre los síntomas físicos. El psiquiatra celebra que la prensa “se haya involucrado más en este asunto” . l